Abro los ojos, de nuevo me encuentro en un hospital. Es de noche fuera de la ventana y no hay nadie más aquí. Suspiro y recargo mi cabeza sobre mi almohada. Es raro que solo seamos nosotros de nuevo, ya me había acostumbrado a la presencia de Maddison. Pero me alegra un poco que no estén ni ella ni Ethan, si no se me hubiera hecho más difícil aceptar la verdad.
Tengo que admitir que tuve un pequeño periodo depresivo por ese problema. Me costó aceptar que nunca fue real y que todo me lo inventé. Pero con ayuda de mis padres lo fui asimilando poco a poco. También tengo a Hannah y Kenneth que me ayudan a saber que de lo que pasa es real y que no.
Me gustaría volverlo a ver, aunque sea una vez. Me gustaría poder volver a abrazarlo y estar cerca de él como ese día en mi cumpleaños.
Veo sobre la pequeña mesa junto a la camilla una de mis libretas de dibujo, la más reciente. Mis padres me la compraron para animarme y solo he dibujado mis recuerdos con Ethan en ella. La tomo y voy viendo cada uno de los dibujos que he hecho, tratando de aferrarme a ellos porque son lo único que me queda de él. Miro el recuero de mi cumpleaños, nuestras manos entrelazadas debajo de nuestra mesa y veo su retrato. Acaricio cada una de las líneas que forman el dibujo, trato de imaginar que vuelvo a estar junto él, escuchando su respiración, sintiendo sus latidos debajo de mi mano y respirando su aroma. No sé como me pude haber inventado todo eso, pero si mi esquizofrenia fuera un artista, Ethan sería su obra maestra.
Sonrío y me acuesto en la camilla, abrazando mi libreta de dibujo. Lo mejor es que siga durmiendo, mi mente necesita un descanso.
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El club de los trastornados
Ficção AdolescenteEvery descubrió a los 10 años que tiene esquizofrenia, las voces que al principio eran imaginarias ahora son amigos y compañeros eternos. Cuando ella entra a la preparatoria Sigmund Freud decide hacer público su diagnóstico para evitar cometer los m...
