Parte 57 (Donovan)

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Estaba en la habitación de Carmen, Uriel estaba sentado frente a mí con el celular de mi hermano en sus manos, observando las fotografías que yo había mirado hace unos días.
Donovan: hubo un momento en el que logré ver su pecho.- dije mientras me mordía la uña del dedo pulgar, estaba nervioso, más bien, tenía un sin fin de sentimientos encontrados.- pero no tenía ese lunar que sale en la foto, tiene uno pero esta a la altura de su clavícula.
Uriel: no sé que decir, Donovan, todo esto es demasiado confuso.- suspiró dejando el celular a un lado y mirándome fijamente.- la segunda foto es clarísima, Hugo le está besando la mejilla a Elli, pero dónde se envían fotos comprometedoras, no sé, ese cuerpo se ve más delgado, además de que, no sé si tiene algún filtro pero la piel se ve más blanca, me rehúso a pensar que se trata de Elli.
Donovan: es que estoy casi seguro de que si es, el tatuaje, la fotografía, todo pinta a qué Elli asesinó nuestro hermano.- él hizo una mueca de disgusto, se frotó el cabello despeinandolo con sus dedos y después negó.
Uriel: lo mejor es no decir nada aún, estas pueden ser fotografías editadas que le plantaron.- negué seguro de lo que decía.
Donovan: estaban en una carpeta archivada, Uriel, además de que era el celular de ella.- mi hermano se negaba a aceptar lo que estaba sucediendo realmente, al parecer le había tomado cariño a Elli y ahora le creía incapaz de haber asesinado a Hugo.- sé que no debo decirte esto pero, intenté tener relaciones sexuales con ella para comprobar lo que había mirado en las fotos y fue entonces que me dí cuenta de que ese lunar no existía en su pecho, pero aún así, creo que el plan tiene que seguir. 
Uriel: ¿Cómo se te ocurre hacer eso, Donovan?- sabía que se alteraría de esa manera, me froté el puente de la nariz con frustración.- quizás ella si está sintiendo cosas por ti pero tú sigues empeñado en jugar con ella, en hacerla pagar por algo que ni siquiera nosotros sabemos si es verdad, no te permito que excedas el límite, ni siquiera te permito que juegues con sus sentimientos, ¿está claro?
Donovan: ¿tú me estás prohibiendo cosas?- asintió cruzando sus brazos sobre su pecho, solté una risita incrédula.- te recuerdo que fuiste tú quien me dió la idea de jugar con ella, ¿ahora te retractas?
Uriel: por supuesto que lo hago, he hablado con ella en muchas ocasiones y en cada una de ellas me convence de que no es una mala persona, fue capaz de salvar a Fabiola, ¿Paula haría algo cómo eso?- me quedé callado, él negó.- lo siento, Donovan, pero esta vez ya no estoy de acuerdo contigo, sé que nadie te va a quitar esa idea de la cabeza pero no quiero que después llores cuándo te des cuenta de que estabas equivocado.
Paula: ¿chicos?- abrió la puerta con sutileza, nos sonrió y después entró.- creí que ya te habías ido.
Donovan: no, estoy a nada de hacerlo.- asintió, en cuánto me levanté me tomó del brazo.
Paula: Noé y Luis están en la planta baja hablando con Elli.- otra vez ese imbécil está cerca de ella, sé que Uriel notó la molestia que sentía cuándo el nombre de Noé era mencionado.
Donovan: vámonos.- salí de la habitación con Paula tomada aún de mi antebrazo, Uriel caminaba detrás de nosotros.
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Llegamos a casa, Elli se bajó del auto acomodándose el cabello y corrió hasta quedar protegida de la lluvia que comenzaba a caer con más rapidez, metí la llave en la cerradura acortando la distancia que había entre ella y yo, noté su nerviosismo, me encantaba que me diera la seguridad de que iba por buen camino, empuje la puerta y ella entró, yo lo hice después.
Elli: hace mucho frío.- sacudió una de las mantas y la rodeó alrededor de su espalda, sus labios temblaban y la punta de su nariz estaba roja.
Donovan: voy a encender la chimenea.- asintió, se sentó frente al sofá con sus pies encima para alcanzar a cubrirlos con la manta.- ¿qué quería Noé?
Elli: me dijo que Luis quería visitar a Fabiola ya que se lo habían prohibido por lo que había sucedido, al parecer se enteró que yo también estaba ahí y Noé lo acompaño para saber cómo me encontraba.- encendí un cerillo y por fin prendí el fuego, cerré la rejilla y me dirigí a la cocina para tomar un paquete de galletas.- Dibujó un gato junto al que yo había dibujado, no es tan bueno pero lo intentó.- soltó una risita, entré nuevamente a la sala dejando el paquete de galletas sobre sus piernas.- oh, gracias, creí que comeríamos en casa de Carmen.
Donovan: esos eran los planes, pero no contaba con que Noé estaría presente.- me senté a su lado y ella ladeó la cabeza con una sonrisa pícara.- no me preguntes si estoy celoso, la presencia de ese chico me molesta.
Elli: yo no iba a decir nada.- burló, abrió el paquete de galletas y mordió una de ellas.- también me invitó a salir, no pude responderle ya que en ese momento apareciste, pero aún así, no tengo permitido salir sin tu presencia.
Donovan: ¿le ibas a decir que sí?- negó masticando con lentitud el trozo de galleta.- carajo, Elli, no porque no te haya pedido ser mi novia aún quiere decir que puedes andar con otros hombres.
Elli: no me has dejado en claro lo que hay entre nosotros, simplemente me besas como si ya fuésemos algo.- soltó un suspiro y se envolvió mejor en la manta.- ¿por qué mejor no eres claro?
Donovan: ¿qué quieres que te diga?- puso los ojos en blanco y marcó una distancia entre ambos, me acerque a ella con decisión y le dí un beso en los labios.- me gustas, y ahora que estamos viviendo juntos, me es muy difícil controlarme, quiero hacerte mía todos los días, besarte a cada momento y abrazarte hasta que te aburras de tanto afecto.- sus mejillas se sonrojaron y sus ojos brillaron de una manera muy tierna, parecían un par de estrellas.- así que deja de mirar a otros hombres y mírame solo a mí, ¿de acuerdo?
Elli: de acuerdo...- me regaló una sonrisa que me terminó de confirmar lo que sentía, mi corazón golpeaba desenfrenadamente mi pecho y sentía mis orejas calientes, ella se inclinó y me dió un beso en los labios que me tomó por sorpresa.
Elli: tú también me gustas, Donovan.- dijo sobre mis labios, su mano acarició delicadamente mi cabello y después de sonreír me besó, su aliento caliente chocaba con el mío, sus labios nerviosos acariciaban a los míos con lentitud, con otro sentimiento que desde el principio yo me negaba a aceptar.
Ella se acomodó mejor en el sofá, envuelta en la manta se recargó en mi pecho pasando uno de mis brazos por encima de sus hombros, su respiración era demasiada tranquila, masticaba con delicadeza mientras observaba cómo el fuego consumía la madera.
Podía hablar de la venganza con mucha naturalidad y rabia frente a mí hermano, pero yo sabía que los planes no estaban saliendo cómo lo había imaginado, me había enamorado de ella a tal grado de querer protegerla hasta del mínimo insecto que se atreviera a tocarla, nunca me había sentido de esta manera, protegido y querido, el contacto físico ya no existía para mí, no lo aceptaba, pero llega ella y lo que más quiero es que esté cerca de mí.

UNA VENGANZA EQUIVOCADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora