—¡Feliz cumpleaños!
Me levanto algo exaltada por el susto de la felicitación. Veo a mi madre cargando mi pastel de cumpleaños, a mi padre grabando y mis hermanos sosteniendo los regalos. Sonrío, me levanto de la cama y los abrazo a todos.
—Abre los regalos —me dicen mis hermanos al unísono.
Me siento en mi cama y abro la primera bolsa, dice que es de mis hermanos y en ella hay una blusa bonita color amarillo. Sonrío y la pongo sobre mi cama, me acerco a mis hermanos y los abrazo. Luego tomo la bolsa de mi madre y la abro, en ella hay un videojuego de carreras que quería para aplastar a mis hermanos.
—Gracias, justo el que quería. ¡Ya conocerán la derrota! —les digo eso a mis hermanos, ellos se ríen.
Acerco la última bolsa y la abro, en ella hay una tableta gráfica.
¡No me lo puedo creer! —dice Uno emocionada.
Agradécele a papá —me recuerda Ocho.
No te la mereces —me susurra Negro.
Pero la emoción vence sus palabras feas y me hace sonreír. Me levanto y abrazo a mi padre, él sabía cuanto la quería. Amo que me conozca tanto.
—Ahora podrás dibujar en digital —me susurra mientras me besa la frente.
Ese pequeño acto me recuerda a Ethan, por lo que volteo a ver la libreta que me regalo en la madrugada y que dejé en mi escritorio para no olvidar que lo de anoche fue real.
—Muchas gracias a todos.
—¡Papá avergonzó nuestro regalo! —dice Daniel.
—¡Ahora papá debe morir! —le sigue Connor.
Ambos hacen como si desenfundaran unas espadas y se preparan para atacar a nuestro padre.
—Toma la cámara —le dice a mi madre—. Me llevaré el pastel porque tengo que huir.
Dicho eso, mi padre sale de mi cuarto con el pastel en manos y corriendo lo mejor que puede mientras Connor y Daniel lo persiguen como si lo fueran a matar.
—Te tengo este otro regalo, no iba a dejar que tu padre me ganara.
Me pasa una bolsa de regalo más, la abro y veo un lápiz táctil para la tableta, unos guantes que he visto que los artistas usan con las tabletas y una funda de la famosa pintura La noche estrellada de Vincent van Gogh.
—¡Me encanta! Gracias —digo mientras la abrazo.
—Alístate, ahora desayunaremos aquí y más tarde saldremos a pasear.
Asiento con la cabeza, ella me abraza una vez antes de levantarse y salir de mi habitación. Escucho mi celular vibrar, me acerco y lo contesto, es una videollamada de mi primo Oliver.
—¡Feliz cumpleaños! —me dicen todos mis primos a la vez, lo que me hace sonreír.
—¡Gracias!
—¿Qué te regalaron? —me pregunta Cassandra.
—Acá ya es algo tarde, pero sigue siendo tu cumpleaños —me dice Anna con mucha emoción.
—Calmados todos, escuchemos a Every —ordena Oliver.
—No esperaba su llamada, me alegra mucho verlos —digo con una gran sonrisa.
—Estamos mejorando como primos —dice Manuel, uno de los medianos
—Ya veo, muchas gracias. Y mis hermanos me regalaron una blusa —se las muestro—, mi madre un videojuego —también lo muestro— y mi padre los humilló a todos regalándome una tableta gráfica. Pero mi madre odia perder, así que me regalo accesorios para la tableta.
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El club de los trastornados
Teen FictionEvery descubrió a los 10 años que tiene esquizofrenia, las voces que al principio eran imaginarias ahora son amigos y compañeros eternos. Cuando ella entra a la preparatoria Sigmund Freud decide hacer público su diagnóstico para evitar cometer los m...