Arcade - Shigaraki Tomura

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Observó el arcade.

Las reminiscencias acudieron a su mente de forma involuntaria, de las madrugadas de insomnio en los que se dedicaba a jugar en las máquinas de videojuegos de otros siglos o cuando elegía una computadora, la que estaba más apartada, para dedicarse al mundo online. Sin embargo, era su compañera de tiempo completo la que afloró en los recuerdos de su corazón.

Ni siquiera sabía qué diablos hacía ahí si el arcade era solo un montón de escombros vandalizados, si lo más probable era que ella estuviera en algún refugio o que, quizás, en las revueltas hubiera muerto.

Pero la incertidumbre pesaba en su pecho, en los vestigios que sentía que aún le pertenecían, en ese fragmento de su consciencia donde lo poco bueno que le había ocurrido habitaba.

El sonido de la grava y el vidrio resquebrajado lo hicieron despertar de su ensoñación.

—¿Tomura?

Reconocía esa voz.

La había escuchado en diferentes tonos y también había jugado con ella cuando era tan tarde que él era el único cliente en la sala de videojuegos.

Recordó cómo ella podía pasar horas hablando de los personajes de sus videojuegos favoritos, su predilección por los RPG con distintos finales y su placer culposo por los juegos de simulación de citas, que al él le parecían ridículos porque ningún chico diría una frase tan asquerosamente cursi. Aun así, admitía que disfrutó el tiempo con ella, esas pocas horas en las que se permitía ser solo un joven de su edad.

Eran reminiscencias tontas, incluso inútiles, pero quiso aferrarse a ellas con una vehemencia que lo dejó desconcertado.

—Estás bien...

¿Era eso decepción en su voz? Lo dudaba, de ser así, no se habría acercado a él. Cualquier persona en su sano juicio no se acercaría después de ver las transmisiones de todo el terror que él era capaz de sembrar.

—¿Me tienes miedo? —cuestionó él, contemplando los restos de las máquinas de videojuegos.

—¿Vas a hacerme daño?

—No tendría sentido.

—De acuerdo, entonces no te tengo miedo —repuso ella con un ligero tono jocoso—. Es solo que has cambiado mucho.

—¿Tú crees?

—Tu color de cabello —Shigaraki se quedó muy quieto cuando ella se acercó tanto, que tocó uno de sus mechones— y tus lesiones han empeorado.

—A veces pican demasiado —murmuró, incapaz de apartar la mirada de ella, más pequeña, más frágil, tan susceptible si llegara a tocarla.

—¡Tengo una crema! —Ella buscó en su bolso hasta sacar un tubo—. Tengo una dermatitis irritativa en las manos, así que me estaba colocando algunos corticoides. Seguro te va bien.

Shigaraki aceptó la crema y se la guardó en el bolsillo, sabiendo de antemano que su prurito no mejoraría ni con el mejor de los tratamientos. Luego, posó su mirada sobre ella.

—Destruí la tienda.

—Nah, no fuiste tú, fueron unos pandilleros. —Ella se encogió de hombros—. Además, no era mía, por lo que no me importa mucho; aunque sí que me quedé sin trabajo.

—¿Por qué actúas así?

La joven parpadeó un par de veces y resopló, divertida.

—¿Quieres que salga corriendo despavorida? Me pidieron ayuda para evacuar porque mi kosei es útil para eso y lo estoy haciendo porque considero que es lo correcto. No sé qué te ha llevado a tomar las decisiones que has tomado, Tomura, y no quiero juzgarte por ello. Es más, admiro que te mantengas firme en tus convicciones, porque yo ya hubiera flaqueado si fuera tú.

—Eres extraña.

—Siempre me lo decías. —Ella sonrió con nostalgia y bajó la mirada a sus manos—. Lamento no haberme dado cuenta.

—¿Cuenta de qué?

—De lo que querías.

—No hubieras podido detenerme.

—No, claro que no. —Ella agitó la cabeza y luego se enfrentó a sus pupilas oscuras—. Pero quizás entendería qué está pasando por tu cabeza en este instante. Tal vez no viviría con la duda de qué hubiera podido ser distinto.

Shigaraki también se lo cuestionó, a pesar de estar consciente de que ya había consumido las llamas de la esperanza de que una Sociedad de Héroes lo ayudara. Aun así, le hubiera gustado saber qué hubiera ocurrido entre ambos si se hubiera acercado más a ella.

—Mantente a salvo.

—Créeme que soy muy buena en eso. —Ella curvó los labios—. Debería irme. No es buena idea que me vean hablando contigo, luego no querrán dejarme ir a alguno de los refugios. La gente está como loca.

—Si pasara eso, podría buscar un sitio en el que estés segura —ofreció Shigaraki, intentando sonar indiferente en vano.

Ambos se contemplaron por varios segundos, las emociones deslizándose por sus pieles sin ninguno comprender muy bien qué eran ni para que servían en ese momento tan tenso.

—Tomura, ¿puedo tocarte?

Shigaraki asintió, recordando lo ávido que estuvo del tacto humano en algún punto de su vida. Se estremeció cuando ella posó la palma de su mano contra su mejilla y contuvo el aliento cuando la otra la colocó sobre su pecho y se elevó en las puntitas de sus pies. Sin dudarlo, juntó sus labios en un tenue beso, dejándolo con un sinsabor cuando apenas pudo distinguir la calidez de su boca contra la de él y cuando la suavidad de sus labios desapareció demasiado pronto. Admitía que le hubiera gustado permanecer allí unos segundos más, se conformaba con un segundo más, muy en el fondo, quería olvidarse del amasijo de emociones sin sentido que era.

—Me alegra haberte conocido, Tomura.

Shigaraki se quedó quieto, su aliento contenido mientras la observaba sin comprender nada. Una parte de él se cuestionó si, de haberse conocido antes, su visión del mundo no se hubiera torcido, si lo único que había necesitado era una mano amiga que lo guiara hacia un camino iluminado.

—Cuídate —susurró Shigaraki y dio un paso atrás.

Sin embargo, por mucho que lo deseara, no podía retroceder el tiempo y solo debía continuar caminando hacia el futuro y hacia sus ideales. La observó alejarse mientras agitaba su mano hasta que los incandescentes rayos del sol difuminaron su figura entre los reflejos de los rascacielos destruidos.

Se aseguró de atesorar la memoria en su subconsciente, allá donde su kosei ni nadie pudiera alterarlo y, quizás, al final, esa sería la clave para encontrarse a sí mismo.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: No se automediquen cremas para la piel cuando tienen dermatitis. Una vez terminada mi advertencia médica, este también fue otro OS que me gustó escribir y más después de los últimos capítulos del manga.

Y sí, me proyecté, yo soy feliz con un buen RPG con diversos finales tipo Dragon Age o Baldurs Gate 3, y los otomes son mi placer culposo desde hace como 15 años xD

Este es el último prompt: "beso de despedida". No sé, hay que tener ovarios para besar a Shigaraki con trastorno de identidad xD

Espero que nos podamos leer pronto, aunque estoy muy ocupada con la universidad :')

Tengan una linda mitad de mes jaja

¡Plus Ultra! >.<

Quiero estar a tu lado || My Hero Academia x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora