Sentimientos Extraños

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Después de tanto pensar regrese a mi realidad estaba frente a la casa de Melanie, no se porque de alguna manera estaba nervioso, y no quería saberlo para decir la verdad. Baje mis documentos y presioné el timbre, en menos de algunos minutos la mamá de Melanie me recibió, una muy guapa y educada señora.

—Que tal buenas tardes señora Renata, ¿Cómo está?— nos saludamos de beso.

—Buenas tardes mijo, adelante pásale por favor, yo muy bien todo bien. ¿Tú cómo estás?

—Me da gusto señora, todo bien. Tengo una reunión con su hija, ¿Se encuentra?—

—No me digas señora que me haces sentir más vieja— dijo riendo. —Si me dijo, ven mijo ella está con su hija ahorita baja.

—Está bien, como guste Renata, ¿Así?— sonreímos

—Estaría mejor si me tutearás, en serio me haces sentir más vieja— volvió a decir riendo.

—Lo haría pero no quiero ser grosero, me hace sentir mal tutearla, discúlpeme— dije algo apenado. Ella me miro seria, y pensé que se había molestado.

—Eres un hombre muy educado— soltó con una risa muy linda. —Me agradas Damián, muy bien por ti. Eso habla de la gran educación que te dieron tus papás.

—Favor que me hacen sus halagos Renata, gracias. Digamos que si, unos excelentes papás, afortunado me siento— comente sonriendo.

—Me imagino que así debe ser— en eso llegó un señor, parecía carácter fuerte. —Mira Pablo, ven déjame te presento mijo— nos fuimos acercando. —El es el abogado del comité del colegio y el hijo adoptivo de Javier. Hijo, el es mi esposo y papá de Melanie Pablo.

—Buenas tardes señor, Damián Navarrete a sus órdenes— me tendió la mano y saludamos.

—Hola buenas tardes licenciado— parecía algo serio. —¿Es usted el típico abogado que se aprovecha de todos?— quede en shock cuando dijo esto, parecía algo molesto.

—Pablo Cardenetti— parecía regañarlo su esposa.

—¿Qué? Estoy haciendo una pregunta muy normal, quiero ver que clase de tipo es este muchacho. ¿No te parece que eres muy joven para ser abogado?— apenas entre y ya estaban soltando los chingadazos. —Quiero ver si el proyecto estará a salvo en manos de ustedes.

—Suficiente— dijo molesta Renata. —Damián disculpa hijo.

—Solo no quiero que le fallen a Javier y Melanie en lo que tanto han esforzado e invertido, hay muchos lacras sueltos.

—Pablo, hora de irnos— lo estiro del brazo, pero yo entendía todo.

—No no por favor, adelante. El señor tiene todo el derecho del mundo a preguntar lo que desee, y si gusta podemos mantener una conversación sobre todo esto, con tranquilidad— dije esto de una forma sincera. Ambos posaron sus miradas en mi.

—¿En serio?— fue lo único que dijo el papá.

—Así es señor Pablo. Entiendo su falta de confianza, al ver a un joven que es abogado  pueden sentir desconfianza, ya estoy acostumbrado a eso, pero solo puedo decirles que mi apariencia no tiene nada que ver con mi madurez para afrontar mi profesión. Soy muy responsable y mi palabra lo es todo.

—Creo que, qué tal ves usted y yo podríamos tener una buena conversación.

—El día que usted quiera, ahí estaré. Le pido por favor me hable de tú— todo lo pedía con mucha amabilidad, pero en parte entendía su molestia o desconfianza. Su seriedad lo decía  todo.

Una razón para quedarme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora