T w e n t y o n e

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Si había algo que era constante y que nunca cambiaba dentro de su vida, era la presencia de Jasper Hale en sus sueños.

Era una desgracia que los hechos que ocurrían en su subconsciente no pudiesen ser su realidad. Aquel joven de cabellos mieles y ojos resplandecientes cuan soles la tenía vuelta loca; le gustaba muchísimo y añoraba a vivir por sí misma los escenarios que su mente maquinaba mientras dormía, prometedores y dulces encuentros en los que despertaba con sonrisas bobas o con pequeñas lagrimitas por algo que no podía tener.

Esa noche, en el sueño, estaba abstraída en deslizar la yema de sus dedos por el filo de los carnosos labios del rubio. Él la mantenía acunada entre sus piernas, dejándola que lo tocase como quisiera mientras le acariciaba sus brazos tibios. Ambos estaban junto a un árbol, sentados entre la hierba y el musgo.

Adoraba cuando esos fragmentos de tiempo y espacio parecían tan reales, que sus risas resonasen con una vivacidad que la embelesaba. Ella le plantaba montones de besos que le recorrían esa dermis nívea y fría, le tocaba la nariz y le peinaba las hebras sedosas de su melena miel, lo abrazaba y le decía en susurros cuanto lo adoraba.

Y él la sostenía con fuerza, con una devoción inmensa mientras la besaba con intensidad, prometiendo una vida llena de aventuras y alegría, solo ellos juntos, como en las películas románticas, como en los libros, como en los cuentos de hadas. Él la seguiría a donde fuera y si en algún momento llegasen a separarse, la buscaría por el cielo, mar y tierra hasta encontrarla.

Esos sueños la atolondraban y la ponían emocional. Su masculina mano se deslizó por su mejilla con suavidad, deleitándose con su cálida piel. Él incluso en su inconsciente era frío y extrañamente, le encantaba que fuese así de gélido. La joven ladeó la cabeza para acomodarse entre sus dedos, buscando la frialdad que emanaba su piel, plantándole besos en su tersa palma, tan feliz y regocijada, podría quedarse dormida por siempre solo para quedarse allí.

—¿Por qué no puede ser real esto? ¿Por qué solo aquí? —Curioseó, triste, desbordándole una serie de emociones negativas que apretó el corazón de Jasper. Con pena la miró, antes de irse acercando.

—Solo tú puedes responderlo —masculló, plantándole un delicado beso en la frente que le hizo despertar.

Gruñó enfadada sacándose el grueso edredón rosa pastel de encima. Al mirar la alarma y notar los pocos minutos que faltaban para que sonase, se preguntó si acaso sería conveniente intentar dormir de nuevo solo para revivir el recuerdo en su mente y aunque lo intentó, no funcionó. El espectáculo terminó.

Prácticamente arrastrando su cuerpo caminó por su alcoba desganada. Estaba demasiado adormilada y abrumada por su sueño, así que sin prestarle atención se encaminó a asearse y alistarse para un día más de escuela.

𝐀𝐧𝐝𝐫𝐨𝐦𝐞𝐝𝐚 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora