FINAL

164 2 8
                                    

Las mamás son los puentes ideales para regresar a la realidad, nada como los brazos y consejos de ellas para tomar las mejores decisiones. Aquella madrugada de frío había sido muy especial para los dos, la guardo en su corazón porque una ligera parte se descubrió frente a tu mamá, quién lo abrazó para sanar sus heridas. Había tomado una decisión, una importante decisión la cual definiría su vida por completo, quizás sea el destino o no pero tenía que hacerlo.

Miranda y Louis partirían pronto con no buenos resultados, necesitaban inscribir a Damián en la Universidad elegida pero nunca obtuvieron respuesta final de él y es que el problema había sido grave, sus ilusiones estaban caídas y ya no tenían ninguna esperanza de que pudiera cambiar de decisión. Tendrían que regresar a Houston para hablar con los socios y terminar con el contrato, tenían que hacerlo.

Por otro lado Damián había pedido disculpas a sus hermanos sobre su actitud y al mismo tiempo habló con sus papás sobre lo pasaría en el futuro. Había tomado quizás las dos decisiones más importantes en su vida pero estaba feliz y emocionado de lo que vendría. Necesitaba obtener respuestas, necesitaba saber de una vez la verdad.

Y en Houston Danielle y Kristen continuaban sus vidas intentando sonreír y disfrutar de cada momento, al menos juntas se divertían más.
Habían decidido ir a una playa cerca y mientras su mejor amiga jugaba con los niños, decidió caminar a orilla de la playa

La brisa del mar en su rostro le hizo recordar aquella vez donde estuvo con Gerard y siendo sinceros no fueron buenos recuerdos. Aquella noche donde por fin tomó la decisión de estar con él, habían pasado muchos meses sin pasar al segundo término que era tener intimidad, siempre con miedo, nervios y uno que otro sentimiento mezclado. Tantos sentimientos pero nunca experimentó el amor, una parte de ella sabía que esa noche no hizo el amor ni ninguna de las noches que estuvo con él que fueron pocas a decir verdad. En el momento íntimo Gerard fue el único que gozaba y disfrutaba, mientras ella solo guardaba silencio y concentraba su mirada a la pared, momentos donde prefería cerrar los ojos para no llorar y no porque él le estuviese haciendo algo malo, sino porque realmente no estaba ahí. Su cuerpo ni si quiera reaccionaba a él, solo estaba ahí frío dándole placer, mi mirada perdida y su mente lejos. En medio del acto él le preguntó si estaba haciendo algo mal, se sintió mal por no estar ahí presente ante él, realmente quería intentarlo y así lo hizo, esa noche intento corresponderle pero se dio cuenta que no había absolutamente nada que pudiera hacer porque ni su cuerpo ni su corazón le pertenecían y jamás podría entregárselo, quizás porque ya tienen dueño. Un dueño que aunque esté lejos y con alguien más, siempre reconocerá su piel, su alma y su corazón.

Sintiéndose mal por aquella noche equivocada y por todas las noches que había estado con él derramó un par de lágrimas. Lágrimas que sabían a dolor en su interior. Se dio cuenta que nunca podría sentir lo que sintió con aquel joven de 19 años, quien cautivó su corazón de una forma inexplicable.

—Te odio tanto Damián Navarrete.— murmuraba al aire. —Te odio tanto.— repetía mirando hacia el mar. —Te odio por hacerme el amor tan increíblemente que ahora no puedo hacerlo con nadie más.— confesó molesta y en unos segundos esbozó una sonrisa recordando aquellos buenos momentos. —Y aunque fueron tres veces, esas tres ocasiones fueron las únicas veces qué haciendo el amor me sentí como una diosa, que me sentí amada y respetada.

Sonreía diciendo esas palabras perdidas en el viento, quizás algún día lleguen a su oído.

—Entonces la decisión ya está tomada hijo, pues me siento muy feliz y orgulloso por ti.

—Está tomada pero no se si aún es tiempo de hacerlo.

—Creo que tendrás que averiguarlo ya mismo, vete Damián.— comentó su madre dándole un beso.

Una razón para quedarme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora