Capítulo 117: ¡Bingo!

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La psiquiatra Karen tenía razón, este lugar no es para nada una prisión ni el típico hospital psiquiátrico abandonado que da miedo. Todo hasta ahora ha sido muy tranquilo. Los doctores y enfermeros me tienen bien atendida y vigilada, han hecho un gran trabajo controlando mis voces. Es raro estar en paz durante el día, sin temer a un persecutor misterioso, sin arañas que salen por todos lados y sin Negro y Rojo insultándome. Sin contar que los otros internos son muy divertidos, todos hacen más cosas raras que yo y hay unos que se creen personajes famosos y emblemáticos de la historia. No creí que me fuera a gustar tanto estar rodeada de gente loca como yo.

Hoy estamos jugando bingo y es lo más aburrido que me ha pasado en la semana. Pero hasta aquí puedo entretenerme, sobre todo cuando me siento junto al Mesías que está frustrado porque no sale ninguna de las imágenes que tiene.

Volteo a ver al resto de la sala y en la puerta veo a Ethan haciéndome señas para que salga con él. Sonrío y me levanto, algo más que me gusta de este lugar es que no necesito pedir permiso para ir a ningún lado y que puedo salir a pasear al patio cada que quiera. Veo a Ethan salir de la sala, así que me apresuro a seguirlo.

Creía que eras rara, pero después de estar aquí unos segundos descubrí que eres la más normal.

—¿Me hiciste venir para insultarme? —me detengo en la puerta, considerando volver a entrar, estaba a poco de ganar.

No, solo te vi y quise hablar contigo.

—También traes un uniforme —digo señalándolo, aunque el suyo es verde, mientras que el mío es azul pastel.

Tu me imaginaste así —se encoge de hombros.

—Tiene sentido.

Entonces, ¿te internaron? —comienza a caminar, así que lo sigo.

—Sí, mi psiquiatra lo recomendó por lo que me pasó en las últimas semanas de clases. Mi madre apoyó la idea, así que no podía negarme.

Al menos este lugar no es tan malo.

—Pues no, pero como en mi expediente médico ya tengo dos intentos de suicidio no me dejan tener nada que pueda ser usado como arma —me quejo porque me gustaría dibujar.

¿Dos? ¿Lo intentaste después de que me fui?

—No, la vez de la araña me la contaron como intento de suicidio.

El sistema de salud mental apesta.

—Pues lo entiendo, me lastimé la mano a propósito, es lógico que crean que intenté suicidarme.

Vamos hacia el patio.

Me gusta que en este lugar nadie te pregunte a donde vas o que intenten saber con quién hablas.

—Me encanta poder actuar como loca sin que me juzguen.

Él abre la puerta del patio y me deja pasar primero. El patio es lindo, con árboles y plantas en todo el lugar. Sigo a Ethan porque parece que me quiere llevar a un lugar en específico.

Es normal, ¿no? Considerando que hay un señor que cree que es la reencarnación del hijo de Dios.

Me río, el Mesías es muy divertido.

—Hace unos días intentó convertir el agua en vino, fue un momento muy divertido.

Luces radiante ahora que eres loca con total libertad —lo miro, está sonrojado.

—Gracias, es un lindo cumplido.

Ethan se detiene frente a un quiosco que está adornado con plantas teléfono, en medio hay una banca. Avanza hacia ella y se sienta, con la mano me invita a sentarme junto a él.

—Este lugar es bonito —digo viendo nuestro alrededor.

Y pacífico.

—Lo único malo del pabellón de esquizofrenia es que hay mucho ruido. De vez en cuando los otros gritan, muchas veces son cosas sin sentido y eso da un poco de miedo. Así que tal vez venga a este lugar más seguido.

Me recuesto en la banca, apoyando mi cabeza sobre sus piernas y viendo hacia el techo, excusa para verlo. Él me mira y acaricia mi cabello, lo veo sonreír.

Esto es lindo —me dice.

—Demasiado. ¿Sabes, es raro verte? Hace mucho que no veo a Maddison. Hasta mis voces han estado calladas desde que llegué.

Tal vez algunas alucinaciones persisten más que otras.

—Tal vez, tienes un buen punto. Espero que me dejen dibujar, me gustaría recordar este momento por siempre.

Cierro los ojos y me relajo. Este es un momento único y privado. Me encantaría que Ethan fuera real, pero me conformo con verlo en mi imaginación.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora