Capítulo 141: Carta misteriosa

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Voy saliendo con Gast y Cind de la clase del maestro Henry, nuestra última hora del día. Gast y Cind caminan viendo mi dibujo, les hablé de la técnica de las lágrimas y estaban interesados en verlo.

—¿Cómo puedes convertir algo triste en algo artístico? —me dice Cind.

—Es Every, su mente es de artista —le responde Gast devolviéndome mi dibujo

—Transpira arte —dice Cind entre risas.

Ella se detiene y Gast y yo nos volteamos para verla.

—Aquí terminarás, estoy segura de ello —dice señalando la pared donde hay trabajos de estudiantes.

—Tampoco te pases, el cuadro del océano es magnífico —digo.

—Claro que es genial y eso también lo es —dice Cind señalando mi dibujo.

Iba a contestar algo cuando siento unas manos abrazándome por la espalda lo que hace que me sobresalte.

—Hola —saluda Ken.

—Me asustaste.

Cind sonríe.

—Ustedes son tan tiernos, me hacen creer en el amor —luego entrecierra los ojos—. Aunque me molesta un poco que la hayas hecho llorar.

—¿Por qué asumes que fue él? —pregunta Gast.

¡Diablos! No esperaba que hiciera eso.

—¿Llorar? ¿De qué habla? —Ken se para a mi lado y me mira.

—No es nada, solo un dibujo que hice.

—Me voy, antes de decir algo que haga que terminen —dice Cind.

Ella y Gast se alejan rápidamente.

—Bueno, antes que nada. Hola —se acerca y me da un beso rápido en los labios—. No sabes cuanto extrañe eso.

—Ayer nos vimos —sonrío.

—Ayer fue hace una eternidad y es una agonía existir sin besarte. De haber sabido que sería tan adictivo, no lo hubiera hecho —eso me hace sonreír.

—También tienes algo de artista, tal vez tu camino era la literatura y no la gastronomía —eso lo hace sonreír.

Siento su celular vibrar por un mensaje y parece desear ignorarlo, pero lo hace más veces, así que lo ve. Lee los mensajes rápido.

—¡Diablos! Olvidé algo, tendré que ir a mi salón.

—Bueno, ¿nos vemos mas tarde para que me lleves a mi terapia?

—Claro, solo busco lo que olvidé y voy a tu habitación.

—Está bien.

Asiento con la cabeza y me dispongo a salir, pero él me toma entre sus brazos y me da varios besos seguidos.

—Me besas como si fuera la última vez que nos veremos.

—Así es mejor.

Sonríe y se aparta, muerde su labio inferior y sale del edificio. Exhalo y también salgo de aquí, me apresuro a llegar al edificio Qu, quiero descansar un poco antes de ir a mi sesión de esta tarde. Llego al edificio de habitaciones y voy al elevador, presiono el botón y este sube rápidamente. La puerta se abre y cuando voy en el corredor veo a Sophie, ella está al teléfono, pero me saluda con la mano.

Llego a mi habitación y camino a mi escritorio, ahí dejo mi mochila y veo un sobre encima de él. Examino el sobre, solo tiene mi nombre escrito, pero esa caligrafía la distingo, es la de Ethan, recuerdo muy bien su letra. Miro el sobre con el ceño fruncido y me dispongo a abrirlo cuando llaman a mi puerta. Dejo el sobre en mi escritorio y voy a abrir la puerta.

—Tal vez corrí un poco —dice Ken desde fuera.

—Hola —lo saludo.

Él sonríe y me da un beso rápido, lo dejo entrar y cierro la puerta, me recargo sobre ella uno segundos hasta que Ken me atrae hacia él y vuelve a besarme. Esto es agradable, pero siento que si seguimos así nuestra relación solo será física.

—Ken, espera. Tengo que ir con mi psiquiatra.

—¿En cuánto tiempo?

—Una hora.

—Bueno, aun tenemos algo de tiempo —me da un beso más.

—No vamos a pasar una hora besándonos, ¿verdad?

Me da miedo que esto pueda escalar, cuando me besó la primera vez tocó mi piel y se sintió bien, pero, ¿qué haré si quiere llevar esto más lejos? ¿Estoy preparada para eso?

—Bueno, podemos hablar, hace rato tu amiga dijo algo sobre que lloraste.

¡Rayos! De eso no quiero hablar.

—Es solo que extrañé a mi familia mientras hacía un dibujo.

Sonríe y acaricia mi mejilla con ternura.

—Me muestras el nuevo dibujo.

—Sí, está en mi mochila —digo buscándola, no recuerdo donde la dejé.

Ken sonríe y va hacia mi cama para sentarse. Busco alrededor y no la veo, me acerco a mi escritorio y la encuentro, ¿cómo pude olvidarlo? Veo lo que hay encima y frunzo el ceño, ¿dónde está el sobre? Busco alrededor, pero no está.

—¿No viste un sobre aquí? —señalo el lugar donde estaba y veo a Ken, está viéndome desde mi cama.

—No vi nada, solo como buscabas tu mochila —sonríe con diversión.

—Quizás lo imaginé.

¿Para que buscaba mi mochila? La veo y luego veo a Ken, él no me aparta la mirada, ¿qué espera?

—Me ibas a enseñar tu dibujo nuevo —dice al cabo de unos segundos y se ríe.

—Claro, perdón.

Tomo mi mochila y lo saco de entre mis libretas. Se lo paso y veo como lo examina, pasa su mano donde cayó mi lágrima y sonríe.

—¿Siempre pensaste hacer esto? Porque la lágrima encaja perfectamente con el dibujo.

—No, originalmente iba a ser un árbol, pero cuando la lágrima cayó sobre el papel improvisé un poco.

—¡Increíble! Es genial.

Deja de ver el dibujo y me mira a mí, su mirada me atrae. Camino hasta él, pongo el dibujo sobre mi escritorio y ahora soy yo la que lo besa, creo que le gusta mi iniciativa porque sonríe y acaricia mi cintura. Me carga para que me siente sobre sus piernas y continuamos en esto.

No estoy segura de que hagamos esto durante una hora y sigo con el miedo de que esto sentencie nuestra relación a algo exclusivamente físico, pero me gusta como me hace sentir. Este placer, este éxtasis, tal vez conocerlos me hagan una mejor artista. ¿Qué es la vida sin arte? ¿Qué es el arte sin pasión?

O tal vez solo soy una adolescente normal que quiere explorar su sexualidad, ¿las personas con trastornos mentales también podemos sentir deseo sexual?

Creo que sí —me responde Uno agitada.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora