Capítulo 132: ¿Paz?

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Ahora mismo Nozomi y yo estábamos en un bosque caminando por los alrededores, o eso parecía ya que queríamos encontrar a cierta persona, la cual tenía asuntos pendientes con las dos. La semidiosa de la muerte y el sol, dos elementos contrariamente opuestos, pero que a su vez estaban unidas por una misión en común: encontrar a la madre de mi compañera por una citación de la misma en este bosque creado por ella. ¿Por qué querría buscarnos en primer lugar y cuál sería su objetivo principal?

--Así que aquí estabas...madre--Declaraba la peliazul con cierta ira en su tono de voz corriendo hacia la diosa, la cual fue evadida sin recibir ninguna mirada por parte de ella. Se notaba a leguas la tensión que hubo entre ambas, una por el odio y la otra por la malicia, dos caras de la misma moneda que no podían verse por las mentiras y el resentimiento de no haber sido aceptada y usada como un arma, lo que a mí también me dolía en cierta manera. La semidiosa de la muerte se posicionó de nuevo a mi lado, mientras que Izanami se encontraba al frente.

--Veo que al fin nos encontramos, pero no en las mejores circunstancias hija, o debería de llamarte traidora ya que te uniste al bando de mi marido. Bien, veo que habéis recibido mi invitación, y cordialmente habéis aparecido, lo que es una sorpresa, pero bien, es lo que me gusta de Kaede, es tan...atentamente estúpida.--Mencionaba con una risa diabólica la diosa de los muertos, pero al contrario que anteriores veces que nos habíamos visto, sus ojos tenían un iris sangriento y su habitual ropa típica de deidad, y además que su espíritu de batalla no podía ser sentido, ¿era esto lo que significaba ser omnisciente?

--¿Qué se supone que quieres? Si no mal recuerdo dijiste que nos dejarías tiempo, que nos avisarías sin ninguna citación para la fecha exacta y el lugar de nuestra batalla. Ara ara, sería mejor que esperaras, te podrías llevar una grata sorpresa cuando terminemos lo que tenemos preparado para ti.--Le dije a la diosa sin ningún preámbulo de sonar amable, era más una advertencia con un tono serio y desconfiado, así es yo también sé ponerme sería y no siempre caracterizarme la dulzura en mi ser.

--Vaya, no esperaba que Kaede fuera así, después de todo la madurez te puede hacer más fría a lo largo del tiempo,es impresionante. Kaede-chan, mi dulce y querida amiga, hemos pasado por tanto que nuestros destinos...se han vuelto distintos, ahora tengo el poder que me corresponde como una semidiosa, no, una diosa cósmica, la hija adoptiva de Izanami. ¿Crees que podrías derrotarme? Lo dudo, siempre has perdido o empatado contra mí, de ninguna manera me harías daño aunque te fuera la vida en ello, eres una miserable rata asquerosa.--Comentó una voz que reconocí al instante por medio de una gran esfera cósmica,ñ de tamaño colosal desde el cielo, por lo que al saltar una gran explosión se dio a notar en el campo de batalla, literalmente dejó reducido a nada el terreno, ¿qué clase de bendición o habilidades había dominado mi ex-rival/enemiga?

--Que estúpida, hasta traes a tus siervos, ¿no has caído muy bajo? Podrás ser una diosa omnipotente, pero la razón de tu existencia no es más que una inmundicia que los seres cósmicos han ideado sobrellevar, y en cualquier momento serás juzgada como la miserable mujer muerta que eres.--Atinó a decir mi aliada de una manera tan arrogante y con cierta burla que pareció enfurecer a ambas, y una gran bola cósmica fue lanzada por parte de Hanami, pero una simple parada con sus manos neutralizó el ataque sin problemas, lo que me dejaba en duda su ella tenía más poder del que creía, es decir más que un dios.

--Lo mejor sería respetarlas, no sabemos de lo que son capaces ni del poder que ellas tienen en estos momento, nos encontramos ante un ser omnipotente y mi vieja amiga/rival, y su espíritu de batalla es impresionante. Lo mejor que podemos hacer es escuchar, callar y luego opinar con respeto, no quiero que por esto mueras, ¿vale Nozomi?--Le indicaba a la semidiosa mezclando un tono de seriedad y amabilidad, lo que daba un reflejo de advertencia para que ella cerrase los ojos y asistiera. De otra manera ya hubiéramos muerto en este lugar, por lo menos sería una verdadera prueba de que estábamos dispuestas a colaborar y seguir el plan de nuestras enemigas, claro si es que no se trataba de algo meramente malvado.

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