Capítulo 114: El regreso de un amor

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Después de cenar subo a mi cuarto, tengo unas últimas tareas que hacer antes de la entrega de calificaciones. Mis maestros fueron amables al hacerme los exámenes orales de nuevo. En esta ocasión si acepté el trato especial de buena gana porque mi mente no está al cien para los exámenes escritos.

Entro en mi cuarto y veo a Ethan revisando algo sobre mi escritorio. Él voltea hacia mí y sonríe. Cierro la puerta de mi cuarto y corro hacia él con una sonrisa. Sé que nada de esto es real, pero necesitaba abrazarlo.

—Te he extrañado mucho —le digo—. No me sueltes por un rato, por favor.

Lo escucho reír. Siento que me da un beso en la frente, pero la frase que lo acompañaba nunca llega. Sigo abrazándolo por un buen rato mientras acaricia mi cabello y vuelve a besar mi frente. Después de un rato lo suelto y lo miro, sonrío.

—Si me saliste —digo.

Voy por mi libreta de dibujo y le enseño su retrato. Lo veo sorprenderse y toma mi libreta. Camina hacia cama y se sienta en ella. Lo sigo y me siento junto a él. Lo miro mientras está absorto en mi dibujo, es tal como lo recordaba y mucho mejor que solo mis recuerdos. Me acerco más a él y le doy un beso en la mejilla, quiero tener el mayor contacto con él para no olvidar su tacto. Él me mira y desvía su mirada a mis labios, lo que me hace sonreír. Pero no quiero que mi primer beso sea con una alucinación.

Te salió muy bien —dice al cabo de un rato.

—Hice un par más de ellos, pero ese es mi favorito. Me alegra que si se parezca a ti.

Lo miro mientras hojea mi libreta, pasa y pasa las hojas y se da cuenta de que solo hay dibujos sobre lo que imaginé que tuvimos. Me mira con tristeza, amo sus ojos grises, aun cuando me miran de esa manera tan lastimera.

Todo es sobre nosotros.

—No he podido dibujar nada más en los últimos días. Aparte, extrañaba algunos de los dibujos que hice en la libreta que me regalaste. Bueno, yo creía que los había hecho ahí, pero realmente no sé donde están. Así que en principio solo los estaba recreando.

Deberías pensar en algo más.

—No puedo. Tal vez no seas real, pero fuiste importante para mí y aun no me dejas de gustar. Trato de verlo como un crush con un artista —él asiente con la cabeza como si tuviera lógica.

Pues, si te ayuda está bien.

—Me ha ayudado un poco a darme cuenta en lo poco real que fue. Pero no ayuda a que duela menos.

Lo lamento —sonrío.

—Parece que las cosas no cambian, yo sigo loca y tú sigues disculpándote.

Cállate y ven aquí.

Me acerca a él y me abraza, nos recostamos en mi cama y siento mucha paz.

—Te necesité durante los exámenes —susurro—. Tuve un ataque de pánico y solo pensaba en que necesitaba que tomaras mi mano y me ayudaras a calmarme.

Desearía haber estado ahí.

—Yo también. Desearía que fueras real, que pudiéramos estar juntos y que me hubieras dado mi tan esperado primer beso.

Espera, Ken estuvo saliendo contigo casi un semestre y ¿nunca te dio un beso? —me aleja unos centímetros y me mira con diversión.

—No, él esperaba a que estuviera lista.

¿Nunca lo estuviste?

—Nunca tuvimos momentos tan románticos que me llevaran a desear el beso.

¿Tú y yo los tuvimos?

—Varias veces. En mi cumpleaños Uno me dijo que te besara, pero no me animé a hacerlo —sonrío.

Ahora más que nunca desearía ser real —se ve un poco frustrado.

—Sí, es lo que más duele. Ojalá hubiera podido besarte cuando pensaba que eras real, ahora sería raro. Pero no importa, eso queda en el pasado —sonrío—. Solo quédate conmigo esta noche —me acerco más a él y dejo que su aroma me embriague.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora