𝐀 | ⋆.ೃ࿔ Había algo en Forks que lo volvía el lugar ideal para que millones de secretos se ocultaran.
Quizá era la baja población; tal vez era su silencio y los espesos bosques que rodeaban a la pequeña ciudad. A pesar de que existían múltiples teo...
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La casa de la familia Cullen jamás había tenido tantos visitantes.
La decoración era encantadora, con árboles secos artificiales decorados con luces doradas, música sonando a todo volumen y flores por todos lados, con lámparas de luces tenues colgando del techo armonizando los salones, la luz siendo un espectro de lo más maravilloso para aquella noche de graduación.
Notó la disposición de sofás pequeños y prácticos para que se pudiera tomar asiento, así como las mesas repletas de comida, con charolas gigantes llenos de postres y manjares que le hicieron agua la boca.
El frío que usó como excusa ni siquiera se sentía ante la vivacidad de la fiesta. Incluso Jessica y Angela se quitaron sus suéteres modelando sus bonitos vestidos que las hacían lucir maravillosas.
Bailó junto a Angela y Gavril, quien llegó poco después que ellas. Junto a Mike y Tyler atacó la pizza gourmet que sabía increíble y corrió por la casa en compañía de sus amigos que querían descubrir cada rincón permitido de la casa de una de las familias más enigmáticas con la que se hayan cruzado y comió tanto como pudo de las diferentes golosinas esparcidas en el evento.
—Es tan raro estar aquí —comentó Reecee mientras la acompañaba a buscar algo de beber. Andy arrugó el entrecejo, sin comprender— me refiero a que... bueno, tú sabes —divagó intentando ser explicito, sabiendo bien que los anfitriones podrían escucharlo desde cualquier lugar en el que estuvieran escondidos.
—Bah, relájate. Solo es por hoy, ¿qué de malo podría suceder?
—¡Andy! ¡Nos has condenado! Eso no se dice en voz alta —farfulló dramático, haciéndola reír— supongo que estoy siendo demasiado negativo.
—Cosa rara, California —observó con la boca llena y un tonito divertido—. Como sea, apresúrate o Eric y Ty terminaran haciendo una batalla de rap en público.
Bailar la dejaba agotada y hambrienta. Charló con algunos compañeros de clase y cuando se halló sola se unió al resto de los adolescentes que la invitaban a conversar o danzar en el salón. La sensación la llenaba y la diversión era inaudita, además, era ella ¿o el ponche tenía vodka?
Pasado el rato, a pesar de que sabía que le podía jugar muy en contra engullir azúcar tras tomar alcohol, con discreción se apartó de dónde estaban sus amigos jugueteando para encaminarse a la mesa de postres.
Bien podrían formársele corazones en los ojos al admirar el banquete. Los anfitriones colocaron una variedad inaudita de golosinas que la chiflaron desde que llegó. Bombones en chocolate, brownies, mousse de chocolate con cubierta de crema batida y limón, pastelillos y caramelos y mucho, mucho más.
De solo imaginar el delicioso sabor que debían tener, se le hacía agua la boca.
Tomó una de las copitas en donde estaba el mousse de chocolate y con atención lo detalló. Estaba tan bonito el decorado que no se sentía capaz de arruinarlo.
