Capítulo 67: Familia adoptiva

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Después de varias horas atrapados en un avión, por fin llegamos a Pals, España. Cuando estamos saliendo del aeropuerto vemos a mis tíos esperándonos, mis hermanos corren hacia ellos para abrazarlos. Me limito a sonreír y saludarlos de lejos porque aun temen que les pegue la esquizofrenia. Mi padre y su hermano se abrazan afectuosamente, al igual que mi madre y mi tía. Despues de varios abrazos y saludos emocionados vamos hacia la camioneta de mi tío, es enorme porque tiene cinco hijos, ni siquiera sé para que necesita tantos. Me siento hasta atrás con mi padre, él va hablando animadamente porque hace mucho tiempo que no se ven.

Yo volteo a ver hacia la ventana, ignorando completamente su conversación. Veo las fachadas hermosas y clásicas, disfrutando al máximo de esta experiencia visual. Me gustaría mucho pasar el resto de mi vida aquí, usaría ropa acorde a la temática de fantasía para sentirme completa.

Serías la loca del pueblo —me dice Uno.

Igual ya lo soy, sonrío.

Aun no conozco el camino hacia la casa de mis tíos, lo que hace que siempre tenga la sensación de que se acaban de mudar, siempre tienen que aclararme que no es así. En esta ocasión noto que llegamos porque la camioneta se va deteniendo lentamente y cuando veo hacia la casa frente a la que nos estacionamos veo a mis cinco primos tomando juntos un gran cartel de bienvenida.

—Querían recogerlos en el aeropuerto, pero como no cabrían en la camioneta prefirieron esperar aquí —dice mi tía con una gran sonrisa.

—Y yo soy la rara —susurro.

Mi padre voltea a verme y sonríe.

—Sé amable —me regaña por lo bajo.

—Lo soy, pero ellos todavía creen que les pegaré la esquizofrenia.

—Algún día se darán cuenta de lo tonto que es eso —me dice mientras se baja de la camioneta.

Me bajo y él cierra la puerta, nos acercamos a la casa viendo a mis primos saludando a mis hermanos y a mi mamá amorosamente. Mi padre se adelanta y abraza a mis primos. De nuevo me limito a verlos y saludar con la mano, pero uno de mis primos que es dos años mayor que yo se acerca y me abraza, eso me toma por sorpresa. Mis tíos están tan sorprendidos como yo, supongo que él no les dijo que lo haría.

—Ya estoy mayorcito como para entender que la esquizofrenia no se transmite de esa manera —me dice.

—Ya era hora, Oliver —sonrío.

—Entonces yo también quiero —dice mi prima Anna de ocho años.

—¡Todos queremos! —dicen los otros tres.

Los veo acercarse a mí y abrazarme, esto es tan raro que no sé como actuar. Veo a Oliver sonreír satisfecho por lo que logró. Siempre ha sido el menos tonto de todos, el año pasado hablamos mucho sobre mi enfermedad, supongo que eso lo hizo recapacitar. Mis primos se alejan y me sonríen, también les sonrío.

—Bueno, tropa, es hora de ir a la casa.

Todo empiezan a caminar hacia la entrada, me quedo hasta atrás por costumbre. Oliver y Cassandra, mi prima un año mayor que yo, se quedan junto a mí.

—Escuchamos lo de tu amiga, lo lamentamos mucho —me toma por sorpresa las palabras de Cassandra.

—No nos lo dijeron, pero escuchamos una llamada con mi tío —complementa Oliver—. Si quieres puedes hablar con nosotros —pone su mano sobre mi hombro y sonríe con gentileza.

—Gracias.

Oliver asiente con la cabeza y entra en la casa.

—También podemos hacer algo más —me dice Cassandra.

—¿Qué cosa? —le pregunto con el ceño fruncido por la confusión.

—Este año me he metido en cosas esotéricas y he leído un par de artículos sobre invocaciones espirituales, ¿te gustaría intentarlo? —dice muy emocionada.

—¿Intentar invocarla?

—Sería divertido.

—Supongo que no pierdo nada con tratar.

—Eso es justo lo que yo pienso. ¡Lo tengo todo preparado! ¿Esta noche?

—Está bien.

Ella salta de emoción y entra corriendo a su casa. No sé si eso vaya a funcionar, pero es mejor de lo que tengo ahora. Veo la manga del suéter de Maddison, sería bueno tenerla de vuelta por aquí, aunque sea un rato.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora