Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]

111.

Amélie Larsson.

—Amélie.... Amélie....Levántate.

Abrí un poco mis ojos encontrándome con Tracey, los volví a cerrar.

<<LAS CLASES>>

Los volví a abrir al tope sentándome en la cama asustada, ella me miró.

—Te quedaste dormida en la cama.—aviso.—No llegaste a clases.

—¿Qué? ¿Ya se acabaron?—pregunte levantándome.

—Sí, pero ven conmigo.—dijo apurada.—La Profesora Trelawney está afuera, al parecer la terminaron despidiendo.

-¿Qué?—las dos salimos de las mazmorras rumbo a donde todos se dirigían.

—¡NO!—se escuchó el grito de la Profesora Trelawney mientras nos acercábamos.—¡NO! ¡Esto no puede estar pasando.... no puede...me niego!

Avanzamos entre los estudiantes que también querían ver lo que sucedía, al llegar se encontraba la Profesora Trelawney aparentemente aterrada, frente ella se encontraba la Profesora Umbridge.

—¿No comprendió que esto iba a pasar?—sonrió la Profesora Umbridge.—¿Aunque es incapaz de predecir cómo estará el clima mañana, seguramente debe haber notado que su lastimoso empeño durante mis inspecciones y la carencia de cualquier signo de mejora, harían inevitable que fuera despedida?

—¡Usted no... no puede!—chilló la Profesora Trelawney, mientras las lágrimas corrían por su rostro.—¡No puede...no puede despedirme! ¡He estado...aquí por dieciséis años! ¡H...Hogwarts es mi-...mi ho...hogar!

—Era su hogar.—corrigió la Profesora Umbridge.

Todos veían la escena sorprendidos, busqué con la mirada a Malfoy, y lo encontré a unos metros recargado en el muro junto con Crabbe y Goyle, se encontraba serio y tenía los brazos cruzados, alado de ellos estaba Blaise y Theo quienes platicaban entre ellos y veían a las profesoras.

—Hasta hace una hora.—continuo la Profesora Umbridge.—Cuando el Ministerio de Magia confirmó su orden de Despido. Ahora tenga la amabilidad de abandonar el vestíbulo. Nos está avergonzando.

Se escucharon pasos acercándose, volteé detrás mío venía con paso firme la Profesora McGonagall dirigiéndose directamente a la Profesora Trelawney, le palmeaba la espalda con firmeza, extrayendo un gran pañuelo del interior de su túnica.