Capítulo 116: Ares el traidor

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La reunión con mi madre había sido un completo éxito, siendo una de las pocas en las que se tenía como madre e hija, quizás si ganamos la batalla podríamos irnos a vivir con ella, o simplemente crear alguna vivienda en un mundo divino creado por la misma, la verdad me haría inmensamente feliz. Quitando todo eso debía volver a la realidad, así que contando toda la situación a mis primas abrimos un portal para llegar enfrente de la localización del Olimpo, lugar perfecto para poder estar más tranquila y conseguir algún indicio de que Ares era el traidor.

--Bien, voy a entrar, podéis esperarme aquí.--Les dije a mis primas mientras abría las puertas de una patada irrumpiendo dicha morada, dejando en shock a las dos semidiosas. Ante dicha escena todos los dioses me miraron entre asombrados y molestos por haber interrumpido dicha reunión, no era sorpresa que muchos de ellos me odiaban como Ares, Afrodita, Atenea y otros más, por otro lado había otros como Zeus, Hades, Deméter, Hera y Apolo que me querían con locura, incluidamente Hanami como la anterior diosa del cosmos.

--Eso es una sorpresa, mira quién tenemos aquí. ¿A qué se debe tu visita Kocho? Molestar en una reunión tan importante quiere decir una ofensa demasiado gigantesca para nosotros, los seres más grandes de la creación. Como sabrás enfrentarnos el castigo es la muerte misma, y por tu mismo pecado yo me encargaré de ti.--Hablaba el mejor amigo de mi antigua rival con total sinceridad, más su rostro sólo me hacía asco, e iba a comentar lo que descubrí hasta que la propia Shiori había entrado en escena, dejándome atónita cuando había aclarado y ordenado  que no se movieran de aquel lugar,de verdad que las dos siempre hacen lo que quieren. No obstante muchos de los dioses creyendo esta acción como una traición dispuestos a atacarme, pero mi prima se colocó enfrente de mí con tal de explicarlo todo.

--¡No digas tonterías hijo de perra! Sabemos muy bien que estás trabajando con Izanami, pasas información mientras todos están ocupados, por eso nos espías en el momento que menos lo esperamos, y así la diosa de la muerte actúa según su favor. No quiero afirmar nada porque no tenemos pruebas, pero incluso si no es cierto todo apunta a ti, eres el malhechor al que estamos buscando. Deja de fingir ahora mismo y da la cara traidor, te tenemos acorralado.--Confesó la peliazul mostrando una sonrisa de oreja a oreja que atiné a asentir con mi cabeza rápidamente, dejando un gran vacío en la sala. El propio Zeus ni podía asimilar la situación, y Hera mucho menos, lo mismo con Afrodita y muchos dioses, ellos sabían lo cruel y vengativo que era Ares, pero un acto de traición nunca se lo creerían, y esa fue la gota que colmó el vaso finalmente.

--¿Ares? ¿Es eso cierto? ¡Respóndeme ahora mismo!--Ordenaba el rey divino con una voz estronante mientras sus ojos se volvían como relámpagos y concentraba una extrema cantidad de aura universal, hasta su espíritu de batalla podía compararse con el de Izanagi a mitad de su poder seguramente. Los demás miembros estuvieron observando enfadados a nuestro pronto enemigo, lo que lo hizo reír con maldad y poderío, materializando en su mano derecha un hacha apuntando hacia mí si no fuera porque Kyoko se había metido en medio colocando a Hydra de manera horizontal en caso de que fuera a por mí.

--No te va a responder, ese dios es un desalmado. Si queréis saber la verdad yo lo he visto con mis propios ojos, mientras caminaba para matar a un humano que se me había encomendado llegué a ver al tipo con Izanami, intercambiaban algo, no sé si era información, pero se notaba que ya llevaban un rato. En resumen, ese tipo es un maldito traidor.--Confesó mi prima hija de Tsukiyomi con honestidad y en su habitual tono frío y despiadado que tanto la caracterizaba, lo que llegó a hacer sudar a la propia divinidad. Sin más fue Hera la que se acercó a su hijo y le propinó una fuerte bofetada en su cara, que lo hizo chocar contra una pared dejando perplejos a todos, incluida a mí, por su gran fuerza.

–Hijo, me decepcionas, nosotros no te hemos criado así. Cuando te convertiste en el dios de la guerra te dejamos claro que debías cumplir unas reglas, y un dios salvo ciertas circunstancias no puede salir de su panteón o reino, indirectamente has faltado a las reglas que juraste con honor y sangre, pensar que eres de mi sangre. A partir de hoy dejas de ser un olímpico, no volverás a pisar estas tierras, te lo ordeno como madre y como reina de los dioses, y serás sentenciada bajo cualquier castigo que esa niña pelirroja diga en tu contra.--Comentó la diosa del matrimonio tanto alterada como decepcionada de su propio hijo, y a su vez tanto Zeus como Apolo lo miraban molestos y a punto de desgarrarlo. No obstante, mi sorpresa fue grande al ver que su propia madre le había cogido del brazo y con su tremenda fuerza se lo había arrancado con una brutalidad enorme, siendo pateado a un lado con ayuda de Deméter, en verdad los dioses podían dar miedo si se lo proponían.

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