Capítulo 113: Nuevo tratamiento

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—Sé que será bueno para ti —me dice mi psiquiatra—. Te va a ayudar conocer a personas como tú.

Miro la puerta y dudo un poco, este nuevo tratamiento me tiene un poco insegura. Suspiro y abro la puerta, creo que estoy llegando unos segundos tarde, pero espero que no sea demasiado preocupante. Las personas están sentadas en un círculo hecho con sillas, me acerco a una vacía y me siento en silencio. Veo a todos lo que están ahí, son jóvenes como de mi edad, supongo que todos son adolescentes.

Uno de ellos está hablando sobre una alucinación que tuvo con un perro que lo perseguía por el parque. Una situación que pudo haber sido real, pero que realmente no lo era, justo lo que me pasa con las arañas.

—¿Alguien más quiere compartir algo? ¿Quizás la nueva? —dice el moderador y me mira, es el único adulto de la habitación.

—¿Yo?

—Solo si tienes algo parecido que contar —sonríe con amabilidad.

No hables de Ethan —me dice Ocho.

No lo iba a hacer, pero asiento con la cabeza.

—Di tu nombre y luego cuenta lo que te pasó.

—Bueno, mi nombre es Every. A mí me pasan situaciones parecidas con arañas —veo que varios asienten con la cabeza, me pregunto si es por lo que digo o por las voces que escuchan—. Siempre estoy viendo arañas pasar cerca de mí y, como le dije a un amigo, prefiero intentar matarlas y quedar como rara porque no son reales a que me piquen —escucho que algunos ríen tímidamente, me duele un poco mencionar a Ethan porque no es real—. Uno de las peores experiencias fue en clase de ciencias, una araña estaba sobre mi mano y lo que tenía cerca para matarla era un bisturí. Nada salió bien, terminé clavándome el bisturí en la mano.

Me quedo callada y veo la cicatriz en mi mano, así sé que fue real.

—¡Que intenso! —dice el moderador—. ¿Tu mano está bien?

—Sí —la levanto y la muevo—. Me dijeron que tuve suerte de no haber lastimado ningún músculo o nervio importante. Pero los psiquiatras del hospital anotaron la visita como un intento de suicidio, aun sabiendo la historia y mi diagnóstico. Es algo frustrante —veo a varios chicos asentir con la cabeza.

—Todos aquí te entendemos, para eso es este grupo de apoyo. Todos aquí tenemos esquizofrenia y nos reunimos para hablarnos sobre lo que vivimos para ayudarnos a diferenciar la realidad de la enfermedad —sonríe—. Si tienes otra historia que contar más adelante que tengas más confianza, puedes hacerlo.

Asiento con la cabeza, tal vez algún día les cuente de Ethan, sería interesante saber lo que piensan al respecto. Otro chico cuenta una historia similar con abejas y una chica habla de una ardilla que imaginó que la atacó dentro de su casa. Mi conclusión es que para la esquizofrenia los animales son extremadamente peligrosos y deberíamos alejarnos de ellos. Algo que confirma Ocho.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora