Capítulo 108: Distorsión de la realidad

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Hoy ha sido un día atareado. La escuela fue abrumadoramente larga y me dejaron muchísima tarea. En el consultorio de mi psiquiatra un niño se puso más loco de lo normal y comenzó a gritar y golpear a todos los que se le acercaban.

Entro a mi habitación con cansancio, veo a Ethan ahí sentado en mi cama. No me esperaba verlo aquí porque hoy no me dirigió la palabra en la escuela ni siquiera volteó a verme en todo el día.

—Buenas noches —le digo.

Pongo mi mochila sobre mi escritorio y me dispongo a sentarme para hacer tarea.

—Espera, tengo algo importante que decirte —lo miro con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa?

Me hace señas para que me siente junto a él y así lo hago. Él me mira, mira cada centímetro de mi rostro como si quisiera memorizarlo. Sonríe.

—Ayer me dijiste algo importante a lo que no pude responder en ese momento —asiento con la cabeza—. Y es que, Every, lo nuestro es imposible.

¿Qué? —pregunta Uno confundida.

Definitivamente no es lo que esperaba que me dijera, no estaba preparada para que viniera a romperme el corazón.

—¿Por qué?

—En el fondo siempre supiste la respuesta.

—¿De qué hablas?

—No soy real.

Parpadeo varias veces sin entender.

—¿Qué? —pregunto confundida.

—Nunca fui real. Siempre dudaste porque sabías que las cosas que hago y digo no son normales y no lo son porque soy producto de tu esquizofrenia.

—No, no me digas eso —siento lágrimas rodando por mis mejillas—. Yo no pude haberte inventado.

—Igual que Maddison, solo soy producto de tu imaginación.

—No, yo puedo tocarte —digo tomando su mano.

—Bienvenida a las alucinaciones táctiles —sonríe con ironía.

—No.

Todo mi mundo da vueltas, nada de esto puede ser real, nada de esto puede estar pasando. Ethan es real, siempre lo fue. Él besaba mi frente para recordármelo.

—Sí eres real —sollozo.

—No, Every, recordaste al chico del centro comercial y te inventaste toda esta historia para no estar tan sola en la escuela, ¿de verdad creías que la escuela aceptaría a un psicópata con antecedentes de violencia? ¿De verdad creías que alguien podría subir hasta tu habitación? ¿De verdad creíste que alguien más que el estúpido de Kenneth se podría fijar en ti?

Eso me mata, suelto su mano. Suena igual que Rojo y Negro. Lo miro y más lágrimas salen.

—Pero bueno, suerte con tu tarea, creo que tienes mucha.

Ethan camina hacia la puerta y la abre, lo miro sorprendida. Sale de mi habitación cerrando la puerta detrás de él. Abajo no escucho a mis padres sorprenderse por verlo. Parpadeo varias veces, seco mis lágrimas y salgo de mi habitación. Bajo las escaleras y en la sala veo a mis padres viendo una película. Mi padre me mira y su sonrisa relajada desaparece.

—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

—¿No era real?

Mis padres intercambian una mirada de confusión. Trago saliva y corro escaleras arriba, tengo pruebas de su existencia en mi cuarto. Al llegar a mi cuarto veo el suéter de Maddison en el lugar que le asigné, trago saliva. Abro todos mis cajones en busca de otra prueba, pero no la encuentro, la libreta que me regaló no está. Me siento en el piso de mi cuarto, abatida. ¿No fue real?

Estoy tan confundida como tú —dice Uno.

Me levanto, cierro la puerta de mi cuarto y me acuesto en mi cama boca abajo. Comienzo a llorar con mi cara pegada a mi almohada para aminorar el ruido de mis sollozos. Siento una mano pasando por mi espalda para consolarme y al voltear veo a Maddison con su suéter feo consolándome.

Lamento mucho que te hayas enterado así —sonríe con tristeza.

Si ella puede tocarme, quiere decir que nada fue verdad. Cierro los ojos y veo los suyos, grises y tristes viéndome. Escucho su voz repitiendo la misma maldita frase de siempre.

Para que recuerdes que soy real.

Solo que no lo era. Continúo llorando sin poder verle el fin a este mal momento. Lo necesitaba, tanto o más que necesitaba a Maddison y ahora no lo tengo. Ahora solo tengo dudas y un mal presentimiento sobre el pronóstico de mi enfermedad. Sigo llorando porque, en este punto, es lo único que me queda por hacer.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora