Capítulo 1: Trabajo de presentación

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Tengo frente a mí el trabajo de presentación que me dejó la maestra de "orientación educativa". Ya lo terminé, pero no sé qué vayan a opinar todos los de mi salón cuando lo lea frente a ellos. Tampoco sé si está bien que cuente las cosas así. Tal vez leerlo una vez más me ayude.

Seguro que sí.

"Me encantaría recordar mis primeros cinco años de vida, pero lo único que recuerdo son paredes blancas y muchos doctores. Por eso siempre supe que estoy enferma, que algo está mal conmigo y que jamás podré ser normal."

Buen inicio.

Algo dramático para mí gusto.

"Lo siguiente que recuerdo es tener en frente a una pareja joven con dos recién nacidos en brazos: mis padres adoptivos. Siempre me he preguntado porque decidieron adoptarme si ya tenían dos hijos de los que ocuparse."

Si lees esto en clase todos se burlarán de ti.

Te victimizas mucho, das asco.

"Nunca fue un secreto mi adopción, yo no pude hacer el típico drama de los adoptados. Pero si tengo mi propio drama, un secreto que suele asustar a la gente a la que se lo digo."

No puedes contarles a todos tu secreto, se reirán.

Te llamarán loca.

"Al principio fui normal, como cualquier ordinaria niña. Crecí con mi dos pequeños hermanos adoptivos y mis millones de amigos imaginarios. Recuerdo que mis padres adoptivos siempre querían saber detalles sobre estos, ahora entiendo la razón.

Lo verdaderamente alarmante empezó a los diez años cuando apareció la primera voz."

Ahí es donde me presento.

"Es una suave voz femenina desconocida que empezó como un susurro. Solo decía una cosa, mi nombre: Every. Me llamaba en todos lados, hasta cuando tomaba mis baños. Me parecía raro que solo yo la escuchara mientras comíamos, paseábamos, o veíamos televisión así que nunca quise decir nada. Admito que traté de seguir ocultándola, pero mi madre adoptiva se dio cuenta de que estaba allí conmigo y fue entonces cuando decidieron lanzar la primera bomba.

Mis padres adoptivos se sentaron conmigo en mi cuarto y me dijeron que era muy probable que tuviera esquizofrenia. Yo era pequeña y no sabía lo que significaba esa palabra, pero si sabía que eso es lo que ha estado mal en mí desde mi nacimiento."

Si vas a hacer esos dramas mejor mátate.

"Ese día fui, por primera vez, a ver a mi psiquiatra, ella parecía muy interesada por la voz que escucho y me hizo muchas preguntas sobre las cosas que veo, aunque a los diez años ya no tenía más amigos imaginarios.

Mi psiquiatra me dijo que le pusiera nombre a la voz, yo decidí nombrarla Uno, porque era la primera. Y pasó algo que me dejó marcada y que creo que jamás olvidaré. Estaba pintando después de hablar con la doctora, ella salió a hablar con mis padres y entonces Uno me advirtió que vendrían más voces.

Ese día sí me pasé.

"Entonces apareció la segunda voz. Esta es masculina y brusca, siempre está regañándome y advirtiéndome de los peligros que me trae hablar sobre ellas. Es la más paranoica de las cuatro que escucho actualmente.

No deberías hablar sobre nosotros.

Después de unos meses visitando a mi psiquiatra, ella confirmó el diagnóstico de esquizofrenia. Me recetó un medicamento y me citó tres veces por semana porque era muy "temprano" para empezar a presentar síntomas.

Lo que en ese entonces me parecía curioso es que mis padres supieran que tenía antes de que un psiquiatra lo dijera. Tiempo después de eso, ellos me confesaron que mi madre biológica tuvo esquizofrenia. Ella falleció en el parto en un hospital psiquiátrico y como yo no tengo ningún familiar con vida tuve que crecer allí bajo observación de decenas de doctores. Cuando creyeron que tendría un crecimiento normal me dieron en adopción.

He tenido una vida completamente ordinaria después de eso. Voy a la escuela, hago tarea, práctico deportes; todo como el resto de adolescentes de mi edad. Solo que con voces que narran lo que hago, me dicen mis inseguridades, insisten que alguien me persigue, me atacan y me dan órdenes.

Soy Every, escucho voces que nadie más oye y veo cosas que no están realmente. Soy Every y tengo esquizofrenia."

Repaso las palabras finales una y otra vez. Creo que si es muy dramático, justo como dijo Ocho, la voz masculina. Hay muchas cosas que no añadí, pero tampoco quiero contarles toda mi vida. Ellos sabrán lo que necesitan saber, no volveré a correr el riesgo de que nadie sepa mi secreto solo para tratar de encajar.

No deberías hablar de nosotros —me repite Ocho.

Te llamarán loca —me die Rojo, una de las voces más agresivas. Esta y negro suenan parecido, como niños pequeños, algo me hace creer que son gemelos.

Te van a perseguir y te harán daño —esa es Negro, suele ser la más agresiva e insistir mucho en que me mate, quizás debería hacerle caso.

Espero el comentario de Uno, pero este nunca llega, supongo que anda algo tímida. Ella suele ser así. Les puse nombres de pequeña, por eso tienen nombres de números y colores. Mi pequeña mente infantil no daba para más.

Sigue sin dar para más.

Negro siempre tan grosero. Escucho que alguien toca la puerta, volteo hacia ella y espero un poco más. Hay alucinaciones que cuestan diferenciar de la realidad. Vuelven a tocar la puerta.

—Adelante.

La puerta se abre lentamente, me pongo de pie lista para hacer cualquier cosa, como correr. Veo la cabeza de mi madre adoptiva asomarse, me sonríe y entra. Pasa su mirada por mi habitación, la mantengo ordenada por ella, pero no es algo que me agrade mucho. Me relajo cuando se distrae con un libro que dejé a medias en mi cama. Ella se sienta en la cama y sonríe de nuevo, hago una mueca que pretendía que fuera una sonrisa, pero simplemente no salió.

—¿Cómo te fue hoy en la escuela? ¿Te trataron bien tus compañeros? —a veces tardo en diferenciar la voz de Uno y la de mi madre, suenan muy parecidas.

—Bien, mis compañeros creen que soy normal, así que me trataron normal.

—En la preparatoria lo "normal" suele ser mal —hace las comillas con sus dedos—. ¿En tu escuela hay la típica chica rubia y malvada que le hace la vida imposible a todo el mundo? —eso sí que me hace sonreír, justo conocí a una chica así.

—Se llama Hannah con doble n y h al final—recuerdo su presentación y la forma pedante en la que me habló—. Pero no es rubia, es castaña y millonaria. Alardea mucho sobre eso último.

—Sí, todos lidiamos con una de esas. ¿Qué hacías? —me dice señalando la pantalla de mi computadora.

—Un trabajo de presentación para una clase.

—¿Hablas sobre los chicos? —así es como ella se refiere a las voces.

—Sí.

—¿Hoy están tranquilos?

—Para nada, creen que no debería hablar sobre ellos.

—¿Aun así lo harás?

—Sí.

No deberías. La chica pedante te va a tratar peor cuando sepa que estás loca.

—Eres muy valiente Every —me sonríe—. La cena estará lista en diez minutos, bajas.

Dicho eso último se levanta de mi cama, cruza mi habitación y sale. Veo la puerta cerrarse detrás de ella. Regreso la mirada a mi tarea, creo que está lista. Me acerco a mi escritorio, guardo el documento y lo imprimo. Escucho que las voces me dicen que no lo haga, pero ya está hecho.

El club de los trastornadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora