Capítulo 8: La Primera Misión

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Finalmente llegamos al Olimpo con Hades a la sala de reuniones en la que anteriormente había estado, los dioses se encontraban bastante temerosos y un poco preocupados, pero fuera de ello se mantenían con neutralidad, aunque se había levantado Deméter de su asiento para dirigirse a mi lado, su rostro mostraba inquietud y seriedad, no era la misma actitud protectora que me había enseñado cuando los conocimos, ¿pasaría algo malo? También había notado una frialdad en la expresión de Zeus, estaba claro que algo no iba bien, además el que me hayan llamado con tanta urgencia no creo que fuera por un motivo precisamente grato. 

--Kaede, que bien que has venido. Debes volver al Panteón Sintoísta, no creo que te guste lo que te tenemos que contar. Nos ha mandado a llamar Amaterasu, está en un gran problema. Ryuujin, el dios del mar, ha osado atacar a tu madre y el Paraíso se encuentra en un caos absoluto. Solicita tu presencia, no está de muy buenos humos y sólo pide una cosa: Te espera en las lagunas, quiere una batalla a muerte y dado tu nivel usará un arma y no dudará en eliminarte de la faz de la tierra. Por eso… hemos pensado en darte mi bendición.--Admitió mi contraria con una voz preocupada pero a la vez alegre al saber que ahora contaría con la bendición de Deméter. Por un lado sería bueno, contaría con sus capacidades y a saber que me daría, pero por otro lado sentir que mi madre ha sido capturada es peligroso, está dispuesto a pelear y eso no era del todo bueno, pero como semidiosa del sol tenía que proteger a la diosa brillante y daría mi vida incluso si era necesario. 

--Sé que es muy repentino, ni siquiera has elegido a una diosa o dios en este instante, pero ahora mismo serás la primera que tenga la primera misión como cazadora divina, y tu orden será la de vencer a ese dios, no importa si no lo matas pero salva a tu madre. Te lo imploramos como tus jefes y representante del Panteón Griego, Kaede Kocho.--Suplicaba la llamada Artemisa mientras una mano fue colocada en mi cabeza de manera que un repentino cambio brusco se originó en mi cuerpo. Había jurado que un pequeño ardor se había formado en donde tenía mi marca, además me temblaban los ojos y no sé si sería bueno o malo, la bendición de un dios principal debe ser increíble como para tener estos dolores impresionantes. 

--Bien, me voy. Prometo volver, no voy a ceder ante ese dios, soy vuestra representante y como una cazadora divina no puedo perder, juro que ese maldito se arrepentirá de haber enfadado a la ira de los dioses griegos.--Prometí sonriente, en el cual cambiaron a una satisfacción y orgullo del que claramente fui capaz de identificar por cómo me miraban excepto Hades, que sólo se cruzó de hombros bastante molesto y seguramente queriendo volver. 

--Entonces que la suerte te acompañe, tienes nuestra protección divina, no te preocupes.--Me aseguraba Atenea para que el mismo agujero negro y creado por Zeus me había llevado a una especie de laguna, quizás era parte del reino divino de Ryuujin. Curiosamente el sol abundaba, un gran lago estaba en medio de un bosque para dar lugar a un agua cristalina y limpia, justo como lo esperaba del hogar de un dios con demasiada tranquilidad. 

--¿Dónde se supone que se encuentra ese dios? No lo veo por ninguna parte, es demasiado extraño.--Caminaba a mi alrededor a un paso rápido pero divisando con mis sentidos y el Mundo Oculto alguna forma de vida presente, pero lamentablemente no había nada, ni siquiera un pájaro o algún animal, aunque que podía esperar tratándose del Paraíso. Sin embargo, al instante fui golpeada en la espalda mandándome a chocar contra un árbol en todo el tronco, ni siquiera me había dado cuenta de aquello y apenas había durado unos segundos, por esa razón la sangre empezó a chorrear de mi ojo izquierdo. 

--Tsk, ¿quién se atreve a hacer esto? ¡Sal de ahí donde estés!--Grité a lo lejos, por tanto a lo lejos, es decir en el otro lado del lago había aparecido un hombre que reconocí perfectamente: Su cabello en llamas, ojos anaranjados, capa y el traje de cazador de demonios, efectivamente era Kyojuro Rengoku, a quien había enfrentado en el pasado. 

La Mariposa Cósmica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora