Aizawa quería confiar en sus estudiantes. Después de todo, eran los menores de la academia y habían demostrado que sus sueños iban encaminados a ser héroes, aunque siempre podían desviarse un poco, permitir que sus sentimientos afloraran y experimentaran la otra parte de crecer. Cuando propusieron los dormitorios, Aizawa quiso confiar en ellos, pero se hallaba, de vez en cuando, apenas terminaba de firmar los permisos de salida, revisando la lista de los alumnos que se quedarían el fin de semana para evaluar posibles riesgos.
Ese fin de semana solo estarían Kaminari y (T/N), y habría que ser ciego como para no percatarse de los sentimientos desbordantes de ambos. Y también habría que ser sordo como para ignorar la excitación innecesaria de Midnight por el amor juvenil, comentando sobre lo prohibido que le parecía rozar las lindes de la inocencia y la lujuria. Así que Aizawa estaba pendiente de ellos.
Le había parecido sospechoso que ambos se hubieran metido en la habitación de Kaminari y el tiempo pasaba sin que ninguno intentara salir pese a las altas horas de la noche. Confiaba en ellos, en el sentido común de ambos, sobre todo de su alumna, pero había visto suficientes programas en televisión como para sospechar sobre lo que estaba ocurriendo.
Así que se dirigía, con pasos lánguidos, hacia Heights Alliance. Como contaba con una llave maestra magnética, no le costó entrar al edificio ni tampoco dirigirse al tercer piso donde le había asignado, hacía un par de meses, la habitación a Kaminari. Se debatió si entrar sin tocar o darles el beneficio de la duda y pedirles permiso para hacerlo, se decantó por lo último. Rozó apenas la madera, reparando en que adentro no se escuchaba nada, y, al cabo de unos segundos sin respuesta, giró el picaporte. Asomó la cabeza apenas y suspiró con alivio, ambos parecían haberse quedado dormidos sobre la cama, vestidos, sin signos de haber estado involucrándose en actividades ilícitas. Lo único sospechoso era la cantidad innecesaria de almohadas desperdigadas por todas partes.
Pudo seguir con su noche con la certeza de que ambos no le darían problemas. Antes de cerrar, apagó la luz con cuidado, prometiéndose que, aunque aliviado, al día siguiente charlaría con ambos sobre las reglas de los dormitorios. Lo dejaría pasar por esa ocasión porque habían tenido una semana difícil.
Remontándose a unas cuantas horas antes, Kaminari se hallaba caminando de arriba abajo en la sala común. Por su mente se atravesaban un sinfín de situaciones comprometedoras porque se había quedado solo, en el enorme dormitorio, con su novia. Como apenas se enteraron esa mañana no planearon nada y ella tampoco le había sugerido hacer algo en particular. Almorzaron juntos a mediodía y hablaron y rieron, pero ella se excusó para ir a la biblioteca para terminar sus tareas. Ahora, a la hora de la cena, había regresado solo para irse a trotar, lamentándose no tener la compañía de Midoriya.
Kaminari preparó unos omelettes con jamón y champiñones y, aunque se le pasaron un poco de cocción, su corazón se estrujó cuando ella le sonrió en agradecimiento al regresar de su entrenamiento. Denki no quiso concentrarse demasiado en la pátina de sudor perlando la piel expuesta por su cabello ni cómo algunos mechones se escapan de su cola. Era demasiado hermosa y él aún no comprendía cómo era que estaban juntos.
—¡Voy a ducharme! —dijo, depositando un beso de agradecimiento en su mejilla—. No comas sin mí.
Kaminari creía que la esperaría hasta en el fin del mundo. Así que se dedicó a limpiar y arreglar la cocina hasta que regresara. Lo hizo más pronto de lo que calculó, pero eso no lo detuvo de lanzarle una mirada a su pijama de dos piezas de pingüinos que se ajustaba a su figura en los puntos exactos. Se veía adorable y, si quería mantener la calma, debía pensar en la biblia.
—No sabía que podías cocinar. —Ella curvó una ceja mientras probaba el primer bocado para después sonreírle—. Nada mal, eres material para esposo.
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Quiero estar a tu lado || My Hero Academia x Reader
FanfictionPuede que nuestros corazones no latan a un mismo ritmo, que nuestras respiraciones no se sincronicen, o que siquiera la silueta de nuestras sombras se entrelacen. Aun así, ¿es mucho pedir que me permitas estar a tu lado? Serie de one-shots. 𝐀𝐝𝐯𝐞...