𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
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P a r t I I
Estaba asustada.
Suspiró con pesadez, sus manos sin dejarla ni siquiera tomar el espejo de mano porque temblaban con descontrol, de una forma atroz que la espantaba.
Trató de relajarse, pero no podía en lo absoluto. Incluso por primera vez sentía que estando en tacones iba a resbalar y a partirse una pierna.
Sí, exageraba.
Es que estaba muchísimo más ansiosa de lo que jamás en su vida se había sentido y dudaba de que alguien conociera bien esos sentimientos. Quizá Jasper lo haría, porque él podría sentirlos si se lo permitía, pero justo ese día menos que nunca iba a dejar que supiese cómo estallaban miles de emociones en su interior.
Dios, que estaba aterrada.
Suspiró una vez más de forma pesada, diciéndose que nada malo pasaría, que no debía porque sentirse de esa manera. Ella se hallaba a salvo, sin nada por lo cuál temer.
Se admiró en el espejo del tocador, abrumada, su cabeza teniendo cientos de ideas que la ponían solamente muchísimo más nerviosa de lo que ya se hallaba. Admiró cada detalle de su rostro, de su cabello y vestido, de su piel, de sus ojos, de sus propias manos, todo lo recorrió con sumo cuidado, detallando texturas, olores, concentrándose en estar perfecta como se le había pedido.
El toquecito a la puerta la hizo pegar un brinco en su asiento. Los golpes persistieron y se aterró ante la idea de arruinarlo todo, pero por suerte, solo se trataba de Alice y Young-Mi...
O al menos así fue hasta que Calista corrió tras ellas junto con Renesmee.
—¿Y Rosalie? —Indagó a la pequeña Calizz que se quedó quieta admirándola, detallándola de pies a cabeza— ¿me veo mal?
—¿Mamá? —Indagó, sin podérselo creer.
Ella dibujó una sonrisa enternecida, al igual que las vampiresas que se acercaron a ella para terminar de colocar los pequeños detalles que concluirían por hacerla lucir más bella de lo que ya.
—Tu madre es todo una princesa, ¿no? —Pronunció Alice, encantada con su sobrina que embobada seguía mirando a su madre, que se enrojeció ante la dulce admiración de su niña.
—¡Mamá! —Chilló feliz la menor, una pequeña y joven hada de apenas dos años que se lanzó a los brazos de la novia.
Tras enterarse que estaba embarazada, alegría y miedo se agazaparon en Jasper y en Andromeda que hizo que muchos de sus planes se retrazaran, a tal grado, en que después de casi tres años de la noticia al fin contrarían nupcias al más grande de los estilos de Alice.
Tanto la estaba abrumando. Flores por aquí y por allá, que un gran banquete, que el vestido, los zapatos y la ceremonia... ¡no tenía ni idea de qué pensar!