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Amélie Larsson.

A la mañana siguiente teníamos clases de Adivinación después del desayuno. Iba junto con Theo y Blaise quienes se encontraban a hablando muy alegremente.

—¿A dónde vas...qué no vamos a la Torre Norte?—preguntó Blaise confundido al ver que no nos dirigíamos para allá.

—¿Cómo esperas que el nuevo profesor suba esa escalera? Las clases serán en el aula once, lo colocaron en el tablero de anuncios... esos tableros que nunca lees.—le dije mientras avanzábamos.

—Bueno pero no es algo de mi interés leerlo sinceramente.—dijo él tranquilamente
,—nunca prestó atención a los anuncios que ponen cada mañana.

—Es algo de sorprenderse, ya que tú quieres estar enterado de todo.—dijo Theo riéndose mientras lo veía.

—Es que eso no me interesa saberlo, hay otras cosas más importantes.—contestó apresurando el paso,—no hay que perder el tiempo en eso.

Blaise es de esos chicos que podrían investigarte lo que le paso a tal persona en tal día, pero en cambio, si es sobre algún anuncio sobre la escuela, No te lo dice ni lo lee a menos que sea algún rumor.

El aula número once se encontraba ubicada en la planta baja a lo largo del corredor que conducía hacia el vestíbulo y en frente del Salón Principal.  Una vez que llegamos vimos que varios estudiantes se encontraban ahí; estaban sentados en el piso de tierra con sus espaldas descansando contra los troncos de árboles o grandes rocas redondas, los brazos rodeando sus rodillas y lucían bastante nervioso.

—Entonces....—oí decir a Theo que veía el aula remodelada.— ¿Dónde nos sentamos? ¿En aquella roca o aquel árbol?

—En la roca.—dije mientras avanzaba a una roca, ellos me siguieron y nos dejamos caer al piso de tierra con cuidado, puse mi mochila en mis piernas.

Harry, Hermione y Ron iban entraron al aula, luciendo sorprendidos, Firenze el maestro se acercó a saludarlos, Harry volteo a donde yo estaba y me sonrió, le devolví la sonrisa.

—Tú novio dónde esta Amélie, ni si quiera Crabbe y Goyle han llegado.—me dijo Theo viendo al rededor,—nunca llegan tarde, bueno, Malfoy nunca llega tarde.

—Ni idea, capaz tampoco leyeron el tablero y están en la torre.—murmuré.—Aún falta poco para que empiece la clase. De seguro ahorita llega.

—Ya tengo hambre.—se quejó Blaise.—Y apenas es la primera clase, mátenme.

Pero justo ahí Draco y los chicos entraron a aula, examinando al rededor, una vez que nos vieron se acercaron, Theo hizo un espacio para que Draco se sentará alado mío.

—Pensé que no llegábamos.—dijo sentándose.

—¿Dónde estabas?—le pregunte, él me miró.

—No había visto el dichoso tablero, estaba en la Torre.—dijo molesto.—No me acordaba que teníamos nuevo profesor.

—El profesor Dumbledore amablemente acondicionó este salón para nosotros.—añadió Firenze.—es una imitación de mi hábitat natural. Preferiría enseñar en el bosque prohibido que fue, hasta el pasado lunes, mi hogar... pero eso ya no es posible.

—Por favor...eh...señor.—dijo Parvati, jadeante, levantando la mano.—¿Por qué no? Nosotros hemos estado allí con Hagrid, no tenemos miedo.

—No es cuestión de valor.—replicó Firenze.—si no de mi posición. No puedo regresar al bosque. Mi rebaño me ha desterrado.

—¿Rebaño?—preguntó Lavender con voz confundida.—¡Que....oh!

La comprensión afloró en su cara.

Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora