Capítulo 22: Ame No Murakumo No Tsurugi

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Kanae se proponía en seguir la batalla, pero al contrario de lo que esperaba sólo se puso a un lado y guardando su espada directamente, por un lado no entendía lo que sucedía pero por el otro era claro que había decidido rendirse y no continuar, quizás era por el hecho de sentir piedad y reconocer los sentimientos del dios en lo más profundo de su alma, eso era un pensamiento muy recurrente en las emociones de la cazadora de las flores, además por su enorme poder tenía todas las de ganar contra Susano. 

--No voy a seguir luchando, sé que dije que tenía que proteger a mis hermanas, pero te voy a dar una oportunidad de enmendar tus errores, por eso vamos a ir al Cielo y le pedirás perdón a nuestra madre, ¿te parece bien?--Aconsejó la pilar de las flores ofreciendo su mano como señal de amabilidad y fortuna, realmente me tenía impresionada su actitud bondadosa y a pesar de haber tenido una dura batalla contra las cuerdas, tuvo la gran decisión de dejarlo vivir, la pregunta es si la deidad se dejará rendirse de aquella manera tan humillante. 

--¿Yo? ¿Perder? Jajajajajaja, que graciosa, yo nunca me rendiría, mucho menos voy a pedir perdón a alguien que se cree la mejor sólo por ser la más mayor de nosotros tres, incluso Tsukiyomi tiene un mejor puesto que el mío, ¡necesitaba más! El cielo es lo mejor que puedo obtener, y nadie me va a detener en mis objetivos, ni siquiera tú.--Comentó el ser divino con ira mientras sus ojos se volvían electrizantes y agarraba de los dos brazos a Kanae sorpresivamente estirándolos hasta romperlos y soltar una patada que la mandó contra el suelo desmayada creando así un gran cráter, había sido todo tan rápido que no nos había dado el tiempo suficiente para interceptarla y mi expresión se había quedado con los ojos totalmente abiertos. 

--¡Kanae-nee San!--Grité atónita al ver como había sido derrotada por su descuido, claro era un demonio pero se atrevió a hacerle daño de una manera brutal y despiadada. Sin más me había decidido en salir impulsada con la Kusanagi en mi mano derecha para tratar de hacer algo con la divinidad, más impresionantemente había sido cortada por su espada a una enorme velocidad y como prueba la propia espada se rompió en pedazos como minicristales, al final todo arma que sería el principio para derrotarlo fue eliminada por completo. 

--Dicen que las armas divinas creadas por los dioses son indestructibles, pero si las rompe su creador al final no vuelven a reconstruirse. La culpa es tuya Kaede Kocho, eres la única que cambió todo el mundo de maneras repentinas: Las veces en las que pudiste morir no lo hiciste, siempre estuviste segura de ser una muerta en vida y por más veces que te lo decías, te hacías más fuerte mentalmente. Hay algo oculto en ti pero no sé qué es, quizás alguna técnica divina o un poder secreto que tu madre te decidió dar, en fin será algo muy interesante si Amaterasu confía tanto en ti, pero si te mato… nada ni nadie podría desencadenar la destrucción del mundo. Verás pequeña, tú misma me has dado la victoria, fue tonto venir aquí cuando eres la primera que sostiene la estabilidad de Amaterasu, con eso ella vendrá, y entonces pum.--Dio un último soplido de manera que se veía en la divinidad una sonrisa de orgullo, tanto así que se fue acercando para así matarme de una vez. Las demás se encontraban también paralizadas del miedo, nadie había podido ganar a Susano y la única que pudo había sido derrotada por su amabilidad y por gesto de buena fe, así apreté mis puños pensando en quizás mi destino fatal, el fin de todo el planeta eran sólo minutos y eso llevaría a una pelea de dioses por el sufrimiento y los celos. 

--Sí es verdad lo que dices… entonces no me puedo dejar perder. Susano, eres un ser despreciable y por más que trate de ayudarte será imposible, por eso voy a destruirte aquí y ahora, ¡voy a acabar contigo!--Le prometí con un tono de voz alto con la determinación suficiente para tratar de acabarlo, no iba a sentir miedo nunca más. Mientras tanto Kusanagi estaba siendo reestructurada pero en una forma mucho más diferente: Ahora tenía un filo violeta con la característica punzante de la Gozen y mi Nichirin, su mango era el de mi anterior katana sólo que poseía gemas anaranjadas a su alrededor, con eso también había una gran aura solar que era desprendida por la cuchilla y mostraba un nuevo y creciente poder. Con ello me había impulsado hacia el ser divino y sin ninguna piedad le había ejecutado un corte vertical soltando una gran llama en todo su pecho que le había hecho escupir sangre, sorprendentemente al fin se había conseguido un resultado feroz para poder ganar el combate. 

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