Capítulo 150: Zaphkiel

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Pov 3ª Persona

Por otro grupo, dos guerreros escalaban una montaña a través de saltos e impulsos destellantes, cuyas figuras se presentaban como Tomioka: el pilar del agua, y Shinobu: la pilar del insecto. Tan parecidos pero tan diferentes, ambos tenían una misión en común, y habiéndose enterado de las hazañas de sus aliados no podían perder su objetivo, por eso subían con gran rapidez por la zona montañosa, cuyo objetivo principal se trataba de inyectar una droga o medicina eficazmente poderosa para eliminar posiblemente la omniversalidad de Izanami, y con ello salvar al mundo de la destrucción total. La pelivioleta lo comprendía, y hacer aquello no era tan fácil, pero si podía ayudar de algún modo a los semidioses y a todos los multiversos, el esfuerzo era la única opción que podía tomar.

--Podrías haberte quedado con otro equipo Tomioka, me basto sola para hacer esto. ¿O es que te gusta estar cerca mía?--Se burlaba la ojivioleta con un tono bastante descarado hacia su compañero. Ella se encargaba de escalar la montaña por medio de saltos, pues al ser su capacidad física más propia de una mariposa, se le facilitaba la escalada para subir al escondite de Izanami. Había que mencionar que ellos serían los primeros en inyectar la droga a su enemiga mortal, además de dar el aviso de dónde se ubicaba la base de la diosa.

--Paso, no tengo intención de dejarte sola y que te lleves toda la gloria. Me estoy cansando de tus amenazas y burlas, he venido a cumplir la misión, luego podremos dar por zanjado este tema, ¿no recuerdas que fue tu hermana menor la que hizo este plan? Acostúmbrate a mi presencia entonces.--Contestó secamente el pelinegro un poco aburrido, pero sin intenciones de hacer caso a su compañera. Era cierto, en secreto él siempre había estado enamorado de aquella pilar, pero no se dejaba llevar, no quería que en plena guerra uno de los dos muriera como anteriormente, por eso si todo acababa le propondría matrimonio.

--Vaya que asquerosidad, me dan ganas de vomitar. ¿Así que vosotros sois los que quieren irrumpir en la base de mi ama? Bueno, no os dejaremos, por encargo de mi maestra tengo órdenes de matarlos aquí y ahora, piensen que es por justicia, se verá mejor.--Advertía una voz bastante imponente, pero que a su vez instigaba cierta infantilidad, revelando su apariencia a los presentes. Poseía un cabello suelto y ojos como la sangre misma, poseía un kimono rojo y blanco pero que estaba rodeado en llamas, y unas pequeñas sandalias que la acompañaban como calzado. La jovial mujer tenía una pequeña estatura, no parecía medir más de 1,51, pero su presencia era abrumadora y con digno terror.

--¿Quién eres tú? No pareces humana, y no eres una diosa, ¿qué es lo que buscas?--Amenazaba el pilar del agua sacando su espada con cierta seriedad en su mirada, demostrando que no tenía la labor de llevarse bien con la chica que había aparecido. Por su apariencia dictaba que podría tratarse de alguna diosa menor del fuego, por lo tanto observó de reojo por unos instantes a Shinobu para indicarle que atacarla en el que al ver su asentimiento no tardó en ejecutar "Corte de Marea" con un deslizamiento en su parte lateral con respecto al brazo izquierdo, pero grande su sorpresa al ver que estaba intacta.

--Ella no es cualquier chica, cuidado Tomioka. La información dada por los recientes cazadores nos indica que ella debe de ser...una arcángel, ¿verdad? Los que estaban al servicio de Dios, pero Izanagi los desechó y despreció hasta ser sellados, lo mismo que los generales demonio, pero están por encima de ellos.--Analizaba la pilar del insecto dando unos pasos para desenvainar su espada divina, pero ahora se mantenía fija en lo que podría suceder a continuación.

--No os equivocáis, estáis en lo correcto, soy el arcángel del conocimiento: Zaphkiel, aunque me podéis llamar Rin. Tomioka Giyu y Shinobu Kocho, poseedores de la famosa droga que puede dificultar la vida a mi diosa Izanami, asqueroso. ¿Os creéis geniales por una mísera medicina farmacéutica? Os destruiré a todos, nadie tiene el derecho de perjudicar a una persona que quiere cambiar el mundo para bien, patéticas almas sin vida.--Comentaba en un tono molesto el arcángel habiéndose presentado ante los presentes, en el que liberaba una fuerte presión con solo su presencia, para que un brillo celeste cegase a los presentes, donde un hacha, cuya arma tenía el filo rojo oscuro y un palo negro con rubíes incrustados aumentando dicha decoración, apareció en su mano derecha mostrando una sonrisa sádica.

La Mariposa Cósmica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora