S i x t y s i x

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Los nervios la hicieron ponerse a trastabillar. Las manos le temblaron y tuvo que hacer un brevísimo ejercicio de respiración para poder relajarse siquiera un poco. Lo cierto era, que sentía que en cualquier momento sería capaz de devolver el pequeño desayuno que tomó temprano por la mañana, producto de la ansiedad que la carcomía; incluso sentía el sabor amargo del ácido estomacal en la garganta, amenazándola con avergonzarla por su poca capacidad para manejar una situación así.

Nadie podía culparla tampoco. Gavril también se mostró inquieto a su lado, removiéndose de aquí para allá en su escondite, alerta de cualquier ruido que viniese del bosque.

Si tan solo supiera lo mucho que los árboles gritaban en dirección de Andromeda, intentando ayudar con la poca información que podían obtener. La alertaron del peligro, de lo rápido que avanzaban los neófitos, rogándole a que se marchara de esa riesgosa situación.

El hecho de que la naturaleza estuviera suplicándole que se fuera, solo causó más estragos en su sistema. Mas que ayudar, empeoraba mucho la situación, porque poco le faltaba para huir en dirección a casa.

No podía hacer eso, no, no lo haría. No dejaría que la muerte de su madre fuese en vano. Lo mínimo que podía hacer era proteger a Forks, debía hacerlo. Con aquella idea en mente tomó un poquito más de valor, con los puños apretados mientras se animaba y repetía que no tenía nada que temer.

Era la nieta de Morgana, la hija de Ella Athenas y por sobre todas las cosas, era Andromeda.

Y aunque temía bastante, se dijo, que ocultándose no conseguiría nada.

Recordó a Jasper diciendo que no perdiera la concentración. Bien, justo eso haría. Colocó todo su enfoque en los neófitos y en Victoria. No dejaría que lograran llegar al condado y mucho menos olvidaría lo que le hicieron a ella y a su madre.

Apretó la mandíbula, escuchando la alerta.

Ya habían llegado.

Los gritos de batalla fueron creciendo conforme se fueron acercando, oyéndose como una marea vivaz apenas llegaron a donde los Cullen, donde el crujido del mármol estrellándose se hizo presente.

Se acuclilló en su escondite junto a Gavs, que le miró por unos segundos con determinación, como si le diese ánimos. Le sostuvo la mirada, mientras los metamorfos saltaron por encima de ellos.

Entonces ella lo hizo.

Con la ayuda de sus dones y de su rabia, consiguió encadenar al suelo a varios de los invasores, que intentaron zafarse mas no lo consiguieron cuando los Cullen arremetieron contra ellos antes de que siquiera consiguieran liberarse un poco.

Materializando su magia, desde su lugar atacó a uno que perseguía a un Quileute, consiguiendo que se distrajera y que fuese asesinado.

Sintió su cuerpo temblar al sentir algo diferente en ellos.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora