Poco Entendible

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Desde hace varios días he tenido sueños extraños, despierto con mucha ansiedad en la madrugada, como si alguien no me dejara dormir suena tonto pero así lo siento. Además de los ataques que estoy teniendo, y lo peor es cuando dejo de tomar las malditas pastillas, creo que estoy teniendo efectos secundarios. Ya que desperté temprano decido salir a correr un poco más de lo habitual, tomar aire fresco con mis pensamientos lo era todo, regrese justo a tiempo para tomar una ducha y arreglarme presentable, como siempre. Después de un desayuno típico familiar nos encontrábamos yendo hacia la escuela. En cuestión de media hora ya estábamos estacionándonos.

—¿Me llevarás a mi salón hermanito?— me pregunto inocentemente Camila mientras bajábamos del auto y caminábamos hacia la entrada.

—Si eso es lo que quieres claro que si, toda princesa necesita tener a su príncipe— verla feliz me hacía feliz a mi. En la entrada estaban unas maestras antiguas y las salude, me querían mucho y era bueno verlas de nuevo.

—Lleva a Camila a su salón y luego haces tus cosas— me ordeno mamá e hicimos caso. Cami tomaba mi mano como si me fuera a ir, cargaba su mochila y llegamos al salón, las amiguitas llegaron corriendo con ella, mi chiquita estaba feliz presumiéndome.

—El es mi hermano Damián, lo quiero mucho— les decía mientras todas reían, la verdad es que me causaban inocencia. La dejé en su salón y proseguí a dejar su mochila en su banco. —Adiós hermanito, te quiero mucho— me dio un fuerte abrazo

—Adiós muñeca, que tengas un día hermoso, te quiero mucho mi bonita— le di un beso y salí del salón. Después me dirigí hacia la dirección pues ahí estaría mi padrino para entregarme los documentos. Entre, estaban unas maestras platicando con mi mamá, ella ya se encontraba en su área de trabajo, las maestras inmediatamente me reconocieron y se levantaron a hablarme y abrazarme.

—Me alegro volver a verlas, siempre las recuerdo con mucho aprecio. Ya saben que mamá siempre me habla de ustedes.

—Y ella nos habla de ti Damián, mírate estas guapísimo, recuerdo cuando andabas corriendo haciendo travesuras— me dijo la maestra Luciana riendo. Durante la plática se abrió la puerta de dirección, iba saliendo mi padrino con su adorada hija, la maestra Melanie, venían platicando y riendo. Siempre lo dije tiene la risa más contagiosa, transmite mucho cuando la observas, su cabello suelto y su sonrisa era todo lo que se podía observar en esa oficina, aún me sentía un idiota con ella, claro que cuando me vio la risa desapareció y puso cara seria, sabía que la había regado con ella nuevamente.

—Hijo, que gustó que estes aquí campeón, ven para acá— me acerco y mi padrino me abraza.

—Hola buenos días a todos— termino el abrazo entre sonrisas con el. El se pone en medio entre ella y yo, y nos observa feliz a los dos.

—Pásale a mi oficina por favor, pasen los dos— nos ordeno y entramos. La tensión que había era demasiada, no me gustaba esto. —Mira Damian, aquí tienes todo los documentos míos y de Melanie, todo está completo con sus respectivas copias para que no batalles hijo, revisa si todo está bien por favor— comencé a revisar todo y estaba casi todo en orden.

—Ok todo está bien, solo que faltan los anexos del contrato, ¿Si los tienen?—

—Oh si los olvidé en mi salón, voy por ellos— salió de la oficina.

—Bueno es todo padrino, ahorita mismo iré a tramitar el proceso, entre más rápido entre mucho mejor. Te llamo en cuanto tenga todo listo, también nos reunimos pronto para aclarar todo.

—Dale muchas gracias hijo, en verdad gracias, cualquier cosa que necesites llámame, te veo pronto— nos dimos un abrazo y salimos de la oficina.

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