Impresionados

38 0 2
                                    

Nos encontrábamos en el auto, lo cual era raro pues era algo inusual, digo después de discutir siempre y ahora yo la llevo a su casa, bueno es cosa de locos. Prendí el automóvil y salí del fraccionamiento, íbamos en silencio.

—¿En dónde vive? ¿Hacia donde tengo que dirigirme?— pregunté dudoso.

—En San Nicolás de los Garza, ahí le digo donde y todo— vaya sería un poco más largo el viaje, estaba a más de media hora. Tome la ruta hacia su casa. No sé el porqué, pero quería seguir hablando con ella.

—¿Cómo le va en su embarazo, todo está en orden con su princesa?— pregunté pues me interesaba.

—Gracias a Dios todo va excelente. De hecho como verá pronto me darán la incapacidad por maternidad— me confesó.

—Eso significa que está avanzado rápido el tiempo, conozco una personita que estará triste por no verla en la escuela.

—Ya no me diga que me pone triste, Cami me pregunto la vez pasada, realmente voy a extrañar a mis niños. Sabrá Dios que maestro les pondrán este tiempo.

—Bueno pero todo tiene su sacrificio, mírese tendrá el verdadero amor de un ser humano, y ese debe ser el mejor regalo— mencione haciendo señas a su panza, ella comenzó a acariciarla.

—Es verdad, tiene toda la boca llena de razón, muy pronto tendré a mis princesas juntas y eso me alegra el alma— llegamos a un semáforo y giré a verla, sus ojos brillaban.

—Realmente le deseo lo mejor, a usted y su familia, mucho amor y bendiciones. Ese angelito llegará para cambiar muchas vidas.

—¿Usted cree en realidad?— no entendí su pregunta

—Claro que si, yo ni si quiera puedo imaginar el momento en que conozca a la personita que me robara el corazón, debe ser algo increíble— le confesé sonriendo.

—Será el día más feliz de su vida, eso se lo puedo asegurar, no existirá nada más que ese angelito y querrá protegerlo con su vida.

—Es lo que he llegado a ver, ya veremos. Una cosa es lo que digo ahora y otra muy diferente el padre que puedo ser en el futuro. — nos quedamos callados, y continué manejando. Ella iba a decir algo más pero solo suspiro y sonrío, no pude evitar preguntar. —¿Qué pasa? Termine de decir lo que iba a platicar.

—He visto la forma en cómo trata a Camila, como juega, ríe, bromea, protege, ama y adora, y eso es algo grandioso. Aunque no lo conozco lo suficiente, puedo afirmar que será un gran papá algún día— confesó sonriendo, voltee a verla y me sostuvo su sonrisa, esa sonrisa que me decía tranquilidad y paz, esos ojos que me decían la verdad.

—Espero el tiempo le dé la razón— le dije serio pero acompañado de una sonrisa.

—Lo hará. Bueno ahora es joven, disfrute de la vida, amigos, de la vida, ya llegarán aquellos momentos.

—Es curioso que me lo diga una mujer joven madre de dos, ambos somos jóvenes maestra.

—No diga tonterías, yo ya dejé de ser una joven, tengo dos hijas, una profesión, casi una maestría, lo mío ya es de otro nivel. Pero usted apenas empieza a vivir.

—Tampoco es que tenga los 30 años eh. Además, otra cosa. No le parece que después de todo lo que hemos pasado, es hora de comenzar a tutearnos, digo si vamos a trabajar juntos ya se quedaron atrás las formalidades, ¿No cree?— pregunte riendo

—Haber, eso quiere decir que, ¿Va a aceptar ser parte de nuestro comité escolar?— si quería buena.

—Dije mal, corrijo. Ahora que posiblemente podamos trabajar juntos— dije soltando la risa igual que ella. —Claro que, sino quiere está bien, solo decía— llegamos a otro semáforo, el tráfico estaba algo pesado.

Una razón para quedarme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora