Capítulo 103

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Llegamos a casa de Donovan, no había ninguna vista al interior ya que tenía todo perfectamente asegurado, abrió el garage con un control que venía incluído en sus llaves y este poco a poco comenzó a subir, en el interior había algunos artefactos de limpieza y cajas perfectamente cerradas con cinta adhesiva, apagó el auto y después salimos ambos de ahí.
Donovan: esa puerta blanca te llevará directamente a la cocina, seguramente ahí estará Carmen.- asentí sin soltar el suéter de Ariel que había recogido de mi departamento.- iré a recoger a Lucía, quiero darle esa sorpresa, quería llevarte pero prefiero que descanses y comas algo.- me tocó suavemente la mejilla, sus ojos mostraban empatía y compasión.- así que entra, regresaré en menos de lo que puedas imaginar.
Elli: ve con cuidado, por favor.- asintió, me dió un beso corto en los labios y uno más en la frente, con sus cejas me hizo una seña para que entrará, así lo hice, abrí la puerta y enseguida me golpeó la luz fuerte, esta me causó un mareo pero rápidamente regresé a la normalidad, cerré la puerta después de entrar.
En la estufa había un par de sartenes de los cuales salía vapor, dí unos cuántos pasos más y Carmen entró a la cocina limpiándose las manos con un trapo de color rojo, ella me miró desde el umbral de la puerta, quería sonreír pero me fue prácticamente imposible, ella dió pasos apresurados hasta donde yo estaba y me hundió en sus brazos.
Carmen: oh, mi niña, estás aquí.- sus manos me dieron caricias en la espalda, mi barbilla se apoyo en su hombro y sentí la libertad de ponerme a llorar, sentía una punzada en el pecho y me era difícil ponerme a respirar con normalidad.- está bien, llora si tienes que hacerlo, aquí estoy yo, mi niña.
Elli: ella se fue...- fue lo único que pude soltar, no escuché su voz, solamente sentía caricias en mi espalda que realmente me reconfortaban, me sentía como en brazos de mamá. Me apartó de su cuerpo y me regaló una sonrisa, sus manos delgadas y blancas me acariciaron las mejillas eliminando el rastro húmedo que había en ellas.
Carmen: siéntate, te serviré algo para que comas y platicaremos ¿de acuerdo?- ni siquiera me dejó responder, separó uno de los taburetes y después se dió la vuelta para sacar un plato de la encimera, cubiertos y un vaso. Dejé el suéter de mi hermana sobre mis piernas y recosté mi cara sobre mis brazos, al cabo de unos segundos, Carmen colocó un plato frente a mí, este tenía verduras, sopa de macarrones y pequeños trozos de pollo, además me sirvió limonada.
Carmen: quiero ver que comas, has adelgazado mucho en este tiempo y no quiero que vayas a enfermar, mi niña.- tomé el cubierto y comencé a comer con lentitud, sentía un nudo en la garganta que me perjudicaba al momento de querer pasar la comida, mis ojos comenzaron a inundarse de lágrimas y estas salieron nuevamente sin detenerse, sentí la mano de Carmen acariciando mi nuca.
Carmen: cómo quisiera curar tu dolor de alguna manera, pero sé que eso solamente lo logrará el tiempo.- suspiró.- pero quiero que sepas que estoy aquí, a cualquier hora del día, puedes venir a mí y hablar cuántas veces necesites ¿de acuerdo?- asentí acurrucandome en su pecho, ella recargó su mejilla en mi cabeza y siguió consolandome.
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Había terminado de ducharme, Carmen me había dicho que tomara algunas prendas de Donovan ya que él olvidó bajar mis pertenencias del auto, así lo hice, me coloque una de las pijamas que Carmen me entregó, me quedaba demasiado grande pero me hacía sentir cómoda, me hice una coleta baja y después me senté en el sofá esperando a que el tiempo transcurriera.
Carmen: te he traído un poco de gelatina, la prepare esta mañana.- me puso sobre las manos un tazón con la gelatina de fresa en cubos, no tenía apetito, seguía sintiendo ese nudo en el estómago que después subía a mi garganta.- sé que comer es lo que menos quieres hacer, pero esto solo es para que te hidrates.- terminé accediendo, comencé a comer con lentitud, mi paladar agradecía la frescura y el sabor de la gelatina, pero mi estómago se empeñaba en rechazarla.- yo tuve una hija, tenía 5 años y era una niña con mucha alegría, le encantaba comer cereal mientras veía animaciones en la televisión.- sonrió con nostalgia.- cuándo cumplió 6 años, comenzó a subir de peso, creía que era algo normal debido a su crecimiento, días después la lleve al médico para que me dijera si todo estaba bien, su estómago estaba muy abultado, él me dijo que sí, que simplemente eran cosas que a lo largo de su vida cambiarían, me quedé con esa versión por un tiempo, pero después, noté cómo mi pequeña comenzaba a perder la forma de su cara, de su cuello, de sus dedos, parecía una niña con obesidad, decidí llevarla con otro médico y este rápidamente dió la orden para que le hicieran análisis de sangre, radiografías y otras cosas, cada que iba a citas médicas le veía la expresión al médico cada que miraba los resultados o revisaba a mi hija, sabía que algo no estaba bien, pero tenía la esperanza de que con el tiempo lo estuviera, eso jamás paso, mi hija comenzó a presentar problemas en sus pulmones y con esto comenzó a necesitar oxígeno, era demasiado sufrimiento para ella, perdía el conocimiento, ya no jugaba, no comía, muy pocas veces tomaba líquidos, era muy complicado darle los medicamentos orales, la última semana estuvo internada en el hospital por una convulsión, el médico dijo que estaría en observación, no eran claros conmigo y eso me irritaba, pero ahora me doy cuenta del porque no lo eran, la última noche que la ví despierta me sonrió, acaricié su mejilla y soltó un suspiro, creí que se había quedado dormida pero no fue así, intentaron reanimarla durante 20 minutos, les pedía que siguieran, que no se dieran por vencidos, pero mi pequeña Sonia ya no respiraba, su piel estaba fría, no tenía intenciones de volver, se había cansado de luchar.
Elli: no sabía eso, Carmen, lo siento mucho...- dejé el plato sobre la mesa de centro y después la abrace con fuerza, ella me recibió sin dudarlo.
Carmen: entendí que ese tipo de dolor no se va rápido, necesitas darle tiempo, ese sufrimiento se va a ir, comenzarás a extrañarla de diferente manera, con amor y paciencia.- se separó de mí acariciando mi mejilla y sonrió.- además sé que Hugo la estará esperando, tu hermana fue su primer amor, por fin podrán estar juntos.- la puerta de la cocina se abrió de golpe interrumpiendo nuestra conversación, Lucia salió corriendo hacia mí pegando un grito que resonó en toda la sala, sus brazos me rodearon sorpresivamente y se sentó sobre mis piernas.
Lucia: ¡Elli, te he extrañado tanto!

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