Capítulo 71: La casa del terror

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—Every —escucho que me llaman.

La voz es conocida y suave, justo como Maddison. Frente a mí hay un largo pasillo oscuro, el suelo por el que camino está viscoso y el aire está inundado por el aroma metálico de la sangre. Camino lentamente, atenta a cada uno de los ruidos de mi alrededor porque desde hace rato no escucho a ninguna de mis voces, como si hubieran decidido no formar parte de esta situación tenebrosa.

Escucho un ruido extraño detrás de mí, volteo y veo la silueta de una persona contorneándose de manera extraña y casi inhumana. La silueta pasa por un halo de luz lejano y puedo distinguir el cabello y rostro de Maddison, lo que no entiendo es porqué se mueve de esa manera tan extraña. Da un paso lento hacia mí, lo que me hace retroceder un poco, siento el piso hacerme resbalar, tengo que andarme con cuidado aquí. Volteo hacia al piso por un instante y cuando levanto la mirada veo a Maddison correr rápidamente hacia mí. El miedo me hace retroceder rápidamente y terminar resbalándome con el suelo, lo que me hace caer de espaldas y llenarme del líquido que llena el piso. Al caer cierro los ojos, cuando los abro veo como Maddison se acerca bruscamente hacia mí, ya solo está a escasos centímetros de mí.

Abro los ojos con un grito, me siento sobre mi cama y miro lo que tengo alrededor, es mi cuarto. La luz azul de mi lámpara ilumina cada rincón de la habitación. Suspiro con alivio, todo eso solo fue un sueño. Siento la boca seca, así que me levanto lentamente de mi cama para buscar un vaso de agua antes de seguir durmiendo.

Salgo de mi cuarto y bajo lentamente las escaleras para no hacer mucho ruido. Al llegar al pasillo, volteo hacia la derecha, el pasillo está oscuro y la puerta del cuarto de mis papás está cerrada. Todo está sereno y en orden. Camino por el pasillo y bajo las escaleras rápidamente, por suerte no hago demasiado ruido, no quiero despertar a nadie.

Toda la casa está completamente a oscuras, un cosquilleo recorre mi cuerpo y eriza mi piel. Esta es la primera vez que mi casa me da miedo.

No tiene por qué, solo está todo oscuro.

Escucho la voz de Maddison y volteo hacia las escaleras, donde ella está sentada.

—No hagas mucho ruido, mi familia está dormida —susurro.

¿Olvidas lo que dijo la psiquiatra? No soy real, soy un invento de tu cabeza, no importa lo fuerte que grite, nadie va a escucharme —grita tan fuerte que me obliga a taparme los oídos—. Nadie más que tú, claro está —sonríe.

Espero unos segundos en silencio, efectivamente, nadie más la escuchó.

—Bueno, entonces no hagas mucho ruido para no molestarme a mí.

Me doy la vuelta y camino hacia la cocina, escucho los pasos de Maddison siguiéndome, realmente es muy ruidosa. Llego a la cocina, tomo un vaso de la alacena y lo lleno de agua. Bebo un sorbo y camino de regreso a mi cuarto, pero esta vez no veo a Maddison por ningún lado. Subo las escaleras rápido y sin hacer ruido. Cuando llego al pasillo algo cambia, un aroma de sangre llega hasta mi nariz, tal como en el sueño.

Every —el susurro de Maddison me hace saltar y regar un poco de agua en el piso.

Volteo hacia las escaleras, donde escuché la voz de Maddison. La veo al final de la escalera, retorciéndose igual que en mi sueño, solo que esta vez es real. Ella voltea a verme y sube rápidamente las escleras, lo que me asusta y me hace resbalar con el agua que tiré hace unos segundos.

Caigo al piso, me golpeo la cabeza y me mojo con lo que quedaba de agua en mi vaso. Abro los ojos y veo la luz del pasillo encendida, no hay rastro de Maddison. Solo veo a mis padres acercándose a verme.

—¿Estás bien? —me pregunta mi padre.

—Nos diste un buen susto —dice mi madre.

—Sí, solo iba por agua.

—Ya sabes que debes encender las luces para bajar —me regaña mi madre.

—Voy a traerte más agua —mi padre toma el vaso y baja las escaleras.

—Vamos a tu cuarto.

Mi madre me ayuda a levantarme y me acompaña hasta mi cuarto. Espero no haber hecho demasiado ruido como para levantar a mis hermanos. Mi madre enciende la luz de mi cuarto, mientras yo camino hasta mi cama y me siento en ella. Mi padre entra en el cuarto y me acerca un vaso con agua, me lo entrega para que beba un poco.

—Limpiaré todo, tú sigue durmiendo —me dice mi padre.

—Descansa, mi niña —me dice mi madre.

Mi padre me da un beso en la frente; mi madre uno en el cachete. Caminan juntos hasta la puerta de mi cuarto, él me voltea a ver un segundo más y sonríe. Apaga la luz y cierra la puerta al salir. Bebo un poco de agua y dejo el vaso sobre mi mesa de noche. Me acuesto en mi cama, ha sido una noche demasiado agitada por culpa de Maddison, espero que mañana esté más tranquila.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora