Especial VII

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Trabajo nocturno. Desde que su padre los había abandonado era lo único que podía hacer por su disfunsional familia, su madre había caído enamorada por otro hombre y lo único que agradecía de esa trágica unión era su hermano, Jungkook. Su hermano menor y su madre eran lo único que lo mantenían en pie, concentrado y alejado de aquellas extrañas pastillas que había comenzado a tomar después de creer que la vida, su vida, no valía la pena.

Suspiró mientras movía la cabeza para relajarse y caminaba hacia su humilde, muy humilde y casi en ruinas, hogar. Qué raro. La puerta no estaba asegurada. Suspiró con cansancio ¿Cuántas veces tenía que recordarle eso a su madre? Ingresó a la casa asegurándose de cerrar bien la puerta, apenas era la madrugada así que el cielo estaba oscuro y el interior de la casa estaba en las mismas condiciones, caminó con cuidado de no tropezarse con las cosas que solía dejar su hermano por todo el suelo.


—¿Y mi comida?— estaba confundido.


Su madre podía ser la mujer más confusa y olvidadiza pero siempre encontraba comida en la única mesa de la casa, en la cocina. Todo se estaba tornando extraño; la puerta abierta, la falta de comida y el horrible silencio ¿Los habían robado? Pero ¿Qué podrían robarles? ¿Su mamá? ¿Su hermano? ¿Estarían bien? Rápidamente corrió hacia la habitación, donde una cama grande sobresalía, la única en toda la casa que debían compartir.


—¿Mamá? ¿Kookie?— estaba asustado —¡Mamá! ¡Jungkook!— gritaba sin obtener respuesta alguna.


Entró en pánico al no encontrar a sus seres queridos en la cama durmiendo como siempre estaban a esas horas, forzó su vista para verla revuelta y destrozada, no era gran cosa en realidad pero tampoco estaba en tan malas condiciones. Respiró agitado mientras buscaba alrededor de la pequeña habitación con desespero ¿Dónde estaban? ¿Quién querría dañarlos? Una corriente de aire frío hizo temblar a su cuerpo, rápidamente se dirigió a la puerta desgastada de la parte trasera.


—¡Jungkook! ¡Mamá!— gritó corriendo Por favor...— imploro.


La puerta estaba tirada, por como lucia, había sido tirada desde el exterior. Alguien había entrado. Alguien había lastimado a su familia mientras él trabajaba. Pasó sobre la puerta ignorando las garras marcadas en la vieja madera y los signos de arrastre hechos de sangre, su mente solo podía pensar en ellos, su madre y hermano. Ahogó un grito de terror y dolor combinados, en la parte trasera, en lo que podría describirse como el patio trasero más pobre y rústico de la ciudad, estaban ellos.


—¿Mamá?— no podía creerlo.


Su querida madre estaba en el suelo desfigurada y con su camisón blanco completamente desgarrado, cubierto de tierra y sangre, su sangre ¿Era real? Tal vez se había quedado dormido en el trabajo y estaba teniendo una cruel pesadilla por no cumplir su trabajo. Escuchó un jadeo, una súplica casi imperceptible cerca suyo, no era un sueño ni una pesadilla. Era su realidad. Miró alrededor buscando a la única persona que hacía falta, su hermano menor, Jungkook.


Kookiemurmuró al borde del llanto.


Su hermano menor estaba casi en las mismas condiciones que su madre pero aún respiraba, probablemente seguía vivo por casualidad al ser el último en ser atacado o por su físico, era más alto y musculoso que él. Cayó de rodillas a su lado y se permitió llorar ¿Qué debía hacer? Jungkook estaba muriendo frente suyo y no podía impedirlo, miserable, impotente, triste, destrozado, enojado... Todo eso describía un poco ese doloroso momento.


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