Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]

151.

Amélie.

Salí corriendo de la habitación de Draco mientras tenía en mi mano aquella carta que le había hecho Blaise a Theo. Salí de las mazmorras preguntándome; ¿Dónde se metió Theo?

Revise por los pasillos y el patio, pero no estaba. ¿Dónde se había metido? Seguí caminando aun viendo a todos lados.

—Amélie... Hola.—se acercó a mi Ginny Weasley.—Te veo algo... ¿preocupada?

—Hola Ginny.—sonreí cortamente.— Estoy buscando a Theo Nott... ¿Lo has visto?

—Sí, creo que está en la biblioteca.–comenta.

—Gracias.—dije para seguir caminando pero ella me agarro del brazo.

—Siento lo de mi hermano, es un idiota. No te supera... y creo que llevo su obsesión a otro punto.—dice avergonzada.

—No te preocupes.—sonreí.—Nos vemos por ahí.

—Hasta luego.—levantó su mano, me di vuelta para acercarme a la biblioteca. Una vez que entre busqué entre los pasillos hasta que encontré a Theo sentado con un libro mientras lo leía.

—¡Theeeeeeeeeeo!—dije emocionada pegando pegando pequeños brincos acercándome, el solo se rió.

—¿Porqué tanta felicidad, se puede saber?—preguntó bajando el libro, alce el pergamino.—¿Acaso te tomaste enserio lo que habíamos hablado y te casaste con Malfoy.....?

—¿Qué? ¡No!—negué.— Es para ti.

El lo agarro desconfiado.

—¿Quién me lo envía?

–Léelo.—le digo emocionada, el desenrollo aquel pergamino, empezándolo a leer, me quedé quieta en mi lugar impaciente, veía cómo estaba muy concentrado leyéndolo.

Después de unos segundos en silencio, sentía como pasaba el tiempo y Theo No levantaba la cabeza.

—Le gusto....—escuche decir que dijo, me tape la boca y chille de emoción. El alzó su cabeza, se encontraba sonriendo, sus manos temblaban.—Me puso que le gustaba.

—¡Hasta que lo hizo!–pegue un brinco, el se levantó y se acercó a mi emocionado.—¡Le gustas, Theo!

Los dos pegamos un grito que sonó en toda la biblioteca, nos soltamos a reír, agarro aquel libro y lo guardo en su mochila cerrándolo, al igual que el pergamino.

—Ven, vamos a fuera que aquí no se puede celebrar.—me dijo emocionado empezando a caminar rápidamente, me apresure alcanzándolo, una vez que salimos dejó caer su mochila.—¡No puedo, me lo confesó!

—¡Te dije, te dije, te dije!—le dije apuntándolo, el sonrió y vi como sus mejillas se puso aún más rojas, mientras sus ojos se cristalizaban.—Te dije que no tuvieras miedo, Theo. El sentimiento es mutuo...