Capítulo 3: Padres siendo padres.

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Veo a mis padres subir a la tarima del auditorio, cuando me dijeron que ellos también querían participar en la plática supe que era una mala idea. Suspiro sin dejar de verlos.

No debiste decir nada. Ahora toda la escuela sabrá que somos raros.

—Ocho, deja de ser tan paranoico —digo, más alto de lo que quería.

—¿Cómo? —me pregunta la chica que está sentada junto a mí.

Me limito a negar con la cabeza, ella me sonríe y regresa su mirada al frente. Sigo su mirada y veo a mis padres parados frente a todo el auditorio con micrófonos en las manos y listos para contar su experiencia como mis padres, como padres de una loca.

—Hola, buenas tardes alumnos, docentes y padres de familia —dice mi madre adoptiva—. Nosotros somos Marie y William Sainz los padres adoptivos de Every.

En la pantalla detrás de ellos aparece una foto de nuestra familia, mis padres, hermanos gemelos y yo completamente pelirrojos y llenos de pecas. Por eso a la gente le resulta difícil creer que soy adoptada, porque en cierta forma encajo perfectamente en esta familia.

Y ahora todos saben cómo luces, ¡vamos mal! —exclama Ocho que no parece nada feliz con esta situación.

—La adoptamos a los 5 años en un hospital de salud mental —dice mi padre serio y detrás de él aparece la foto del día de mi adopción.

Creo que no era necesario decir eso —dice Uno algo preocupada y que ella esté así es extremadamente raro.

—Nuestros amigos siempre nos preguntaron porque adoptamos una niña si nosotros ya teníamos dos propios —dice mi madre señalando los recién nacidos que tenían en brazos.

—Y muchos siempre nos preguntaban porque a ella sí está "loca" —mi padre hace las comillas con los dedos—. Nos cuestionaban sobre el riesgo que correrían nuestros dos hijos biológicos al vivir con ella.

Ninguno entiende cómo pudieron adoptar a una persona loca, defectuosa y horrible como tú —las palabras de Rojo logran herirme y siento que una lágrima rodar por mi mejilla.

—Obviamente esos ya no son nuestros amigos —escucho algunas risas, ¿en serio se ríen?

—Lo cierto es que Every no está loca, no fue ni es diferente a ningún niño y no es peligrosa. Every es un ser lleno de luz y amor que llegó a nuestra familia a sumar muchísimas cosas.

Detrás de ellos la pantalla proyecta un video, un video reciente de mis hermanos y yo jugando videojuegos. Ellos se ríen mucho cuando logro ganarles en su tonto juego de carreras, esa fue la primera vez que lo logré y tengo la sensación de que me dejaron ganar. No sabía que mis padres habían grabado eso.

Claro que te dejaron ganar, tú eres patética —me susurra Negro.

—Adoptamos a Every porque cuando la vimos nos enamoramos de ella y queríamos que fuera parte de nuestra familia —dice mi madre con una amplia sonrisa.

—Cuando supimos su historia familiar nuestro amor por ella no cambió. Porque sí, los padres biológicos de Every tenían esquizofrenia. Y era extremadamente probable que ella también lo tuviera.

—Pero eso nunca fue importante para nosotros, estábamos decididos a darle la atención y el cariño que ella tanto necesitaba. Y la convertimos en la increíble chica que es ahora.

Creo que tus padres no te conocen —dice Rojo.

Claro que no, los locos seguramente terminaron suicidándose, justo como tú lo harás tarde o temprano —añade Negro.

Me llevo las manos a los oídos, cierro los ojos e intento apartar de mis pensamientos las palabras de ambos. Recuerdo que estoy en el auditorio de la escuela y que estoy rodeada de personas a las que tengo que mostrarles que soy normal. No puedo ponerme a gritarle a una voz sin cuerpo ahora, debo comportarme normal, debo ser una persona normal por unos minutos más, después nos iremos y estaremos bien. Inhalo y exhalo lentamente, una vez que me siento mejor abro los ojos y todo parece en orden.

Veo hacia enfrente, en la pantalla que está detrás de ellos aparece otra foto mía junto a mis hermanos, los tres sonreímos ampliamente frente a la cámara en una bonita playa que visitamos hace tres años. Me veo como cualquier persona normal porque soy como cualquier persona normal. Mantengo los pensamientos positivos en mi mente mientras mis padres siguen hablando, solo espero que Negro y Rojo no vuelvan a hablar o terminaré comportándome como la loca que realmente soy.

—Ella cambió nuestras vidas y nos educó sobre la salud mental —dice mi padre con una mano sobre su corazón.

—Al principio sus cuidados fueron exactamente los mismos de cualquier niño, hasta que aparecieron las primeras voces. La llevamos con una buena psiquiatra y ella confirmo el diagnóstico que ya esperábamos.

—Esquizofrenia.

—Esa palabra puede asustar a cualquiera, por suerte nosotros ya estábamos preparados para conocerla y aprender sobre ella.

—Actualmente somos básicamente expertos en el tema —escucho más risas.

—Nosotros amamos a Every y haríamos cualquier cosa por ella, como venir a su escuela para hablar un poco sobre nuestra vida privada para ayudarles a entender que ella no es peligrosa.

—Every es como cualquier adolescente que solo busca encajar en la sociedad y buscar su camino.

—No le teman a Every ni a ninguna persona con esquizofrenia.

—Dense la oportunidad de conocerla y descubrirán que ganarán una gran amiga —mi padre sonríe de nuevo.

—Somos Marie y William Sainz y somos padres de un adolescente con esquizofrenia.

Escucho los aplausos de la gente, realmente mis padres no dijeron gran cosa. Solo repitieron una y otra vez que tengo esquizofrenia y que no soy un peligro, pero ¿es real?

Podríamos hacer mucho daño.

Se me eriza la piel cuando Negro dice eso. Tal vez si soy un peligro para mí y para el resto de personas. Siento mi corazón palpitar muy rápido, necesito salir de aquí rápidamente, antes de que me ponga a gritarle a una voz que realmente no está aquí. Mis padres llegan hasta donde estoy con unas amplias sonrisas, pero cuando ven mi expresión congelada y con miedo intercambian miradas y me tienden la mano. Agradezco que hayan llegado y me pongo de pie, no aguantaré un segundo más siendo normal, porque no lo soy. Soy una persona loca y peligrosa con esquizofrenia y todos deberían temerme y huir de mí ahora que pueden.

Mi madre y yo salimos rápido del auditorio, mi padre se detuvo a hablar con la psicóloga y la directora de la escuela. Mi madre me conduce hacia el estacionamiento y hacia el automóvil sin decir una sola palabra, realmente ya son muy buenos para resolver este tipo de situaciones. Ella me abre la puerta del auto y me deja pasar, me siento y respiro lentamente, acerco mis piernas a mi pecho y las abrazo.

-No soy peligrosa, no soy peligrosa, no soy peligrosa-. Susurro para calmarme.

Sí que lo eres y terminarás lastimando a alguien —me susurra Negro.

—¡No soy peligrosa!

Mi grito llama la atención de mi madre que está fuera del auto con el teléfono en la mano, me mira con tristeza y sigue hablando. Supongo que se puso en contacto con mi psicóloga a la que iré a ver por tercera vez en esta semana, aunque solo tenía una consulta agendada. Suspiro y cierro los ojos.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora