Capítulo 40: Maddison quiere morir

1 1 0
                                    

Camino a la oficina de la psicóloga, odio que los maestros y mis compañeros sigan temiéndome. Esto es injusto, yo no puedo controlar mi mente y las cosas que me muestra. Al menos solo fue una araña que traté de matar del escritorio del maestro, al menos no fue algo peor.

Llego a la sala de espera y veo a Maddison allí, no trae puesto su uniforme porque técnicamente no vino a clases. Veo que lleva una blusa manga larga, esas son sus favoritas, siempre las usa. Supongo que debe tener marcas de donde se ha cortado los brazos a través del tiempo. Y trata de ocultar los cortes con las mangas, lo que solo los vuelve más notorios.

Me acerco a donde está, ella alza la mirada hacia mí y veo que no está bien. Se ve acabada, con ojeras muy marcadas y los ojos hinchados como si llevara días llorando. Tiene el cabello corto, es como si ella se lo hubiera cortado por enojo. Pero lo más importante de todo es que tiene una gran cicatriz en el cuello. No parece tan profunda, pero sé que no fue hecha por accidente. Ella nota mi mirada y se cubre el cuello rápidamente, aunque ya no puede regresar el tiempo y evitar que lo vea.

—Hola —le digo, tratando de ignorar lo que acaba de pasar.

—Hola —su voz suena áspera.

—¿Estás bien? —me siento junto a ella.

—Algo así.

—¿Hay alguien más dentro del consultorio?

—Mi mamá —eso me sorprende.

—¿Por qué?

—Porque quiere ayudarme.

Volteo hacia la puerta, Maddison intentó suicidarse y la detuvieron, ahora su mamá quiere saber cómo ayudar a su hija con depresión. ¿Cuántas veces ha intentado suicidarse hasta ahora? Tal vez algún día le pregunte.

—¿Sabes que sería genial? —la veo con curiosidad—. Morir aquí en la escuela y que mi fantasma esté aquí vagando.

—A mí no me gustaría. La escuela es demasiado aburrida como para estar aquí eternamente.

—Sería increíble, imagínate asustar a las personas entre clases o en las noches. La biblioteca sería mi lugar preferido.

—Sería mejor descansar en paz.

Ella se queda callada, ve sus manos y juega con sus uñas. Ya no quiere hablar más y no quiero presionarla sobre lo que ha pasado estos días. Veo la puerta, no puedo creer que se haya intentado suicidar. ¿Qué pasó cuando volvimos? ¿Por qué lo intentó? En el campamento me dijo que quería suicidarse, pero no creí que sería tan pronto.

El sonido de la puerta me distrae de todas las preguntas que estaba formando en mi cabeza. Veo a la mamá de Maddison, es tan rubia y bonita como ella. Aunque también parece que no ha estado durmiendo bien. Maddison se pone de pie y sigue a su mamá. Parece que ya se van.

—Nos vemos, Maddison —le digo.

—Claro —dice ella sin detenerse y sin voltear hacia atrás.

La veo alejarse desde mi asiento, esto no me gusta. Ella se ve mal y yo no sé cómo ayudarla.

A ella no le queda mucho tiempo en este mundo —susurra Rojo.

Me pregunto qué será de ti sin ella —complementa Negro.

Frunzo el ceño, sé que le dije que era egoísta pedirle que no se suicide, pero no dejaré que lo haga. Ella no puede dejarme sola, no lo soportaría. Dependo de ella más de lo que me gustaría y de ninguna manera permitiré que se suicide.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora