Capítulo 106: Los psicópatas son peligrosos

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Hannah y yo nos sentamos en las gradas para descansar un poco de la clase de deportes. Ella parece estar buscando algo mientras tomo un gran sorbo de agua, hoy hace mucho calor.

—Ven, tenemos que buscarlos —dice poniéndose de pie.

—¿A quiénes? —pregunto intentando seguirla.

—Ken e Ethan, no están.

—¿Y qué? —ella me mira incrédula.

—Dejarlos solos es tan peligroso como a Macklímica contigo —sonrío por el apodo—. Creo que es incluso peor.

—¿Dónde pueden estar?

—El vestuario, hay que entrar.

—Pero es solo para chicos —digo asustada cuando noto que ella va directo a ese lugar.

—Esta es una emergencia —está preocupada, puedo verlo en su rostro.

Llegamos a la puerta del vestuario y nos quedamos calladas viendo el lugar, tratando de escuchar algo que indique que ahí está pasando algo. Escuchamos que algo cae, intercambiamos miradas y entramos en los vestuarios. Al entrar vemos un pasillo lleno de casilleros, una banca tirada y a Kenneth viendo atentamente a Ethan.

—¿Qué hacen, imbéciles? —los llama Hannah.

Ambos voltean a vernos.

—No pueden estar en el vestuario de hombres —dice Kenneth.

—Tampoco se puede pelear aquí —le dice Hannah.

—¿Quién dice que estamos peleando? —pregunta Ethan.

—¿Qué más harían? —les contesta ella molesta.

Cuidado —dice Ocho.

—Me quiero ir de aquí —susurro, Hannah me mira preocupada.

—Están asustándola —dice molesta—. ¿Pueden comportarse como personas por ella?

—Claro, aunque para Ethan eso va a ser difícil porque es un psicópata que solo quiere hacerle daño a todos los que tiene cerca.

Eso era lo único que necesitaba Ethan para saltar sobre Kenneth. Lo hace rápidamente, sin pensarlo demasiado. Primero le da un golpe, que recuerdo que ya me había dicho que se lo debía, después lo empuja hacia la pared para que se golpee.

—No me lo puedo creer, ¡paren! —dice Hannah.

—¡Diablos! —digo, al mismo tiempo que Uno.

Los miro, ambos están lastimándose, tenemos que hacer algo para detenerlos, pero no se me ocurre nada bueno.

—¿Qué hacemos? —le pregunto a Hannah.

—Ir por la maestra.

—Pero los meterás en problemas.

—Es lo que se merecen, por imbéciles. ¡La testosterona les quemó el cerebro! —les grita antes de salir del vestuario.

—¡Diablos, diablos, diablos! —los miro, no tienen intención de parar.

Haz algo —me dice Uno.

Corre —me dice Ocho.

—¿Pueden parar? —no hay respuesta—. Hannah traerá a la maestra —siguen empujándose sin escucharme—. Se van a meter en problemas, por favor, paren

Me siento tan impotente por no saber que hacer. Lo único que se me ocurre es intentar separarlos. Me acerco a ellos, Ethan está sobre Kenneth que está en el suelo, intenta quitárselo de encima. Ethan intenta golpearlo, pero se le complica. Toco el hombro de Ethan e intento jalarlo para ayudar a Kenneth, pero cuando me siente Ethan me empuja de un codazo. Caigo al piso y me golpeo la cabeza muy fuerte contra el piso, me quejo del dolor y me alejo de ellos a rastras.

—¿Qué le hiciste? —pregunta Kenneth, eso hace que Ethan lo deje y voltee hacia donde estoy.

Los miro con lágrimas rodando por mis mejillas por el dolor de cabeza. Me levanto rápido y salgo del vestuario corriendo. Al correr hacia las gradas me choco con Hannah, ella me mira y luego voltea hacia los vestuarios. Me acerco a ella y la abrazo, mientras lloro. Ella me rodea con sus brazos y acaricia mi espalda.

—¿Qué pasó?

—Intenté separarlos.

—No llamé a la maestra, no quería meterlos en problema, pero quizás debí hacerlo —dice ella molesta, supongo que están detrás de mí.

Hannah me toma del brazo y me aleja de ellos. Caminamos hacia nuestros botes de agua y nos sentamos en las gradas. Limpia mis lágrimas y de vez en cuando voltea hacia otro lado.

—¿Te golpeaste?

—La cabeza —digo secando más lágrimas.

—Son unos imbéciles —susurra—. Déjame ver.

Ella se pone detrás de mí y mira mi cabeza, la talla un poco y eso hace que vuelva el dolor. Más lágrimas ruedan por mis mejillas mientras siento la impotencia de nuevo, no hice gran cosa y salí lastimada. Debería dejar que se golpeen, no es mi responsabilidad cuidarlos.

—Se pelan por mi culpa, ¿verdad?

—Claro que no —ella se pone frente a mí y toma mis manos—. Sus estupideces no tienen nada que ver contigo. Podrían intentar llevarse bien por ti, pero prefieren ser unos machitos inseguros que se pegan para resolver los conflictos.

Ella voltea y ahoga un grito, sigo su mirada y veo a Ethan hablando con la maestra. Ella voltea hacia nuestra dirección y asiente con la cabeza.

—¡Sigan, ahora vuelvo! —dice antes de añejarse junto con Ethan y Kenneth.

—Al menos harán algo bien —suspira—. No es tu culpa que se metan en problemas.

Me sonríe con tristeza. Asiento con la cabeza y dejo de verlos, no puedo creer que Ethan me haya golpeado. Justo anoche estaba diciendo que me quería y no quería lastimarme. Las lagrimas inundan mis ojos, no entiendo por qué me hizo daño.

Porque es un psicópata y es peligroso —me dice Rojo.

Seguirá lastimándote hasta matarte —susurra Negro.

Eso hace que mis lágrimas rueden por mis mejillas y comience a llorar de nuevo, Hannah me abraza y pasa su brazo por mi espalda para consolarme.

—Todo estará bien —me dice.

Odio esto, odio que me haya lastimado, odio sentirme como una chiquilla tonta y maltratada, odio no poder hacer nada más que llorar. Odio que cuando lo vea voy a querer correr a sus brazos y que me de su clásico beso en la frente acompañado de la frase que me hace amarlo más. Odio saber que no voy a estar molesta por tanto tiempo y odio que esto debería enseñarme que es peligroso y poco confiable. Odio que no me quiero alejar de él, odio que no quiero que se aleje de mí. Odio que me haga daño y odio que siempre me pida disculpas. Me odio por quererlo y por no poder odiarlo.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora