Parte 22

454 21 0
                                    

Había pasado una semana exactamente desde la última vez que mire a Donovan, no había regresado a la habitación desde la noche en la que me besó, me sentía un poco intrigada por su desaparición pero no tenía la suficiente confianza cómo para preguntar por él, me quedé sentada en el taburete frente a la barra mientras Carmen cocinaba lentejas con papa, Lucía estaba sentada encima de la barra mientras dibujaba algunas cosas en su libro de hojas blancas, parecía muy entretenida.
Lucía había cumplido años ayer, le había preparado un par de pastelillos y le había cantado la típica canción, parecía muy contento, Uriel le compró una casa de muñecas que ella anhelaba y muchos cuadernos para cuándo llegue el momento de asistir al prescolar, él y yo habíamos intercambiado solamente los saludos cordiales, después de eso, seguía siendo alguien insignificante para él, Fabiola estaba muy concentrada planeando la fiesta de su cumpleaños que sería en un par de semanas más, había comprado muchos globos y me había pedido que le ayudará a llenarlos de aire un día antes de la fiesta, yo acepté, no tenía nada mejor que hacer.
Había salido al patio un par de veces, respiraba un poco y me dejaba caer en el césped con la vista al cielo, el clima había estado incierto en los últimos días, llovía por las tardes y por las noches el viento parecía desquitarse soplando con brusquedad, yo había regresado a la habitación que me habían asignado al principio, la ventana había sido clausurada con las mismas puertas de madera que Donovan tiene en su habitación, me alegaba eso, el viento siempre me ha aterrorizado si es por la noche y azota las ventanas.
Carmen: las lentejas están listas.- sonrió limpiandose las manos en una toalla pequeña de color azul.- en lo que se enfrían, iré a duchar a esta princesa.- la tomó en los brazos, la niña soltó una carcajada al sentir la nariz de Carmen presionar su mejilla.- sí quieres puedes comer, no te preocupes por esperar a los demás, el joven Donovan salió de la ciudad y Uriel está atendiendo algunas cosas de la empresa, le diré a la señorita Fabiola que baje.- yo asentí agradecida, la señora desapareció por la puerta de la cocina y subió las escaleras cantándole una canción infantil a Lucía.
Escuché un fuerte golpe que provenía del exterior, me asomé por la pequeña ventana que estaba detrás de una de las encimeras, no había nada, las nubes se arremolinaban entre ellas avisando que una tormenta estaba cerca, pegue un salto cuándo sentí unas manos pellizcarme las costillas, Fabiola soltó una carcajada ante mi reacción y yo me puse la mano encima de mi pecho tratando de controlar mis latidos alterados.
Fabiola: lo siento.- sonrió.- Carmen me dijo que la comida estaba lista, ¿quieres comer?
Elli: por supuesto.- solté un poco alterada, me dirigí a una de las encimeras y saque un par de platos hondos, ella comenzó a servir las lentejas con cuidado de no quemarse. Un estruendo nos hizo girar a la ventana, había un pedazo de sombra en uno de los extremos de esta, miré a Fabiola, ella dejó el plato encima de la barra y se dirigió a la puerta principal.
Elli: no abras, Fabiola, esto no me da buena espina.- la detuve colocando mi brazo alrededor de sus hombros, ella me sonrió y tomó el pomo de la puerta.
Fabiola: debe ser Uriel, siempre está mirando detalles por corregir en las paredes exteriores o a veces le quita las hojas secas a las plantas.- dijo con un tono relajado, ella abrió la puerta, las siluetas de dos hombres encapuchados estaban parados frente a nosotras, yo retrocedí, uno de ellos le cubrió la boca a Fabiola y la sacó de la casa con brusquedad, ella se retorcía tratando de liberarse, el otro hombre ingresó a la casa, tomé la lámpara y la lancé contra él tratando de herirlo y poder correr a salvar a Fabiola, este logró esquivar la lámpara y me arrastró por el suelo hasta lograr cubrirme la boca, buscaba la manera de morderlo, de quitarmelo de encima, pero no había alguna táctica que funcionará con él, su cuerpo era robusto a comparación del mío.
El hombre me levanto del suelo con facilidad sacándome al exterior, Fabiola había desaparecido de mi campo de visión, un olor desagradable me hizo perder el conocimiento y dejé de resistirme.

UNA VENGANZA EQUIVOCADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora