Capítulo 7: Amigas por primera vez

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Recuesto mi cabeza contra el sillón de la sala de espera, mi papá adoptivo está hojeando una revista junto a mí. Hoy salió temprano del trabajo así que quiso acompañarme a mi visita al psiquiatra.

—¿Hoy fue un buen día en la escuela?

No le contestes —me ordena Rojo.

—Sí, tengo dos nuevas amigas —le contesto ignorando la orden de Rojo.

Ni una simple orden puedes acatar, eres una inútil —me regaña Negro.

—¿En serio? ¿Cómo son ellas? —dice dejando la revista de lado y poniéndome mucha atención.

—Maddison es linda, tiene el cabello rubio y ondulado. Y Alice es asiática, con el cabello extremadamente lacio y la voz muy chillona.

—Suenan agradables.

—Lo son, pero otra chica llamada Mackenzie las molesta.

—¿Por juntarse contigo?

—Por estar igual de locas que yo —me arrepiento al instante cuando siento la mirada furiosa de mi padre puesta en mí.

—¿Cuántas veces tenemos que decirte que no estás loca?

—Perdón, es la costumbre. Alice tiene TOC —no le digo de Maddison por temor de que me prohíban juntarme con ella.

—¿En serio?

—Sí, hoy tuvimos una pelea por su culpa. Estuvo limpiando una bandeja durante un buen rato y Mackenzie nos atacó.

—¿Y nadie hizo nada?

—Maddison nos defendió y después llegó Kenneth a meterse en lo que nadie lo llama.

—Suena como un buen chico.

—Es un metiche que trata de salvarme siempre.

—¿Por qué lo dices?

—Desde que sabe que tengo esquizofrenia me ha seguido para "cuidarme". Pero eso es acoso, ¿no? —lo veo dudar por unos segundos.

—Sí, lo es. ¿Ya no lo hace?

—Le pedí que parara el lunes —digo frunciendo los labios.

—¿Mamá sabe de esto?

—¿Sí, le dije ese día, creí que ella te había dicho —él suspira.

—Sí me dijo, pero nunca mencionó el nombre del chico.

—Tal vez olvidé decírselo.

—Tal vez —repite él no muy convencido.

La puerta color caoba que está frente a nosotros se abre, de ella sale una chica bajita y rolliza acompañada de April Hale, mi psiquiatra desde hace casi ocho años. Esta última lleva el cabello castaño y corto sujeto en una media cola que le llega hasta los hombros, tiene unos lentes circulares color negros y su bata blanca bien puesta para que nadie olvide que es doctora. Siempre la he encontrado linda, su piel morena es lo que más me gusta de ella.

La doctora fija su mirada en mí y sonríe ampliamente. Despide a su paciente anterior y se acerca a nosotros.

—Every Saenz siempre tan puntual —me dice.

—No nos gusta llegar tarde.

—Lo sé, ¿pasamos?

Asiento lentamente con la cabeza, me pongo de pie y la sigo hacia su consultorio, al que ya estoy acostumbrada. Ella abre la puerta y pasamos juntas, del lado derecho hay una pared llena de estantes repletos de libros, frente a los estantes está su escritorio con un monitor y algunos adornos de doctores. Justo frente a la puerta hay un gran ventanal que da hacia la calle, es mi parte favorita de todo este lugar, frente a ella hay un diván beige, una mesa de centro y un sillón. A la izquierda hay más libros y diplomas de la doctora.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora