Capítulo 36: De vuelta a la normalidad

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Esté lugar es bonito —dice Uno.

Deberías ir a la playa y ahogarte —grita Rojo.

Entrecierro los ojos por lo fuerte que gritó, a veces quiero taparme los oídos para no escucharlos, pero después de ocho años tengo muy seguro que eso no calla las voces. Sigo guardando mi ropa limpia en mi maleta, la trajeron unos encargados en la mañana, antes de desayunar.

Me acerco a la mesa de noche que hay junto a mi cama, sobre ella está la medallita dorada en forma de estrella que me dieron por haber participado en el encuentro amistoso de básquetbol. No sabía que sería tan divertido, pero creo que lo fue solo porque Maddison, Ken y yo hicimos un gran equipo. Junto a la medallita hay una pequeña flor rosa marchitándose, me la dio Ken de camino a la cabaña, me la puso sobre la oreja, adornando mi cabello con ella. Sé que pronto se marchitará, pero quiero guardarla el mayor tiempo posible. Tomo un libro de mi maleta y pongo la flor entre dos páginas, luego guardo el libro y la medalla en mi maleta.

Está lista —dice uno.

Cierro la maleta y la pongo en el piso, me siento sobre mi cama y veo a Maddison mientras acomoda su ropa. Justo en ese momento entra Alice por la puerta con su maleta arrastrando, salió temprano para lavar su ropa y se perdió el desayuno, pero supongo que para ella valió la pena.

—Ken está afuera —dice ella sin saludar.

Me levanto de la cama y camino lentamente hacia la puerta, cuando la abro me topo frente a frente con Ken que estaba a punto de tocar. Él me ve y sonríe ampliamente, parece nervioso.

—Hola, justo iba a llamar.

—¿Quieres pasar? —digo abriendo más la puerta.

—Claro.

Lo dejo entrar y cierro la puerta, él ve a las chicas concentradas en lo suyo así que no saluda, va hacia mi cama y se sienta en ella. Yo lo sigo y hago lo mismo que él.

—Voy a extrañar este lugar —me dice.

—Sí, las cabañas son más cómodas de lo que imaginé.

—Y las actividades fueron divertidas.

—Sobre todo la de básquetbol —dice Maddison desde su cama.

—Ganaron, hubiera sido mejor si realmente hubiera habido marcadores y premios —dice Alice mientras limpia su maleta.

—Al menos nos divertimos —dice Ken.

—Y probamos cosas nuevas, ¿quién diría que Every resultaría tan deportista? —dice Maddison con una sonrisa pícara.

—Sí, es que la esquizofrenia y los deportes no se llevan —murmuro, eso hace reír a Ken y atrae la mirada de Maddison—. Fue interesante probar el deporte, pero ahí acaba mi carrera como basquetbolista amateur.

—La mía también.

—Y la mía como pintora, no sé cómo logras hacerlo tan bien, Every —Alice nos muestra el dibujo que hizo ayer. De lejos no se ve tan mal, solo que yo no hubiera elegido esos colores.

—¡Alerta de próxima genocida! —exclama Maddison señalando el dibujo.

—Bueno, no es tan malo. Es mejor que lo que yo haría —eso complace a Alice.

Volteo a ver a Ken, él parece satisfecho con hacerla sentir bien. Siempre se esfuerza por complacer a los demás, y siempre lo logra. Siente mi mirada, me ve fugazmente y me sonríe. Deja de verme y se concentra en las otras, se ve tan lindo así, cuando está concentrado en algo más. Pero es que él siempre se ve lindo, es injusto.

—¿Cuál fue tu parte favorita de la excursión, Every? —me pregunta Maddison.

—Las clases de artes —contesto volteando a verla.

—¡Oh! Creí que dirías cierta persona cuyo nombre empieza con...

—A mí me gustó la comida —dice Ken rápidamente, sin dejar que ella termine de hablar.

—Los malvaviscos del primer día fueron geniales —digo emocionada, no los había probado hasta esa vez.

—Eran muy pegajosos y difíciles de comer para mi gusto —me contesta Alice.

—Pues sí, la comida no estaba mal, pero la compañía era lo mejor, ¿no?

—Claro, compartir tiempo con amigos siempre sienta bien —le contesta Ken.

—Ustedes son raros.

—¡Mira quién habla! —me contesta Maddison.

Todos reímos, incluso Alice que casi nunca está al pendiente de la conversación. Es bonito tener amigos reales y pasar el tiempo con ellos. Este viaje fue bueno para mí, he podido experimentar un montón de cosas nuevas, desde actividades deportivas hasta los nervios de una cita. Me alegra haber venido.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora