Capítulo 12: Hasta mañana

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Escucho el timbre que marca el final del desayuno, veo a los chicos del equipo de soccer empezar a salir de la cancha. Espero a que todos ellos se vayan, tendré que esperar un poco más para que los pasillos se vacíen y nadie vea que me escapo.

O te vas sin entrar a la escuela —me susurra Rojo.

Veo hacia la izquierda del gran edificio que es la escuela, hay un pequeño pasillo que tal vez me lleve hasta la calle sin tener que entrar al edificio. Me levanto y empiezo a bajar las gradas, tengo que irme pronto. Una vez que estoy abajo camino hacia el pasillo, camino rápido y tratando de no llamar la atención. Volteo detrás de mí de vez en cuando para asegurarme de que nadie me sigue. Llego hasta el pasillo, hay dos contenedores grandes de basura, pero no parece haber nadie. Al final del pasillo se ve el estacionamiento, este es mi boleto de salida.

Volteo una vez más hacia el patio, no hay nadie, está todo libre y preparado para que me vaya.

No lo hagas —me advierte Uno.

Pero es demasiado tarde, doy un paso al frente y está decidido. Sigo caminando lo más lento posible para no hacer ruido con mis pisadas, por el temor de encontrarme a alguien a mitad del camino y porque debo ser cuidadosa de donde piso. El suelo se ve muy sucio, pegajoso y, hasta cierto punto, peligroso.

Paso el primer contenedor de basura y veo una puerta abierta que da a la sala de maestros, escucho charlas animadas y veo a los maestros saliendo de allí. Paso lentamente frente a la puerta con miedo a que un profesor regrese y me descubra. Cuando llego al siguiente basurero estoy cubierta, parece ser que esa era la única puerta que da hacia acá.

Empiezo a caminar más rápido porque ahora el peligro está detrás de mí. Volteo hacia atrás con cada paso para estar segura de que nadie me ha descubierto. Sigo así hasta que llegó al final del pasillo y estoy fuera de la escuela.

Tengo que admitir que me siento muy aliviada de salir de ese estrecho pasillo y de la escuela. Solo que no pensé a donde iré, supongo que debo ir a mi casa, mis padres se preocuparan cuando se enteren que no estoy en la escuela.

Ya con un plan empiezo a caminar por la acera hacia la salida del estacionamiento, no sé cuánto tiempo vayan a tardar en descubrir que no estoy, así que trataré de alejarme lo más posible de la escuela. Después de un rato caminando llego hasta el final del estacionamiento, estoy en una calle larga con muchas casas, es algo confuso todo esto. Volteo hacia la derecha y veo muchas casas, a la izquierda es lo mismo, así que debo tomar una decisión. Creo que es mejor la izquierda, me volteo y empiezo a caminar hacia allá, debí pensarlo antes de escaparme, ni siquiera sé dónde está mi casa.

Te lo dije —exclama Uno.

Me muerdo el labio inferior mientras sigo caminando, definitivamente no debí hacer esto, me perderé pronto, tendré que encender mi celular y seré castigada de por vida. Me detengo y volteo hacia atrás, puedo volver a la escuela, aunque eso no es lo que quiero. Suspiro, mejor seguiré caminando, tal vez logre encontrar mi casa o reconocer algo pronto, aunque lo dudo mucho.

Llego a un cruce, no sé si ir a la izquierda o a la derecha, creo que mi casa está hacia la izquierda así que giro hacia allá y sigo caminando. No sé cuánto tiempo ha pasado, ni si debería encender mi teléfono por si alguien me marca, como mis padres. Saco el celular de mi mochila, lo sostengo en mis manos y lo veo por un rato mientras sigo caminando.

Enciéndelo —me ordena Ocho.

Dejo de verlo cuando llego a otro cruce, esta vez cruzo la calle y voy hacia la derecha, sé que si iba a la izquierda pude haber vuelto a la escuela y eso no es lo que quiero. Vuelvo a ver mi teléfono sin saber si de verdad quiero encenderlo, sé que debería hacerlo para que sea más fácil para mis padres encontrarme. Al final siempre hago lo correcto así que lo enciendo y lo vuelvo a guardar en mi mochila. Volteo a ver una tienda junto a mí, es rosa, parece que venden helados y pasteles, se ve bonito y rico. No tengo suficiente dinero para un helado así que sigo caminando hasta que siento una vibración dentro de mi mochila.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora