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Amélie Larsson.

Toque la puerta de la oficina de la Profesora Umbridge de adentro se escucho un «Adelante». Abrí la puerta, Harry ya se encontraba ahí sentado, me miró y abrió su boca pero rápidamente la cerró.

—Ya sabe que hacer, Señorita Larsson.—dijo la Profesora Umbridge extendiendo la pluma, caminé hacia ella agarrándola y me fui a sentar alado de Harry poniendo mi mochila en el suelo.

"No debo de decir mentiras." Escribí. El corte en el dorso de mi mano izquierda se abrió y comenzó a sangrar.

"No debo de decir mentiras." La herida se profundizó.

"No debo de decir mentiras." La sangre comenzó a deslizarse por la muñeca.

Así estuvimos durante horas en la oficina de la Profesora, note por el rabillo de mi ojo que Harry trataba de voltear por la ventana cada que podía.

Horas después, Afuera se oscureció seguimos escribiendo, el pergamino ya se encontraba repleto de sangre.

—Veamos sí han captado en mensaje.—dijo la profesora llamando nuestra atención, nos levantamos acercándonos. La maestra agarró el brazo de Harry pero en eso el soltó un quejido, Harry retiró su brazo lejos del alcance de la profesora.—¿Duele no es verdad?

Harry la miraba asustada, yo fruncí el ceño, la profesora se acercó a mi sosteniendo mi mano examinando para después soltarlo.

—Bien. Creo que he dejado en claro mi punto de vista. Sr Potter y señorita Larsson, Pueden retirarse.

Agarre mi mochila y salí de la oficina junto con Harry, empecé a caminar.

—Lo siento.—escuche decir a Harry.—De verdad, lo lamento.

En cierto modo, sabía que Harry no tenía la culpa de nada. Era Ron el que había mentido todo este tiempo, y no iba a tener intenciones de decir nada.

Lo volteé a ver,—No quiero hablar Potter, menos contigo.

—Se que lo hizo que Ron estuvo mal, yo me enteré la noche del castigo.—explicó.— Yo le dije que te dijera.

—Sí, pero el té pidió que no me dijeras nada, y yo se que tú aprecias mucho a Weasley, y si Draco y yo no hubiéramos escuchado nada, ustedes no me hubieran dicho nada.

—¿Nos escucharon?—preguntó sorprendido.—Mira, lo siento. Tal vez no te importa mucho, pero yo se que sí le tenias cariño a Ron, y lo que te hizo no estuvo bien.

Apreté mis labios al escucharlo,—¿Algo más que decir?

—Solo eso, que lo siento.

En sí, no estaba enojada con él. Pero sinceramente no tenía ganas de hablar con nadie y menos sobre ese tema. Sabía que eran mejores amigos, y si le decía algo era muy probable que fuera a contarle también a Ron.

—Adios, Potter.—dije alejándome de ahí dejándolo solo. Di vuelta para agarrar las mazmorras cuando a lo lejos venia Draco con paso firme.

—¡Hey! Justo iba a donde Umbridge para esperarte afuera de su oficina.—Sonrió acercándose a mi. Llegó hasta donde estaba y me dio un beso en la mejilla, tomó mi mano viéndola con detenimiento,—Aún sigues temblando....—murmuró.— ¿Vas a volver mañana?—levantó su mirada.

—No, ya no.–dije viendo mi mano.—te dije que hoy sería el último día.

—Bien.—soltó mi mano y me quitó la mochila para colgársela.—Vamos a la Sala Común, te has perdido la cena, de nuevo. Le pedí a Crabbe y Goyle que se robaran comida para que pudieras cenar algo.

Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora