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Amélie Larsson.

Caminaba más lento de lo normal, eran las 4:52 p.m había terminado la clase de Herbología, me sentía mal, muy mal, yo creo que fue mala idea haber salido con los gemelos a lluvia. Vi a lo lejos a Harry junto con Ron y Angelina, me acerqué a ellos.

—Harry, se nos hará tarde.

Ron me miró curioso.

—¿Por qué estás ronca?—preguntó confundido.—No te había oído hablar cuando tuvimos clases, ¿Estás bien?

—Sí, es sólo un resfriado. —hice un mohín con mi mano — ¿Vamos, Harry?

—Eh sí.—asintió.—Nos vemos Ron.

Ron se inclino y me dio un beso, se acercó a mi oído y susurró "Cualquier cosa me avisas." Le sonreí. Empecé a caminar junto con Harry yendo a la oficina de la Profesora Umbridge.

—Así que... —comencé a decir.

—¿Así que?

—He notado a Ron, muy raro. ¿Sabes por qué?

Me miró extrañado.

—¿Raro? ¿En qué forma?

—No lo sé, aveces habla demás y aveces solo se queda callado, últimamente se la pasa diciéndome "te quiero." "Eres lo mejor que me ha pasado." Cosas por el estilo, y no se... se me hace raro de el.—admití.— Me refiero, se me hace raro que demuestre mucho afecto, demasiado.

—Mmm no sabría decirte, Amélie. Yo lo he notado normal.—hizo una mueca rascándose la nuca.— Tal vez no le presto mucha atención, aveces no me fijo en muchas cosas, tal vez solo trata de demostrarte su cariño.

—Puede ser...—murmuré. Llamamos la puerta, y de adentro se escuchó un "Adelante." Harry abrió la puerta y se hizo a un lado dejándome pasar primero a mi, luego el entro cerrando la puerta. Los dos volteamos a ver alrededor de la oficina.

Todas las superficies estaban recubiertas con paños y encajes. Varios recipientes contenían flores desecadas, cada uno en su propio mantenillo y en uno de los muros había una colección de platos ornamentales, todos pintados con gatos de colores chillones que tenían distintos tipos de moños al rededor del cuello, Harry y yo nos volteamos a ver y podía jurar que estábamos pesando lo mismo:

Esta mujer está loca.

—Buenas tardes Señor Potter y Señorita Larsson.

—Buenas tardes, Profesora.—dijimos a unísono.

—Bien, siéntense.—dijo ella señalando dos pequeñas mesas cubiertas de encaje y dos sillas de respaldo recto. Una hoja de pergamino en blanco descansaba en cada mesa.

Los dos tomamos asiento, y nos quedamos viendo el pergamino. Hasta que Harry se aclaró la garganta.

—Este.... Profesora Umbridge, Um, antes de que empezáramos, quería pedirle un favor.—dijo Harry algo nervioso.

—Oh ¿Sí?

—Bueno, estoy...estoy en el equipo de quidditch de Gryffindor. Y se suponía que me concurriría a las pruebas para los nuevos buscadores el viernes a las cinco en punto y me... me preguntaba si puedo cambiar el castigo de esa tarde y tomarlo en otra a cambio...—dijo Harry viendo a la Profesora.

Abrí mi boca indignada, ¿Potter me quería dejar el viernes sola con esta loca? ¡Me quebró un dedo! Y... ¿Me están diciendo que el castigo dura toda la semana? Yo ni enteraba estaba.

—Oh, no.—dijo la Profesora Umbridge sonriendo de oreja a oreja.—Oh, no, no, no. Este es su castigo por difundir maliciosas y perversas historias buscando notoriedad, Sr Potter, y el castigo ciertamente no puede ajustarse a conveniencia del culpable. No, usted vendrá aquí a las cinco en punto de mañana, el día siguiente y el viernes también, así igual la Señorita Larsson.—desvió su mirada hacia mi aún sonriendo.—y cumplirán con todos los castigos como lo he asignado. Creo que es algo bueno que se esté perdiendo algo que realmente quiere hacer. Pienso que refuerza la idea que estoy tratando de inculcarle.

Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora