Capítulo 29: Cena frente a la fogata

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—Eres toda una artista —dice Kenneth viendo el dibujo que hice hoy.

Maddison y Alice están terminando de arreglarse dentro de la cabaña, así que Kenneth y yo las esperamos en las escaleras de nuestra cabaña. Él tiene mi dibujo en sus manos, lo ve con mucha atención y con una gran sonrisa. Siempre me ha gustado ver lo que el arte provoca en las personas, por eso me gusta dibujar, es más fácil expresarme así. Él voltea a verme, mantiene su sonrisa.

—Eres muy talentosa, ¿cómo se te ocurrió dibujar esto?

—Es lo que veo desde la ventana del consultorio de mi psiquiatra, siempre veo a la misma niña caminando por la calle con un globo en la mano.

—¿Qué significa para ti? —parece interesado, realmente quiere saber.

—Supongo que es importante para mí porque siempre es la misma niña y siempre con un globo, es algo constante. Siempre la veo, aunque el globo no sea del mismo color cada día —bajo la mirada a mi dibujo, aún está en su mano.

—¿Por qué el globo es amarillo?

—Al principio pensé en hacerlo rojo, porque cuando imagino un globo siempre lo imagino rojo. Pero ese color es conflictivo para mí, en cambio, el amarillo es bonito y es un color feliz.

—¿Color feliz?

—La gente suele representar la tristeza con el color azul, yo también lo hago. Pero cuando pienso en litio imagino el color amarillo, el litio es el tratamiento más común para la depresión. Así que, si el azul es tristeza, el amarillo es felicidad.

Lo veo sonreír, ve de nuevo mi dibujo y asiente lentamente con la cabeza.

—Me gusta el dibujo, es muy bueno —me regresa mi dibujo y me examina unos segundos—. Por cierto, te ves hermosa —pasa su mano por mi cabello.

—Gracias, tú también te ves bien —le sonrío.

Lo veo inclinarse hacia mí y antes de que llegue más lejos Maddison abre la puerta. La veo sorprenderse y hacer una mueca, le sonrío y me levanto para que vayamos a la fogata, Alice sale de la cabaña y baja rápidamente los escalones que la dejan frente a mí. Parece emocionada, lo que hace que me emocione más y empiece a caminar con ella siguiéndome. Dejamos detrás a Maddison y Kenneth, volteo y los veo hablando. Regreso mi mirada al frente y sigo mi camino junto a Alice, ella y yo no hablamos mucho, supongo que ambas nos llevamos mejor con Maddison. Espero que algún día podamos hablar bien juntas.

Veo frente a nosotras la fogata, las demás personas se están acercando desde todas las direcciones. Camino más rápido hasta que veo a Chase White y a los organizadores frente a la fogata, todos están sonriendo ampliamente, me pregunto si no se les entumirán las mejillas de sonreír tanto. Veo una banca vacía a mi izquierda, me acerco y me siento en ella, veo a Alice empezar a limpiar el lugar donde se sentará. Sonrío mientras lo hace, Maddison llega y se sienta a mi derecha y Kenneth se sienta a mi izquierda. Nos quedamos esperando unos segundos, me concentro en el fuego, es extremadamente peligroso y hermoso.

—Es una noche bonita, ¿no crees? —volteo a ver a Kenneth, él me está sonriendo, después alza la mirada al cielo.

Hago lo mismo, veo las estrellas bañando el cielo y la luna entre todas ellas.

—Sí, parece una noche bonita —contesto desviando rápidamente la vista, la luna me pone nerviosa.

—Every, yo tengo...

—¡Hola, hola, hola chicos! —dice Chase White a través de un megáfono—. ¡Acérquense rápido, es nuestra primera fogata, hay que disfrutarla! —siempre parece tan lleno de energía, me asusta un poco—. Bueno, todos hemos escuchado que se hacen en las fogatas, azar malvaviscos y contar historias de terror y, claro que haremos eso, pero primero vamos a cenar algo decente.

Veo a los organizadores empezar a repartir la comida, Kenneth me pasa un plato en el que veo dos quesadillas y una pasta con un guiso blanco. Por lo general no suelo comer cualquier cosa de la que no conozco su método de preparación, pero hoy quiero ser solo una chica normal. Tomo el plato y espero a que el resto de mis amigos tengan el suyo, veo a un organizador con guantes servir comida en un plato frente a Alice, ella duda antes de tomar el plato y agradecer.

Cuando todos tenemos platos empiezo a comer, las quesadillas saben bien, lo que es interesante porque casi no como queso. La pasta sabe mejor de cómo se ve, espero que después de esto si nos den malvaviscos, siempre he querido probarlos. Comemos en silencio hasta que un organizador toma una guitarra y empieza a tocar algo, suena muy bien. Otro organizador empieza a cantar mientras hace sonar una pandereta, otro sigue el ritmo con la banca en la que está sentado. Los demás organizadores siguen cantando y algunos de mis compañeros se les unen, entre ellos Kenneth. Lo volteo a ver, él está cantando y sonriendo, se ve lindo.

—A parte de estrella del fútbol ¿eres estrella de la música? —le dice Maddison.

—Y es guapo —le recuerda Alice.

—¡Eso es injusto! —escucho a Kenneth sonreír.

—No soy una estrella de la música y solo soy algo bueno jugando fútbol.

—Y muy modesto —le digo yo, él me mira y me sonríe.

—Yo... —empieza a decir, pero lo interrumpe un organizador pasando a recoger los platos vacíos.

Le doy el mío y sonrío, Maddison y Alice hacen lo mismo, Kenneth sigue comiendo así que el organizador se va sin su plato. Los demás organizadores empiezan a cantar otras canciones, volteo a ver a todos, parecen estar pasándola bien, hasta Mackenzie quien no ha tocado su comida. No necesito hablar con mis amigos para saber que están junto a mí y eso me hace ser feliz. Tal vez a esto es a lo que se refería mi psiquiatra, no necesito ser una persona normal para ser feliz. El amarillo no es el único color feliz.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora