Capítulo 27: Cosas aburridas

3 1 0
                                    

Después de una película de viaje llegamos al campamento, el autobús se detiene y la emoción crece dentro de él. Todos los alumnos se empiezan a parar impacientes, todos menos mis amigos y yo, que ya habíamos decidido bajar hasta el final para no amontonarnos con todos los demás. Veo el autobús empezar a vaciarse, me emociona lo que se avecina, ya quiero bajar y registrarme. Quiero ver cuál será el cuarto en el que dormiré y si lo tengo que compartir con alguien. Me emociona vivir esta experiencia.

—Vamos —me dice Kenneth antes de ponerse de pie.

Me levanto de mi lugar y lo sigo hasta afuera del autobús, allí están Alice y Maddison esperándonos junto al resto de mis compañeros. Veo a la psicóloga y el resto de los maestros frente a una cabaña de madera muy bonita. Tiene ventanas grandes y puertas corredizas completamente hechas de cristal.

—Chicos, recuerden mantener la compostura y mostrar todos los valores que han aprendido en casa y en la preparatoria Sigmund Freud. Haremos una fila para ir pasando a registrarse, los dormitorios ya están asignados, solo les darán un número y ustedes se encontrarán con sus compañeros —dice la psicóloga con una gran sonrisa.

Todos empiezan a hacer una sola fila, Kenneth me sostiene la mano para que no me separe de él. Me ayuda a mantenerme entre Maddison y él, lo cual agradezco porque no quiero alejarme mucho de ellos. Avanzamos rápido y me alegra que sea así porque no soporto el cosquilleo que siento en la mano que Kenneth está tomando.

Ya estamos tan cerca que veo una mesa frente a mí, en ella hay cinco personas sentadas cada uno con un montón de hojas en la mano y un lapicero. Maddison pasa con la chica de en medio, a mí me toca con el chico moreno de cabello rizado. Camino hasta él, quien me recibe con una amplia sonrisa.

—Hola, ¿cuál es tu nombre? —su voz es extremadamente agradable.

—Soy Every Sainz, se escribe E-V-E-R-Y —le digo lentamente.

Lo veo buscar mi nombre en las hojas, cuando lo encuentra sonríe más y dibuja una palomita en el recuadro vacío junto a él.

—¿Quieres entrar en actividades deportivas o artísticas?

—Artísticas, definitivamente. Dibujo, sería lo indicado.

Él asiente rápidamente y escribe lo que le acabo de decir.

—¿Tienes alguna enfermedad que nosotros debamos conocer?

Dudo si debo contestar eso, hasta que siento una mano apoyarse en mi hombro derecho. Cuando alzo la mirada me encuentro que la dueña de la mano es la psicóloga, ella me sonríe.

—Every tiene esquizofrenia, está medicada y seguramente no será ningún impedimento para hacer cualquier actividad.

La cara del chico cambia por un segundo, pero en seguida regresa su sonrisa enorme.

—¿Necesitas algún cuidado especial que podamos brindarte?

—Nada de rojo y negro juntos sería bueno —digo encogiéndome de hombros.

—Rojo y negro separados, muy bien. Tu cabaña es la quince —dice eso y empiezo a avanzar.

Cuando voy hacia la derecha veo a mis amigos esperándome. Caminamos hacia el fondo de la cabaña, a unas puertas dobles. Llegamos a la salida y vemos un gran campo lleno de más cabañas parecidas a esta. Hay unas más grandes, supongo que en ella se harán las actividades artísticas. También hay canchas como en la escuela, pero un poco más pequeñas. A lo lejos hay una playa, veo un par de olas golpear la arena.

—¡Guau! —exclama Maddison.

—¿Cuál es su cabaña? —pregunta Kenneth.

—Quince —dice Alice.

—Igual —contesta Maddison.

—También estoy en la esa —digo emocionada.

—Yo estoy en la uno, estaremos algo lejos, pero supongo que no importa demasiado —dice él con una sonrisa.

—¡Vamos, ya quiero ordenar la cabaña!

—Y limpiarla tres veces —le contesta Maddison con aburrimiento.

—Las acompaño —dice Kenneth.

Empezamos a caminar los cuatro juntos, pasamos por varias cabañas; veo la uno, donde Kenneth se quedará, es de las primeras, pero aun así nos acompaña hasta donde está la nuestra. Después de varios pasos llegamos a la cabaña número quince, Maddison y Alice corren hacia ella y entran sin esperarme. Avanzo hacia allá hasta que siento la mano de Kenneth tomar la mía, volteo con curiosidad.

—Nos vemos en un rato, te extrañaré —se acerca a mí y me da un beso en la mejilla.

Solo me volteo y avanzo a la cabaña, entro en ella, es muy bonita. Tiene tres camas cada una con un baúl y una mesa de noche. Mi maleta ya está puesta junto a la cama más cercana a la puerta.

Que buen servicio —dice Uno.

Me acerco a la cama, tiene una sábana blanca delgada y encima hay otra sábana con la que me cubriré durante la noche. Me siento en la cama y veo a Alice ya con guantes cambiando la sábana de la cama por una propia, supongo que es lo normal. Maddison, por su parte, está entrando a una puerta que no había notado antes, supongo que es el baño. Esto es raro, nunca he compartido cuarto con nadie, ni siquiera comparto el baño con mi familia. Solo será temporal, solo el fin de semana.

—¡Seremos roomies! —dice Maddison saliendo del baño.

—Sean ordenadas, chicas, o las asesinaré mientras duermen —sonrío con lo que creo que es broma.

—Será divertido —sonrío.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora