Parte 28

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Los rayos del sol golpeaban cálidamente mis párpados, no quería despertar, quería seguir durmiendo hasta que mi cuerpo se sintiera con más energía.
Abrí poco a poco mis ojos tratando de acostumbrarme a la luz que provenía del exterior, seguía en la misma posición en la que me dormí, el pecho me dolía y la cabeza me daba suaves punzadas que terminaban siendo incómodas, me senté con cuidado hasta lograr apoyarme en el respaldo de la cama, frente a mí se encontraba el sofá en el que Donovan dormía plácidamente, se abrazaba a si mismo, creí que se iba a ir durante la madrugada, sin embargo, veo que se ha quedado dormido toda la noche aquí.
Me puse de pie con cuidado y me dirigí al armario en dónde estaban las camisas que él me había comprado hace días, me coloque una encima del vendaje y después quité una de las sábanas para cubrir su cuerpo, él ni siquiera se movió, la ventana estaba abierta por lo tanto toda la luz entraba en la habitación, me dirigí a ella y cerré las puertas de madera regresando la oscuridad que seguramente él necesitaba ahora mismo.
El dolor cada vez se volvía más insoportable, seguramente el efecto de la pastilla anterior ya había pasado y me estaba exigiendo la siguiente, me senté nuevamente en la cama para sacar la pastilla del bote, me la pasé con un poco de agua, ahora solo me toca esperar a que haga su tan esperado efecto.
Nuevamente me puse de pie y me dirigí al baño para cepillarme los dientes, abrí un poco el grifo y humedecí mi cepillo para después empezar con el lavado correcto, mi cara se veía extremadamente pálida, los moretones le daban un color más desagradable, quería darme una ducha cuánto antes y quitarme este olor a metal que seguía entrando por mi nariz, después de que termine de lavarme los dientes me dispuse a llenar la bañera, abrí el grifo y dejé que el agua caliente llenará aquel espacio, mientras eso sucedía, regresé a la habitación para buscar las cosas de curación y el vendaje que me pondría.
Donovan: ¿qué haces?- me gire a verlo, recién se había sentado en el sofá y ahora se frotaba uno de sus ojos intentando despertar.
Elli: me daré una ducha.- se quitó la cobija de encima y después se dirigió a mí.- gracias por haberte quedado conmigo toda la noche.
Donovan: no me dejaste dormir, estuviste teniendo pesadillas gran parte de la madrugada.- pasó por mi lado y abrió uno de los cajones del buró, después sacó una pequeña caja con las cosas que necesitaría.- vamos a ducharte.
Elli: ¿qué?- me quedé estática al escucharlo, él se quedó quieto en el umbral de la puerta del baño y me hizo una señal para que entrará.- sé que debo obedecerte, pero esta vez quiero hacerlo sola.
Donovan: entra ahora.- trague saliva y me dirigí al interior del baño, él cerró la puerta con pestillo y dejó las cosas encima del inodoro.- puedes desvestirte, voy a preparar las cosas.- se dió la vuelta y comenzó a abrir unos paquetes delgados y pequeños.- no escucho que entres al agua, Elli.
Elli: voy.- me desvestí con rapidez, ahora solo quedaba quitarme el vendaje, quité el broche que lo mantenía quieto y comencé a deslizar hasta llegar al final, ahí estuvo el problema, al parecer había sangrado un poco de la herida, se había humedecido la gasa, después se secó y ahora se había quedado pegada a la herida, me quejé y él se giró enseguida.- se ha quedado pegado, Donovan.- se acercó a mí intentando mirar, me apartó las manos del vendaje y comenzó a buscar la manera de despegarlo.- me duele mucho.
Donovan: de acuerdo, entra al agua, se puede despegar si lo pones húmedo nuevamente.- asentí, metí mis piernas al agua y después me senté en la bañera tratando de hundir mi pecho, el agua caliente me lastimaba pero también me reconfortaba.- muéstrame.- levanté un poco mi pecho y él se encargó de despegarlo con delicadeza, el vendaje quedó libre sobre el agua y pude ver las suturas debajo de mi clavícula, sentía escalofríos.
Elli: siento mucho dolor.- él arrugó ambas cejas mientras se ponía nuevamente en cuclillas, tomó una esponja de color rosa y le puso un poco de jabón.- de verdad, yo puedo hacerlo sola.
Donovan: el médico me dejó órdenes estrictas, no creas que me siento muy tranquilo haciendo esto.- él comenzó a deslizar aquella esponja por mi espalda herida, sentía como los pequeños y finos cortes ardían por el jabón, hice un gesto de dolor pero él siguió con lo que estaba haciendo.
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La ducha dolorosa al fin había terminado, estaba vestida de la parte de abajo pero no llevaba puesta una camisa aún, estaba sentada sobre la cama con Donovan curando mi pecho, ya había desinfectado los pequeños cortes que tenía en la espalda y ahora estaba con la herida que había dejado la bala.
Donovan: ¿con qué te hicieron los moretones que tienes en las piernas?- dejé de morder mi labio inferior y conteste después de unos segundos.
Elli: nos daban patadas cuándo no queríamos responder alguna pregunta, también nos daban puñetazos.- asintió, colocó una gasa encima de la herida y después comenzó a acomodar el vendaje por encima de mi hombro.
Donovan: ¿por qué salvaste a mi hermana? ¿por quedar bien con nosotros y viéramos como un ángel?- lo miré confundida, sus ojos se encontraron con los míos por un par de segundos.
Elli: esa no fue la razón, no me interesa quedar bien con nadie, mucho menos que me consideren una ángel.- lo aparte de mí haciendo que dejara de tocarme.- no me interesa caerte bien, y tampoco la salve porque a ella también la golpearon igual que a mí, si cubrí su cuerpo de aquella bala fue porque sabía que a ella si la esperaban viva en casa, en la mía les da igual, no tenía nada que perder, además, Fabiola me trató bien desde que me conoció, ella es diferente a ti.- parece que esa fue una respuesta suficiente por el momento, le había hablado con tanta sinceridad que sentía humedecidos mis ojos, me levanté para dirigirme al baño y terminar de ajustar el vendaje, sin embargo, él me detuvo.
Donovan: no te dije que te fueras, siéntate en la cama.- dijo a regañadientes, lo miré fijamente, su mirada me atacaba de la peor forma posible, él me odiaba y no cambiaría eso.
Elli: suéltame, yo puedo hacerlo sola, te lo dije desde el principio.- la primer lágrima rodó por mi mejilla, él alcanzó a mirarla y me soltó, después me encerré en el baño para terminar con lo que él había empezado.

UNA VENGANZA EQUIVOCADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora