Capítulo 42: Cita de estudio

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—¿Lista?

—Espera, ¿van a salir? —pregunta Maddison, es bueno tenerla de vuelta después de tres días sin ella.

—Vamos a estudiar para los exámenes de la próxima semana —le contesta Ken.

—¿Hoy?

—Mañana y el domingo no puedo porque tengo cita con mi psiquiatra.

—Y el sábado yo no puedo, debo cuidar a un primo. Así que estudiaremos juntos hoy —dice él tomando mi mano.

—Bueno, solo recuerden estudiar.

Frunzo el ceño, pero ella se va antes de que pueda preguntarle a que se refiere. Ken y yo caminamos de la mano hasta su auto. Él abre la puerta de mi lado y me deja pasar, estoy algo nerviosa porque será la primera vez que llevo a un amigo a la casa.

—¿Estás bien?

—Algo nerviosa, serás la primera persona que llevaré mi casa.

—Eso me halaga —él me sonríe y empieza a conducir.

No soy buena ubicándome por las calles, así que anoche mi mamá tuvo que explicarle por donde debía ir para llegar a mi casa. Él no parece preocupado por nada de eso, solo conduce, como si el camino hacia mí casa fuera conocido para él. Admiro mucho su confianza, siempre parece seguro de sí y supongo que lo está.

—No has apartado tu mirada de mí, ¿tanto te gusto?

—Perdón —digo sonriendo.

—No te preocupes, me gusta que me veas. Creo que es un avance si pensamos que hace un par de meses no querías que fuera tu amigo.

—Cuando me perseguías por la escuela como un acosador.

—Tú también me perseguiste una vez.

—¡Supéralo! —digo riendo y viendo la ventana.

—Jamás, fue el mejor momento de mi vida.

Me sigo riendo, reconozco este lugar, creo que ya estamos cerca de mi casa. Ken gira en el lugar en el que debe girar y todo se vuelve conocido. Veo la casa de la señora de los gatos a la izquierda y la del famoso abogado a la derecha. La corredora de azul sale de su casa, puntual como siempre. Pasa el chico de la patineta negra rápido por la banqueta y asusta al vecino del perro pequeño. Todos están siguiendo su rutina usual, porque así es como debe ser en esta calle.

La única que salió de la rutina soy yo, no se supone que debería estar llegando a esta hora con Ken. Pero solo será por hoy, estás visitas a mi casa no serán muy recurrentes, espero.

Esas ideas desaparecen cuando veo mi casa, amo estar en casa porque es el único lugar donde me siento cien por ciento libre.

Ken se detiene justo frente a mi casa, espero a que apague el auto para salir. Desabrocho el cinturón, tomo mi mochila y salgo del automóvil. Camino a la entrada de mi casa, escucho el ruido de mis hermanos desde dentro. Abro la puerta, dejo pasar a Ken y entro después de él, cerrando bien la puerta detrás de mí.

Veo a mi padre ponerse el delantal, se dirigía a la cocina hasta que nos vio y se acerca sonriendo amablemente.

—Tú debes ser el adorable Kenneth del qué me habló mi esposa y mi dulce hija —le dice él ofreciéndole la mano.

—Yo no hablo tanto de ti, cabe aclarar.

—Mucho gusto, señor.

—Bueno, iremos a estudiar en lo que está la comida.

—¡Oh, bueno! Pero, dejen la puerta abierta... —mi padre parece algo apenado.

—¿Por qué? Siempre tengo mi puerta cerrada —digo con el ceño fruncido, realmente no entiendo lo que pasa.

—Bueno, no se preocupe, la puerta se quedará abierta —le contesta Ken.

—Pero...

—No te preocupes, Every —Ken me sonríe.

Camino hacia las escaleras sin entender cuál es la diferencia entre una puerta cerrada y una puerta abierta. Escucho a Ken siguiéndome y a Ocho advirtiéndome que lo está haciendo. Llegamos al piso de los cuartos y camino hacia la derecha, siempre me ha gustado mi cuarto porque básicamente es el ático. Voy hacia las escaleras que llevan ahí y empiezo a subirlas. Abro la puerta y me sorprende encontrar mi cuarto acomodado, supongo que alguno de mis padres llegó a acomodarlo.

Me acerco a mi cama y lanzo mi mochila, me siento junto a ella y veo a Ken explorando mi cuarto. Lleva su mochila bien acomodada en ambos brazos y camina lentamente viendo cada cosa. Después de un rato voltea hacia mí.

—Tu cuarto es muy lindo.

—Casi nunca está así de ordenado, creo que mi madre vino a acomodar.

—Bueno, mi cuarto tampoco suele lucir así de bien —sonríe nervioso.

Dejo de verlo y me concentro en mi puerta abierta, no me gusta tenerla así porque siento que algo podría entrar en cualquier momento. Las imágenes de cientos de monstruos que me atormentaron en el pasado empiezan a aparecer frente a mí.

Acerco mi mochila y me concentro en ella. Busco mi libro más aburrido, el de sociología. Solo necesito que Ken me ayude a entender porque me aburre esto tanto.

—Tú necesitas ayuda con sociología y yo con probabilidad y estadística —lo veo sacando su libro de sociología—. Creo que nos complementamos bastante bien.

—Las matemáticas son extremadamente sencillas para mí, pero la sociología me aburre.

—Bueno, primero repasemos sociología y después de comer entramos a matemáticas, necesitaré mucha energía para entender.

Él sonríe ampliamente mientras hojea su libro. Es raro creer que no es bueno en algo, porque siempre aparenta ser bueno en todo. A veces me pregunto si sus buenas calificaciones solo se deben a lo aplicado que es, y no porque es extraordinariamente inteligente. Supongo que el esfuerzo si le gana al talento natural.

Bajo mi mirada a mi libro de sociología abierto, trato de entender lo que leo, pero las letras son confusas. Hay demasiados nombres y demasiadas fechas. Veo la mano de Ken apoyarse sobre mi libro, eso hace que voltee a verlo, tiene su linda sonrisa de siempre. Acerca su cara hacia la mía y me da un beso en la mejilla. Esto es muy intenso para mí. Nunca imaginé que estaría en mi cama con un chico al que le gusto.

—¿Quieres que te explique algo?

—¿Qué tal si me explicas todo el parcial? —él sonríe aún más.

—Claro, lo haré, solo si prometes explicarme todo el parcial de probabilidad y estadística.

—Bueno, hasta que te aburras de escucharme hablar —bajo mi mirada a mi libro.

La mano de Ken toma mi barbilla y me hace alzar la cara. Lo veo, él pasa su mirada por todo mi rostro, lo examina atentamente. Después sonríe.

—Nunca me aburriría de escucharte hablar.

Me da otro beso en la mejilla. Podría acostumbrarme a esto.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora