Capitulo 94: La Verdad de Dios

5 0 0
                                    

Mi enemiga era en todas las posibilidades un monstruo, una deidad que no le importaba el mundo en lo absoluto y lo único que deseaba era el caos total. Con ello todo el paisaje de la ciudad se había convertido en una pesadilla con todas las calles destrozadas y miles de humanos masacrados por la técnica divina, pero igual seguían y no se detenían los terremotos, por mi parte estaba a salvo, pero todos aquellos acontecimientos me dolían y de verdad quería ayudar, pero con tales poderes divinos y su resistencia infinita sería casi improbable que pudiera salvarlos. Lo más importante, la rubia tenía intensiones de servir a su maestra y por mis pocas fuerzas poco tiempo podía durar, en sí ya todo estaba perdido y sólo quedaba que los pilares o alguno de mi grupo viniera, más debía solucionar ciertos problemas con aquella divinidad.

--¡Zenko!¡Para esto ahora mismo!--Le ordené a mi enemiga lanzando un tajo horizontal lleno de sierras solares con el único objetivo de detener su avance, lo que la hizo saltar y aterrizar en un lado de las grietas, pero igual se seguía desmoronando y poco a poco había un surgimiento de la completa destrucción humana. ¿Qué haría mi madre en estos momentos? Las dudas aparecían, más ninguna era respondida, y a pesar de mis esfuerzos todo resultaba en vano, pensar que distraerla eliminaría los temblores era una idea equivocada, más bien a no ser que la matase o la propia usuaria quisiera detenerlo no serviría de nada, esto es un caos total.

--¿Por qué debería? Tú me hiciste enojar Kaede, he tratado por todos los medios para comprenderte y matarte de manera piadosa, pero no haces más que hablar y hablar, convencerme no te hubiera servido de nada. Además, ahora puedo seguir mi investigación y realizar la idea de Dios, no temas que sólo serán durante unos segundos, y luego iré a por ti.--Añadió sin más habiendo una gran corriente de aire al envolverse en su aura de relámpagos, más inesperadamente se dio la vuelta para observar unos ojos llenos de chispazos y con una fuerte presión que me hizo retroceder, ya ni siquiera se trataba de la original amiga que había hecho: su cabello se había vuelto más largo de lo común cayendo en un par de rizos, su ropa se había vuelto oscura y negra con símbolos de truenos, y para terminar la katana había adquirido un color negro y plateado con el símbolo del rayo en el mango, lo raro era lo que había realizado ya que no se trataba de la forma divina, mucho menos de otra habilidad. En teoría no quería creerlo, pero mis sospechas se trataban de que ella había absorbido una energía divina que Izanami le enseñó, y ahora la estaba desplegando, una prohibida, es decir: omnipotencia, aquello que sólo el dios y la diosa suprema pueden poseer, toda su debilidad de fuerza se ha ido con aquel crecimiento masivo.

--Así que esto es lo que hacías….obtener la omnipotencia, eso explicaría tu cambio de apariencia así como el crecimiento de tus fortalezas. Me temo que ya no seré capaz de hacerte nada, pero aún si me es imposible….hallaré la manera de derrotarte por más que sea imposible o improbable, todos los dioses, semidioses, humanos o demonios poseen una debilidad que es clara en ellos. Aliento Solar novena postura: Delirio Solar.--Añadí con cierta frialdad para salir disparada mediante un salto y así correr por el suelo a una máxima velocidad para generar un corte circular continuo creando un vórtice de fuego con el fin de dañar a la rubia, al menos esperaba hacer algo contra ella. Sin embargo mis ojos se abrieron al notar que no le estaba haciendo nada de daño, simplemente era invulnerable.

--¿Omnipotencia? ¿Me crees tonta? Al contrario que tú no necesito de fuerza para cumplir con mis objetivos, en teoría lo que tengo es la omnipresencia. Para que me entiendas, soy superior a ti ya que cada ataque que me hagas no me hará daño, no poseo debilidades y ni siquiera puedes penetrarme, he conseguido lo que Izanami quería para mí.--Alegó la deidad muy alegre y de una manera malvada liberando un aura chispeante de la que enfrentó una ráfaga de aire, provocando así ciertas heridas en mis brazos a pesar de mover a Kusanagi para defenderme. Si todavía no usaba todo lo que ella sabía será una batalla totalmente desbalanceada, ojalá tuviera más fuerza para ser capaz de derrotar a la villana, o al menos intentar ejecutar a la bestia divina que controlaba a la deidad.

La Mariposa Cósmica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora