Capítulo 136: Visita a una vieja amiga

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Mañana temprano nos vamos al campus y antes de que esto inicie tengo que despedirme de ella. Ken me está haciendo el favor de llevarme hacia allá. Veo el camino y pienso que nunca he ido a verla hasta ahora.

—¿Ya tienes todo listo para mañana?

—Sí.

—¿Estás emocionada?

—No he pensado mucho en eso.

—Yo lo estoy.

—Nunca te he preguntado que estudiarás.

—Tampoco me entusiasma demasiado como a ti el arte —eso hace que voltee a verlo—. Me aceptaron sobre todo por el futbol, eso si me entusiasma, pero mis padres creen que eso no es algo real.

—¿Qué te obligan a estudiar?

—No me obligan, me dejaron escogerlo. Voy a estudiar gastronomía, realmente no es tan malo, me gusta cocinar.

—Pero te gusta más el futbol.

—Sí, solo digo que a veces desearía tener padres que apoyen mi decisión sin preocuparse demasiado, como los tuyos.

—Solo lo hacen porque no me creen capaz de hacer algo más.

—No puedes estar segura de eso.

Pero es verdad, nadie cree que pueda hacer algo que no se relacione con el arte, ni siquiera yo lo creo.

Veo el cementerio, ya llegamos. Entramos en el estacionamiento y nos detenemos en el primer lugar vacío que encontramos. Salgo de su auto y camino hacia el cementerio. Ken llega junto a mí y toma mi mano, entrelaza nuestros dedos y acaricia el dorso de mi mano con suavidad.

—No había venido aquí desde su funeral.

—Yo tampoco.

—Eso nos trajo una pelea.

—Sí, no soporté ver a las personas falsas y tal vez me desquité un poco contigo.

—¿Un poco? —está sonriendo.

—Tal vez más que eso.

—¿A qué personas falsas te referías?

—Mackenzie, principalmente, pero también vi a Hannah llorando como si hubieran sido grandes amigas.

—Aunque no lo creas, hubo un tiempo en que lo fueron —lo miro con el ceño fruncido—. De pequeñas lo eran, cuando entramos en secundaria se distanciaron, eran muy diferentes entre sí. Pero a Hannah le seguía agradando, aun cuando se volvió más distante.

—¿Entonces sí le dolió?

—Mucho, la conocía de toda la vida, igual que yo.

—Lamento haber dicho que eras falso.

—Entiendo que te sentías mal.

Nos detenemos frente a su tumba, dice su nombre y las dos fechas importantes, cuando nació y cuando se suicidó. Encima de ella hay un ramo de flores recién puesto, su madre debe venir todos los días. Me siento frente a la tumba.

—Hola, sé que estás muerta y no creo que sea justo. Desearía haber terminado el semestre contigo y haber ido a ese estúpido baile contigo y Alice —siento lágrimas escurriendo por mis mejillas—. Desearía que siguieras con nosotros y que pudiéramos ir a la universidad juntas. Desearía tenerte, en vez de conformarme con tu suéter feo —el cual traigo puesto—. Desearía haberte dicho lo importante que eras para mí y lo mucho que te quería.

Seco mis lágrimas y acaricio la tierra debajo de la cual está. Era joven cuando se suicidó y no la puedo juzgar por ello.

—Te extrañé tanto que te volví a ver, a veces fue positivo, otras veces no mucho. Me distraías en clase y Ken tuvo que ser mi tutor. Cuando conseguí amigos desapareciste de nuevo, siempre cuidando de mí —sonrío—. Es injusto que yo vaya a la universidad y tú no, nada de lo que te pasó fue justo. Pero no te preocupes, no voy sola, no tendrás que cuidarme allá, quédate aquí con tus padres y tu hermano. Voy a estar bien y nunca te olvidaré.

Saco de mi bolsillo el dibujo que le hice y lo pongo sobre la tierra. Veo el retrato que le hice, como la recuerdo, con su cabello rubio largo y esa sonrisa triste. Maddison siendo Maddison, depresiva, loca, defensora y mi mejor amiga.

—Te quiero, Maddison —las palabras que nunca le dije y nunca supe si harían la diferencia entre su vida y su suicidio.

Ken se sienta junto a mí y me abraza. Nos quedamos en silencio viendo la tumba de Maddison y el atardecer. Tal vez para hacerla desaparecer debí hacer esto y no inventarme a Ethan. Tal vez si ella hubiera estado viva nunca lo hubiera inventado ni perdido.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora