Capítulo 76: Mamá quiere pelea

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Las paredes retiemblan con los gritos de mi madre, quien, tal como predije, exige la cabeza de los tres que me atacaron. Hannah sigue junto a mí, no se ha apartado de mi lado desde que me trajo a la enfermería. Ella les dijo los nombres de mis tres atacantes e incluyó a Carter como cómplice, aunque traté de defenderlo argumentando que él no me había hecho nada.

—¡Tienen que tener un castigo esos cuatro delincuentes! ¡No pueden dejar que lastimen a una alumna sin recibir una reprimenda! —me voltea a ver—. ¡Mi pobre niña está lastimada!

Trago saliva con dificultad, sintiendo la mano de mi padre sobre mi hombro en señal de apoyo. A él no le gusta mucho pelear, pero está aquí para mí, dejó su trabajo para estar aquí; igual que mi madre, solo que a ella si le gusta pelear.

—¡Si ustedes no hacen nada los demandaré! ¡A la escuela y a esos cuatro chiquillos delincuentes!

Veo a Hannah sonreír, ve a mi mamá con orgullo.

—¡Señora! —habla fuerte la psicóloga para que mi madre le haga caso—. Déjeme hablar un segundo. La directora tiene a los cuatro chicos en la dirección, ya llamó a sus padres y tomará cartas en el asunto. Evidentemente esto no se quedará así y los cuatro chicos recibirán un castigo.

—Pues ahí es donde debo estar, ¡sus padres van a oírme!

Toda la escuela la está oyendo —Maddison aparece recargada sobre la pared, justo detrás de Hannah.

—Está bien, iremos ambas. Pero primero necesito que Every me cuente todo lo que pasó, con lujo de detalles, no omitas nada —me mira.

—Está revictimizándola haciendo que reviva el ataque —la acusa mi madre.

—Puedo hacerlo, ya no me puede pasar nada peor —eso hace que mi padre ponga presión en mi hombro.

—¿Segura? —me pregunta él.

—Sí —suspiro y pienso como comenzar—. Llevo un par de días tratando de hacer nuevos amigos para no seguir estando sola —eso hace que mi madre lleve su mano hacia su boca y me mire con tristeza—. Hablé con un par de personas, pero creo que no es mi fuerte y solo me limitaba a hablar de trastornos mentales —veo a Hannah sonreír—. Pero ese no es un tema que le guste a mucha gente. Ayer hablé con un chico sobre trastornos de la conducta alimentaria.

—El chico es Carter —aclara Hannah.

—Sí, así le dijeron. Pero se me escapó mencionar que Mackenzie tiene bulimia. Lo sé porque es muy delgada, come muy poco y tiene marcas en los nudillos por inducirse el vómito —justifico mi respuesta—. Mi psiquiatra y Maddison ya me habían dicho que no divulgara eso, pero al hablar del tema no pensé demasiado y lo mencioné —la mención de Maddison pone tenso el ambiente—. Hoy iba a mi salón despues del desayuno y me encontré a esos cuatro, me dijeron que los tenía cansados y que no solo querían intimidarme. Entonces Mackenzie me preguntó por un apodo que le puso Maddison y le dije dos que solía usar, Vomitenzie y Macklímica.

—¿Le decía así a su compañera? —me pregunta mi madre, parece molesta.

—Le decía así a la chica que nos molestaba cada que se metía con nosotras, que era siempre —nos defiendo—. Pero solo lo hacía cuando ella estaba cerca y nos llamaba locas, sobre todo cuando me decía algo a mí.

—Eso no lo justifica —me regaña la psicóloga.

—¿Qué se supone que debían hacer? ¿Dejar que las molestara sin decir nada? —pregunta Hannah.

¿Cuándo se volvió buena? —pregunta Maddison sorprendida.

—Podían haberme dicho.

—Los maestros se daban cuenta de esto y la regañaban, pero eso no la detuvo nunca.

—Bueno, no importa. Es bueno que me hayas dicho toda la verdad —me dice la psicóloga, luego voltea a ver a mi madre—. Vamos a la dirección, los padres no tardan en llegar.

Mi madre camina hasta mí y me da un beso en la frente, luego sale de la enfermería, lista para seguir peleando por mí. Volteo a ver Hannah y le sonrío, ella me devuelve la sonrisa. No creo que sea mi amiga, pero al menos sé que en esta escuela de porquería puedo contar con ella.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora