La vida humana era demasiado corta, demasiado para alguien como él. Sonrió con la tristeza que llevaba en su corazón mientras lágrimas bajaban por sus mejillas, la mujer en la cama extendió una de sus arrugadas y temblorosas manos hacia él, la tomó cuidando (como siempre) de no apretarla con mucha fuerza. Ella sonrió, acentuando más el paso del tiempo en su rostro, ambos sabían que ese día llegaría pero para él fue muy pronto.
—Jin, gracias por todo, pero...— susurró con voz suave, cansada —Debes buscar la felicidad— ordenó sin borrar la amorosa sonrisa.
—¿Cómo podría?— susurró entrecortado —Sabes que mi felicidad eres tú— le recordó con dolor.
No respondió, no entendía el mundo al que él pertenecía pero sabía que su forma de amar no era como la humana, cuando encontraban a su pareja, no podían amar a nadie más. El amor eterno que ningún ser humano podría brindar. Lo sabía y aún así decidió vivir, vivir una larga vida junto a él, envejecer y aceptar la muerte cuando la hora llegará. Había tomado esa decisión después de muchas consideraciones y Jin tuvo que aceptarlo.
—Te amo...— sus ojos se cerraron.
—JiSoo— llamó con dolor —JiSoo, por favor...— insistió.
Se dejó caer de rodillas junto a la cama que sostenía el cuerpo de su amada ¿Por qué no aceptó ser alguien como él? ¿Era tan mala la eternidad? Lloró frente a su cuerpo frío e inmóvil durante horas, la enterró en la parte trasera de aquella casa que tantos años acobijo su amor y lloró arrodillado en la tierra, frente a una cruz de madera por días enteros. Aún con el sol quemando su cuerpo, no se alejó, no se atrevió a abandonarla como ella lo había hecho.
—Jin...— levantó la mirada.
—¿Príncipe Kim?— susurró sin creerlo.
—Vamos a casa— sonrió mientras le ofrecía su mano.
Su mirada se clavó nuevamente en aquella cruz de madera y una última lágrima descendió por su mejilla derecha, había llegado la hora de buscar su felicidad, la felicidad no estaba vinculada únicamente al amor (romántico). Podría cumplir con su último deseo sin tener que romper con su más preciada promesa: Amarla por la eternidad. Miró al vampiro que esperaba pacientemente su respuesta y tomó su mano, aceptando volver a su Aquelarre.
—¡Mi primogénito ya nació!— ese gritó lo descolocó.
Jin se giró y miró asombrado al Príncipe Kim, quien lo abrazó sorpresivamente mientras reía y lloraba demostrando que tan feliz se encontraba, parecía imposible ver a un vampiro tan serio y poderoso así pero él estaba ahí, presenciandolo. Se separó del abrazó para ser jalado hacia la habitación donde dormía el recién nacido, miró alrededor esperando encontrar a la madre pero como lo sospechaba, aquella mujer no estaba a la vista.
Era increíble que fuera la compañera de la eternidad de un vampiro como el Príncipe Kim. Sonrió con nostalgia, recordando a su hermosa JiSoo, ella hubiera sido una gran madre si su cuerpo se lo hubiera permitido. De hecho, el que haya alcanzado la vejez había sido un milagro, tan débil, enfermiza pero tan gentil, amorosa y enamoradiza. Salió de su ensoñación al ver como el bebé era mecido por los fuertes brazos de su padre, una imagen encantadora.
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♥ Aquelarre ♥ Chankai [Exo]
VampireEl amor no está prohibido. No se puede evitar amar. El verdadero problema es ¿Quién esta dispuesto a arriesgarse por vivir aquel sentimiento tan complicado e imposible de controlar? Los clanes siempre están en guerra, aunque no estén peleando físi...