El amor de mi familia

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Benditos sean los domingos de descanso total, ayer la pase genial con los chicos, fue algo divertido y sensacional. Aunque casi no pude dormir pensando en la conversación que tuve con el doctor, estaba en un problema serio pero no quería preocupar a mis papás, he pensando en hablar con ellos sobre esto, uno como hijo lo menos que quiere, es ver a sus papás preocupados por uno, pero en este caso creo que les hubiera gustando ser parte de esto, además de que voy a necesitar su ayuda y la de mi familia en general para salir adelante. Me levante y fui a su habitación, siempre nos levantábamos tardes los domingos así supuse que seguían dormidos, toque la puerta y me abrieron.

—Hola ma, pa, buenos días. ¿Cómo están?— entre dándoles un beso

—Hola hijo, nosotros bien, ¿Cómo la pasaste con tus compañeros?— tome asiento en la cama mientras ellos se acomodaban.

—Me alegro, yo la pase genial.

—¿Cómo te fue con el doctor? Te veo un poco extraño Damián— vaya mamá, siempre sabe todo sobre nosotros.

—Tengo que hablar con ustedes de algo muy importante, no se ni por donde empezar pero ustedes son mis papás y los quiero y sobre todo los necesito a mi lado.

—Damián nos estás preocupando, ¿Qué está pasando hijo?— estaba preocupado y nervioso, tome aliento y lo dije.

—Hablé con el doctor Alberto, después de una serie de tipo examen, pues el encontró un diagnóstico en mi— su reacción los hizo acercarse a mi, solo vi que papá tomó la mano de mamá, y eso me enterneció. —Resulta que yo tengo un trastorno de pánico— me costó mucho decirlo y ellos lo vieron en mi, suena como si me fuera a morir esto.

—Damián— fue lo que salió de mi mamá y se levantó a abrazarme, queriendo llorar.

—El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad, yo no lo sabía hasta ayer. Después de todo lo que he pasado, tantos ataques de pánico, todo tiene un porqué.

—Pero Damián, ¿Cuáles otros ataques hijo? Si sólo has tenido cuando falleció Jr— mencionó con mucho dolor y cómo no, si era su hijo. —Y luego cuando falleció tu abuelo. O que, ¿Acaso has tenido otros y no nos has dicho?— me dolía mentirles a ellos.

—Cuando estuve en Estados Unidos tuve dos ataques, y hace meses tuve aquí uno, luego cuando dejé de tomar el medicamento tuve 3 yo yo no pude controlarlos, lamento no haberles dicho— me sentía avergonzado

—Damián que te pasa hijo, ¿Por qué no nos habías dicho? Somos tus papás y nos has preocupado desde que llegaste— sonaba incluso molesto papá.

—Haber tranquilo Luis. Si el no nos dijo fue por una poderosa razón, tranquilo y no lo agobies con más.

—No Salma, entonces ¿Donde está la maldita confianza? Desde que llegaste has cambiado y nosotros no hemos hecho nada más que preocuparnos y apoyarte, si nos hubieras dicho nosotros hubiéramos estado contigo, nosotros somos tus papás Damián— dijo alterado, el tenía razón yo en serio me sentí mal.

—Se que hice mal en no decirles pero no quería preocuparlos, por favor papá entiéndeme—

—¿Preocuparnos? Nos tienes así desde que regresaste, no se quien carajos te lastimo tanto para que yo mismo pudiera desconocer a mi hijo— me grito fuerte. —Y ahora que has pasado por esto me duele hijo— acepto con lágrimas en los ojos.

—Luis por favor, baja la voz, tenemos que entender a Damián, por favor— intento calmarlo, yo solo guardaba silencio.

—Que NO Salma, ¿Acaso no entiendes? La depresión por la que estaba pasando nuestro hijo mientras no nos decía nada, todo lo que ha soportado el solo y solo por el hecho de no preocuparnos, es una pendejada.

Una razón para quedarme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora