T h e V i s i o n

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P a r t I I I

Estaba aterrado.

Aterrado era poco en realidad para como se sentía, sin embargo, era la clase de emoción o forma de describir sus reales sentimientos y pesares en ese instante... y el que le siguió por varios meses.

Debía admitir, que la noticia le llenó de una completa dicha y felicidad durante los primeros días. Alivio le recorrió por entero al darse cuenta de las oportunidades que ahora tenía, otorgadas por su enigmática y preciosa esposa Andromeda.

A veces, cuando dormía, la admiraba en silencio con una pequeña sonrisa, aliviado de que su condición fuese diferente al de un mortal normal. No sabría qué hacer si tuviese que verse en la misma situación que su hermano Edward durante el embarazo de su sobrina. Seguro se volvería loco, perdería el control por completo, atemorizado con la idea de perderla.

Sin embargo, allí se encontraba ella pero ¿cuánto más duraría?

Se cuestionó por varios días si acaso de pronto presentaría alguna clase de síntoma como el de su difunta cuñada. Solía observar su vientre buscando alguna diferencia, pero seguía siendo tan delgado y firme que incluso podría dudar si era cierto que se encontraba embarazada.

Es por eso que entonces venía la intranquilidad. Se la pasaba vigilándola de la forma más disimulada posible cada vez que entrenaba —siendo cuidadosa para no herirse a ella o a quién estuviese desarrollándose dentro de su figura—, cuando se paseaba por su pequeña cabaña o en esos momentos en que se divertía junto a su familia en el interior de la casa Cullen.

Por su parte, ella se hallaba feliz, rebosando de alegría. A veces, el bosque solía llamarla, en un canto hipnotizante que le atraía, que le indicaba adentrarse a él para que luego no regresase; fue difícil, pero consiguió mantenerlo a raya por su propia cuenta, además de que después de descubrir eso, Jasper había estado más alerta que nunca.

Fingió no notar los cambios que él había presentado, así como toda la familia. La consentía muchísimo más de lo que jamás la había consentido obteniendo con prontitud cualquier capricho que quisiese, incluso si resultaba demasiado absurdo.

Le parecía adorable su trato para con ella, como fue cariñoso y benevolente. Lo había atrapado mirándola fijamente con una sonrisa boba en la cara, cosa que le avergonzaba, pero que también llenaba de calidez su corazón.

Aún así, tanto cuidado de su parte a veces era cansino. En realidad, solo en un solo momento era cuando le parecía así: en el sexo.

No lo iba a negar; le gustaba que fuesen pasionales, atrevidos y juguetones. Explorar y conocer diferentes cosas la volvían inquieta y ansiosa, deseosa de conocerle y de vivirle con éxtasis, envueltos en una nube de anhelo por el otro de lo más carnal.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora